La influencer de 31 años estaba tan enferma de coronavirus que la mantuvieron dormida durante tres meses.
Los médicos le calculaban un 5% de posibilidades de sobrevivencia tras sufrir un paro cardíaco.
Grace describió, en primera persona, cómo supero esa adversidad y las lecciones que aprendió.
“Volaba por el aire en mi coma”
Estaba embarazada de siete meses cuando comencé a sentirme mal. Era diciembre de 2020 y mi hijo Cyprus iba a nacer en febrero.
Fui al hospital y mis niveles de oxígeno estaban realmente bajos. Pedí a los médicos dar a luz y mi bebé nació por cesárea de emergencia, en Nochebuena.
Mi intuición lo salvó y creo que luego me salvó a mí. Luché y luché para volver a verlo.
Cuando pienso en el parto, no siento que fuera traumático en absoluto. Fue muy tranquilo, muy relajado, y recuerdo haber tocado brevemente a mi bebé. Entonces concluyeron que necesitaba cuidados intensivos.
El 26 de diciembre acepté que me pusieran en coma. Recuerdo a mi pareja Lee llorando y no podía entender por qué. Estaba confundida y no me daba cuenta de lo grave que era la situación.
En el coma me parecía estar en un sueño muy largo y extraño. Vi una luz verde y cosas espirituales, y tuve una conversación con Dios. Volaba. Y volé hasta Malasia en un momento.
Después de un mes tuve un paro cardíaco y me explicaron que en realidad estuve muerta durante cinco minutos.
Cuando desperté en marzo, quienes me atendían me dijeron: “Eres, literalmente, nuestro milagro. Se hablará de ti durante los próximos años porque no deberías estar viva”.
Creo que la razón por la que estoy aquí es que muchas personas oraban por mí; todo el mundo en las redes sociales, y mis amigos y familiares.
Es increíble que no sufriera daño cerebral; me sentí como un milagro durante aproximadamente un mes.
Luego, la realidad de lo que había pasado me golpeó; el puro trauma de esa realidad.
Me di cuenta de que tenía que aprender a caminar de nuevo y pensé: esto es una broma.
Y me sentía muy culpable por no estar allí para Cyprus. Sé que lloraba por mí.
“No lo sentía mío”
Todavía siento dolor por las primeras etapas de Cyprus: su primera sonrisa, su primer llanto, su primer baño… todo eso lo extrañaba. No pude amamantarlo. La gente siempre me dice que él no lo recordará, pero yo sí lo recuerdo.
Solo me permitieron verlo una hora mientras aún estaba en cuidados intensivos. Ver cómo lo cuidaban desde el hospital por FaceTime fue muy difícil.
A Cyprus no lo sentía mío. Yo estaba muy débil, todavía me alimentaban con un tubo y me preocupaban los gérmenes, así que no quería besarlo.
Pero cuando me trasladaron a un hospital de rehabilitación en Hillingdon comencé a sentirme como una verdadera madre.
Tenía mi propia habitación y me lo traían todos los días de 2 a 8 de la tarde. Podía cambiarle el pañal, darle de comer y estábamos constantemente en contacto, piel con piel.
Como solía trabajar con niños, sé cuán importantes son esos primeros meses para la vinculación. Podría haber sufrido algunos problemas de apego, pero es un verdadero niño de mamá.
Me afeité el pelo antes de que me dieran el alta porque estaba muy enmarañado y me preocupaba qué fármacos aún podrían permanecer en mi cabello. Necesitaba deshacerme de la energía y el olor del hospital. Fue muy purificador para mí.
“Me siento confundida sobre Dios”
Los médicos quedaron asombrados con mi recuperación. No he recuperado el agarre en el pulgar pero me han dicho que se curará y, si no, me pueden operar. Realmente no afecta a mi vida.
Mis órganos y pulmones ya están desconectados de las máquinas. Los especialistas aseguran haber evaluado en reuniones mis tomografías computarizadas y simplemente no pueden creerlo, no les cuadra.
La cicatriz de mi traqueotomía no se ha curado muy bien, pero los médicos dicen que tiene arreglo. Mi voz es ahora mucho más ronca, pero no me molesta.
Mentalmente, sin embargo, he necesitado mucho apoyo. De hecho, ahora estoy en un momento espiritual en el que estoy bastante enfadada con Dios y me siento un poco desconectada.
Por lo que he pasado y visto sé que el mundo de los espíritus es real, pero no puedo negar la ira y la confusión que siento. Estoy en paz con lo que pasó, pero no lo estoy con lo duro que ha sido.
“Me aterroricé cuando volví a contraer covid”
Morir y regresar no fue difícil para mí. Crecí en un entorno de violencia doméstica, por lo que sobrevivir no es una experiencia nueva. Pero vivir, y aprender a vivir de nuevo en este último año, ha sido mucho más difícil que estar en el hospital.
En enero me aterroricé cuando volví a contraer covid. Envié un mensaje de texto a mis médicos porque estaba asustada, aunque solo moqueaba. Ahora me he puesto la vacuna, una decisión muy difícil porque no podían garantizar que me sentara bien, pero no hubo problemas y me siento protegida.
Me sucedió el peor de los escenarios de covid y es muy improbable que eso vuelva a pasar. Me siento fuerte y saludable y ya no pienso en el covid.
Pienso que no puedo vivir con miedo. Regresé de entre los muertos; de qué sirve si voy a vivir con miedo.
La terapia ha sido mi salvavidas. Sin ella no podría vivir, ha sido mi columna vertebral. Poder procesar las cosas con alguien, tener ese apoyo, es algo que realmente recomiendo.
“Pronto daremos la bienvenida a una niña”
Ser mamá es increíble. Cyprus es el mejor niño de la historia y estamos muy emocionados, porque estoy embarazada otra vez y en octubre daremos la bienvenida a la familia a una niña.
Todo lo que he pasado ha cambiado mi perspectiva. Antes trabajaba mucho. Estaba acostumbrada a la cultura rutinaria de ser de clase obrera y que me dijeran que tenías que trabajar muy duro para lograr cualquier cosa.
Pero ahora mis prioridades han cambiado.
Ahora solo quiero ser una madre presente. Mis relaciones están antes que el trabajo.
Estoy muy orgullosa de ser embajadora de Mind y quiero ayudar a las enfermeras a obtener apoyo para la salud mental.
En el futuro me encantaría ir a hospitales y cambiar pequeñas cosas para los pacientes. Por ejemplo, no tienen productos para pelo negro y, aunque estaba en mi lecho de muerte, eso me molestó.
Aparte de eso, no estoy segura de lo que quiero hacer después. Lo único que me enseñó el estar enferma fue a vivir en el presente, así que no estoy planeando demasiado para el futuro.
Ahora estoy más en sintonía con mi cuerpo y soy mejor estableciendo límites y confiando en mí misma.
Toda esta experiencia me ha enseñado mucho y sin ella no habría cambiado mi vida, así que tengo que estar agradecida.