Fernández encontró el “verdadero problema del país”
- Por Marcelo Torrez
“La Corte es una institución del país que nació con cinco miembros, Cristina (Fernández de Kirchner) tuvo el mérito de volver a cinco miembros para que no se juegue con el número y, con eso, tener jueces adictos. La verdad es que la Corte debe tener cinco miembros y el resto es una fantasía, en parte impulsada por una idea teórica de (Eugenio) Zaffaroni, que decía que había que dividir la Corte en salas. No es así la lógica constitucional. La Corte debe seguir teniendo cinco miembros con jueces probos, tan probos como los que está proponiendo (Mauricio) Macri”. Así opinaba el hoy presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el 2016, entrevistado por la Televisión Pública. En aquel momento, apenas a pocos meses de asumido el gobierno de Cambiemos, Fernández era parte del Frente Renovador de Sergio Massa y todavía se encontraba entre los políticos más críticos de la ex presidenta de la Nación, hoy vice del gobierno que preside y, por lejos, quien más ha condicionado y puesto en dudas a la administración nacional.
El recorte con el video de aquella entrevista que le hicieron a Fernández seis años atrás los periodistas Damián Glanz y Marcela Pagano circulaba como moneda falsa por los medios digitales y, especialmente, en las redes sociales, como eco y consecuencia de un hilo de Twitter del presidente, en el que salió a respaldar a la vicepresidenta en su cruzada contra el Poder Judicial y contra la Corte, presidida por Horacio Rosatti, casualmente, uno de los dos miembros, con Carlos Rosenkrantz, que ingresaron al más alto tribunal de Justicia por impulso de Macri y a quien, en aquella entrevista, el hoy presidente calificaba de “probos”.
Esos dichos –como tantos otros que Fernández fue diciendo a lo largo de su extensa carrera política al lado de los Kirchner y en contra de ellos cuando militaba entre los más duros opositores a los santacruceños– habían sido recordados también a mediados del 2020, cuando la gestión cumplía los primeros meses en el poder, en medio de la pandemia y enviaba, a la vez, un proyecto de ley al Senado para reformar el Poder Judicial, incluyendo en sus articulados la creación de aquella comisión de notables que debía acercarle al Poder Ejecutivo las mejores ideas y visiones para modificar el funcionamiento de la Corte, incluso con la intención de ampliarla. En esa comisión participaría el mendocino y miembro de la Suprema Corte de Justicia provincial Omar Palermo. Aquel intento no prosperaría porque la oposición lo terminó bloqueando en el Senado hacia el 2021. Pero, en el arranque de la semana, el presidente dio nuevas pistas de que va a insistir o bien con aquella vieja idea o detrás del proyecto que se les atribuye a los gobernadores para llevar de 5 a 25 miembros la Corte. La primera pista por la vuelta del intento reformista la dio el lunes, en un acto junto a algunos gobernadores y el ministro Gabriel Katopodis, cuando lanzó el polémico programa de obras Argentina Grande con anuncios de emprendimientos ya en marcha. La segunda fue este martes, vía Twitter, sometido a la idea de la vicepresidenta de ir por un cambio de fondo del Judicial, al que le apunta como culpable de sus males en la Justicia y como usina, a la vez, de sus multiprocesamientos.
Y no hay que olvidar que el Gobierno impulsó fuertemente, también en el 2021, cambios al Ministerio Público Fiscal con la idea de limitar el mandato a cinco años del procurador con la posibilidad de una renovación (hoy ese cargo es vitalicio, como el de los miembros de la Corte) y que la designación fuese por la mayoría simple del Senado. Ese intento, una vez más, no prosperó.
Al margen de lo que está proponiendo la vicepresidenta, acompañando sus históricas ideas con una serie de descalificaciones extremadamente violentas contra los actuales cuatro integrantes de la Corte, los jueces y fiscales que le han fallado en contra algunas de las causas que la involucran o que le han negado recursos que ha presentado para zafar de las graves acusaciones que ha recibido, lejos de ese accionar y de esa metodología de características cuasi autoritarias para defenderse de quien fuera dos veces presidenta de la Nación y que volvió al poder con Alberto Fernández como mascarón de proa, una de las cuestiones que más sorprenden, ahora, de ambos, del presidente y de la vicepresidenta, es ver hacia dónde apuntan las energías del gobierno que presiden. Todo en un momento de profunda crisis, quizás la más preocupante de todas las que ha padecido el país en los últimos veinte años.
Este martes, el presidente le anunció al país que ha “reflexionado sobre el mensaje que difundió Cristina Fernández de Kirchner. He visto que muchos eligen criticar las formas para evitar el verdadero problema que enfrentamos: nuestra Justicia está deslegitimada y necesita, de manera urgente, una reforma profunda y democrática”. Se refería a lo que, un día antes, la vicepresidenta había lanzado: que los jueces tienen escrita su sentencia y se animó a decir que hasta podría estar firmada.
El “verdadero problema” al que se refiere el presidente, evidentemente, no está en la Justicia. En todo caso, allí hay un problema de vieja data, de desprestigio y falta de credibilidad como el que padece la dirigencia política. ¿Qué dirá el presidente, entonces, si aquel es el verdadero problema frente a los padecimientos insostenibles y permanentes que padece el pueblo que gobierna? Para el presidente, como lo reiteró el lunes, esos padecimientos sólo están siendo generados y producidos por los especuladores, por los que viajan, por los que operan en el dólar blue, por los poderes concentrados, por la oligarquía, por el campo, los empresarios y todos aquellos que no comulgan con el Gobierno. Es un problema que el presidente piense de tal manera, por no encontrar, quizás, las salidas al laberinto dantesco en que parece haberse convertido Argentina. Es un problema, porque algunos creyeron tres años atrás que podía tener la llave al camino de las soluciones, frente a lo que ya se conocía de la vicepresidenta y de sus intereses y objetivos. Una vicepresidenta, hay que decir, que, al revés del presidente, sí está conectada y focalizada, pero en su propio drama que tanto la atormenta: una o varias condenas en su contra, justo cuando se prepara para la vuelta en el 2023 y cuando se ha comenzado a lanzar desde su entorno que los ataques que recibe son para proscribirla, como una injustamente perseguida política.