En julio la pérdida de poder adquisitivo de las familias argentinas se notó en una merma de las ventas de los comercios minoristas, que cayeron un 3,5% en promedio contra igual mes del año pasado, según el relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Sin embargo, el desempeño de un rubro en particular encendió más las alarmas que otros por lo sensible que resulta: la comercialización de alimentos y bebidas cayó un 6,2% y los comerciantes se lo atribuyeron al aumento constante de los precios.
De acuerdo con el Índice de Ventas Minoristas Pymes, una encuesta que contó con la participación de 1087 comercios minoristas de todo el país entre el 1º y el 5 de agosto, en alimentos y bebidas, las ventas cayeron 6,2% en la comparación interanual y 9,3% en la intermensual, medidas a precios reales. Los empresarios consultados justificaron este comportamiento fundamentalmente en la suba de precios. Además, algunos de ellos comentaron acerca de la problemática de la logística de remarcar precios evaluando costos de reposición dinámicos. Esto generaría ineficiencias y aumentos de costos de personal que alimentan la espiral de precios.
El presidente de la CAME, Alfredo González, dijo que el descalabro macroeconómico, las expectativas y la situación económica de los clientes complicaron el consumo en julio. En particular, apuntó que la parte alimentaria llama la atención porque muestra la pérdida del poder adquisitivo. “Es una alarma importante porque la complicación va a seguir. Las pymes no somos formadoras de precios. El aumento de alimentos y bebidas respecto de la inflación es terrible y los valores son inalcanzables para muchas familias”, agregó.
Según el último informe sobre consumo masivo realizado por la consultora Scentia, que dirige el especialista Osvaldo del Río, las ventas de alimentos, bebidas y productos de higiene y cosmética en el AMBA cayeron 3,1% durante junio, en relación con el mismo mes del año pasado. En tanto, si se compara el primer semestre de este año con el del anterior, la merma en el consumo fue del 2,4%.
Los autoservicios y almacenes de barrio fueron los más castigados. En cambio, las grandes cadenas de supermercados quedaron más resguardadas por las ofertas que realizan y el mantenimiento del programa Precios Cuidados. El golpe no fue homogéneo a lo largo del territorio nacional, porque en las ciudades del interior el consumo subió en junio un 4,3% interanual, y un 9,5% si se comparan los primeros seis meses de este año con el mismo período de 2021.
El rol de la inflación
Según la consultora LCG, señala La Nación, en julio la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán, la volatilidad cambiaria y las mayores restricciones al financiamiento de importaciones derivaron en el escenario ideal para acelerar una remarcación de precios que ya venía con una inercia elevada.
El relevamiento de precios de los alimentos que hace la consultora anotó una suba del 7,4% promedio durante julio, con semanas en las cuales más del 30% de los productos reflejaban aumentos. A esto se sumaron aumentos pactados en servicios regulados como trenes, colegios privados y prepagas, que en conjunto aportarían casi un punto porcentual de inflación. Así, el número de julio llegaría al 8,2% mensual.
En tanto, el relevamiento de precios minoristas de C&T Asesores Económicos para GBA arrojó un incremento mensual de 7,6% en julio. Alimentos y bebidas subió 5%, menos que el promedio, pero con bastante disparidad en sus componentes. Las frutas y los panificados fueron los que más aumentaron.