Con todo el pasado por delante

- Por Marcelo Torrez
Juan Grabois y Eduardo Belliboni.
Juan Grabois y Eduardo Belliboni.

Juan Grabois, convertido en el nuevo gurú de los más desposeídos del país y que se sienten representados por el kirchnerismo de paladar negro y puro, ha dicho que el presidente Alberto Fernández “está en un termo con cinco amigos de la Capital Federal” por negarse a implementar un seguro básico universal para los desempleados, a lo que le agregó que “tiene que reaccionar”, además de advertir o amenazar de que si la cosa sigue como está, daría un portazo y se iría de la coalición gobernante. Impresionante.

El electricista y maestro Eduardo Belliboni, la estrella del momento del Polo Obrero, líder y responsable de las manifestaciones semanales que se suceden y se dan cita en las principales ciudades del país, ha dicho que, con la llegada de Silvina Batakis al Ministerio de Economía, se avanza “hacia un ajuste más profundo que el de (Martín) Guzmán”, aludiendo al ex jefe de la cartera que dejó el cargo hostigado y acorralado por el kirchnerismo.

El Gobierno está siendo corrido por izquierda luego de ese cúmulo de buenas intenciones que, dijo Batakis, se implementarían para estabilizar la economía y salir de la crisis más profunda que está afectando a la administración desde que asumiera en diciembre del 2019.

Tanto Grabois, que bien puede estar hablando en nombre de o siendo la voz de un kirchnerismo que se ha mantenido en silencio tras los anuncios de la nueva ministra –anuncios que en gran medida han seguido la línea o el espíritu en los que creía Guzmán en medio del bombardeo de La Cámpora–, como Belliboni del Polo Obrero, más un concierto de voces que le apuntan al acuerdo con el FMI, hablan de ajuste; que lo que tenemos enfrente, como el corazón del plan económico, es el recorte del gasto que irá a perjudicar a los sectores más vulnerables que reciben la asistencia estatal, o bien que se manifiesta potencialmente en la negativa oficial a la implementación de un seguro universal que tendría un costo estimado de más de 700.000 millones de pesos.

En el movimiento de todas esas fuerzas en pugna se puede observar con claridad que la oposición está ausente. En verdad, todo el arco de dirigentes de Juntos por el Cambio, a los que se suman los libertarios, han sido duros con los anuncios y el cambio de manos del Ministerio de Economía, pero era de esperar que así fuese. No es el momento de la oposición, frente al espectáculo que está dando el oficialismo con todas sus variantes y que, por supuesto, hoy confirma que, como casi todas las coaliciones, sólo los une un interés electoral más que gubernamental. Las coaliciones en Argentina se forman para llegar. Cuando llegan, salta a la luz su mayor carencia: el plan para continuar y las estrategias para resolver.

En el oficialismo, y también en alguna parte de la oposición, no se admite que hace tiempo, desde el momento en que Argentina se quedó sin crédito externo y sin margen para hacer crecer la deuda en pesos o para seguir emitiendo, aunque se insista, todo lo que se ha generado y se ha venido dando tiene que ver con un ajuste. El proceso inflacionario es un ajuste en sí mismo, al que el economista Daniel Artana ha señalado como “la estrategia siniestra del kirchnerismo” entrevistado este miércoles en LVDiez. Y, en torno al recorte de los gastos, Artana ha jugado con la imagen del “lápiz rojo” de Eduardo Angeloz, por aquella figura que el cordobés utilizó en los 90 cuando, en medio de la campaña electoral por la Presidencia, enfrentando a Carlos Menem, garantizaba un recorte de las partidas de fondos públicos para ordenar el Estado. “Se va a necesitar toda una cartuchera”, dijo Artana en ese sentido. Y así también explicó por qué el kirchnerismo hoy, con el máximo poder de control del Gobierno con la vice Cristina Fernández de Kirchner, descree de la estabilización sobre la base de una administración austera de los recursos o ajustada a los ingresos. “Argentina es un país de curros y de curritos. Hay que cortarlos a todos, pero, claro, cuando llega el momento, el que tiene el curro dice: ‘A mí no, a mí me lo dejan’. El kirchnerismo pasó de un gasto público de 25 por ciento del PBI a más del 40 por ciento actual. Todo ese incremento se fue en gasto corriente (curros, para Artana) y nada en inversión pública. Hoy el país necesita de un programa económico profesional y de un gobierno profesional”, en la mirada del especialista.

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Pero Argentina, además de la mala praxis, de la falta de acuerdo, de los enfrentamientos eternos y de las colisiones ideológicas muchas veces absurdas, tiene que sufrir por el accionar y la influencia de los sindicatos que, en general, padecen de una mirada miope, mezquina y antediluviana de los problemas y de las posibles maneras de resolver una crisis. La parálisis económica, como es de suponer, ha liquidado el empleo en Argentina. El empleo privado, formal y registrado, desde ya.

Pero, en el mundo, junto con la crisis que lo está afectando y que en el país multiplica sus consecuencias negativas, ha aparecido finalmente el fenómeno de la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial en toda su dimensión contra los puestos de trabajo tradicionales y convencionales. Para ese estado de situación y ese escenario, los sindicatos evidentemente no están entrenados ni preparados o, simplemente, lo niegan y rechazan, como si no existiera. Ante ello, el sindicato en Argentina presiona y lleva al extremo la tensión.

En el sector público, por caso, se oponen a que las capacitaciones se realicen fuera del horario de trabajo. O también califican de medidas autoritarias y dictatoriales las normas que no les permiten realizar asambleas de empleados mientras cumplen con la jornada laboral, en vez de realizarlas fuera de ese contexto. Se han enfrentado, en gran medida, a las disposiciones que permiten mayores pagos o estímulos por productividad y a los problemas actuales, complejos por donde se los vea, responden con estrategias de 50, 60 o 100 años atrás.

Julián de Diego, experto en el mercado laboral a nivel global, además de docente de la Universidad Católica Argentina y miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, advierte sobre el avance de las tecnologías y de lo lejos que están los sindicatos y los gobiernos de enfrentar el tsunami de manera inteligente y con las medidas adecuadas. Ha dicho, por caso y como sólo un ejemplo, que la instrumentación de los cajeros automáticos en el país –del orden de los 17.000–, ha provocado la desaparición de 440.000 puestos de trabajo en los bancos. Y siguiendo con otro ejemplo del sector, ha indicado –en diálogo con LVDiez–, que las aplicaciones y el homebanking de las entidades les ha permitido a las entidades dejar de costear puestos laborales en relaciones de dependencia en números arrolladores: en cajeros, en asistentes, en oficiales de cuenta y demás. “Ese trabajo se lo hacemos nosotros, los usuarios, a los bancos de manera gratuita, sin más”, ha dicho De Diego.

Innovación, tecnología, una revolución educativa y otra informática es todo lo que tiene que comenzar a aplicarse en Argentina, según el especialista, desde ya, para no perder más tiempo. Pero, claro, no todos, empezando por el Gobierno, las corporaciones sindicales, buena parte de la política y de los empresarios, prefieren mirar para otro lado.

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