– Hola Cristina, que te parece Marco Lavagna en el Ministerio de Economía y Sergio en la Jefatura de Gabinete para coordinar las políticas económicas integradas con los Ministerios de Producción y de Energía.
– No Alberto. Vos tenés que usar la lapicera. Firmá un decreto y que la Ministra sea Silvina Batakis.
Y Alberto, una vez más, usó la lapicera para rubricar la decisión de Cristina.
¿Se puede explicar la crisis económica obviando la situación política? Esta vez, no.
En la década del 90, James Carville, asesor político en la campaña del demócrata Bill Clinton, acuñó la famosa frase “es la economía, estúpido” para sintetizar que se subordinan las decisiones políticas a la percepción social sobre su situación económica. Pero Carville presuponía un orden político e institucional, que no hay en nuestro país en la actualidad. Hoy, en Argentina No es la economía, es Cristina
El FDT llegó a ser gobierno con una anomalía política de origen. En un país de fuerte corte presidencialista, por primera vez el Vicepresidente designó a su Presidente. Muchos ingenuamente creyeron que ya en la Presidencia nacería el poder presidencial. Alentados por propios y extraños Alberto soñó en crear el albertismo. Cristina se encargó de despejar esa quimera. Barrió con toda ilusión. Si fuera Wimbledon, se podría decir que fue eliminado por rondas, a cada uno de los “funcionarios que no funcionan”: En octavos a Santiago Cafiero, en cuartos a Kulfas y en las semis a Guzmán. Obvio, todos los hombres de Alberto.
Pero la abrupta e irresponsable renuncia de Guzmán no es responsabilidad de la Vicepresidente en su totalidad. El ex ministro bebió de la medicina que predica todo el FDT (no sólo el kirchnerismo), esa que te hace creer que es posible endeudarse en pesos ilimitadamente. La deuda en dólares es siempre peligrosa como demostró el pasado, pero también lo es endeudarse en pesos cuando el Estado tiene déficit fiscal crónico y existe un mercado financiero con fundada desconfianza sobre la cobrabilidad de los bonos argentinos.
Los días anteriores a su renuncia Guzmán subestimó las reacciones del mercado y en lugar de enviar medidas claras para ordenar las cuentas fiscales y transmitir tranquilidad, eligió apostar por la vieja receta kirchnerista. Si el mercado financiero se retira, los bonos en pesos serían absorbidos con emisión del Banco Central. El resultado fue el previsible: los pesos fueron al dólar blue, se dispararon los precios. Su enfrentamiento con Cristina y la Cámpora fue la excusa perfecta de Guzmán para irse y eludir responsabilidades de su fracaso en el Ministerio.
Ahora el panorama es de total incertidumbre. Tan improvisado ha sido el nombramiento de la Ministra Batakis que, a una semana de haber asumido, se desconoce el equipo que la acompañará y la orientación de las políticas económicas. Y es así porque todavía no queda claro qué quiere Cristina Fernández de Kirchner, la socia ultra mayoritaria del FDT. Queda por dilucidar si la vice pondrá toda su energía política para “consensuar” (difícil en Cristina, ¿no?) con el Presidente y Sergio Massa, un plan económico razonable para que esta crisis no hunda al barco en el que vamos todos los argentinos o, por el contrario, y volviendo a Wimbledon, decide ganar la final anticipada frente a un rival desgastado y sin poder.