El acusado del femicidio de Patricia Rendón Rodríguez en Catriel, Río Negro, negó los cargos y ratificó ante la Justicia la versión que había dado durante la audiencia de formulación de cargos: aseguró que él no la mató, vinculó el crimen con el narcotráfico y dijo que lo obligaron a enterrar el cuerpo de la víctima.
Desde el Ministerio Público Fiscal (MPF) confirmaron a TN que Fernando Cronenbold -ex de Rendón Rodríguez y padre de la hija de 6 años de ambos- se presentó voluntariamente con su defensor, Rubén Antiguala, y contó su que dos personas de origen colombiano lo obligaron a subirse a un auto con el cadáver de la mujer y lo amenazaron.
El cuerpo de Rendón Rodríguez apareció un metro bajo tierra el 30 de junio en la zona del yacimiento Puesto Morales, a la vera de la Ruta 57 y a 60 kilómetros del casco urbano de Catriel. Según su relato, el imputado fue forzado a enterrar allí a su ex y luego unos policías lo obligaron a autoincriminarse, por lo que reclamó la anulación de su declaración inicial.
Según fuentes del caso, Cronenbold habló durante poco más de 40 minutos en sede judicial en Cipolletti. Contó haber recibido un llamado en el que le presuntos secuestradores le pidieron cinco millones de pesos por el rescate de Rendón Rodríguez. Y que él acudió al encuentro con $1,2 millones, dinero que -según dijo- venía ahorrando para el cumpleaños de su abuelo, de 94 años y que vive en Bolivia.
Durante su declaración, el detenido no contestó preguntas de la Fiscalía. Omitió dar información sobre cómo llegó al lugar indicado por los supuestos captores y evitó referirse a uno de los detalles escabrosos del crimen: durante la formulación de cargos, a Cronenbold se le imputó haberle cortado un dedo a Rendón Rodríguez después de muerta.
“Después que la mata y la traslada, el señor le cortó el pulgar de la mano derecha. Lo hizo al menos con dos elementos”, indicó Gustavo Herrera, fiscal a cargo de la investigación. Y contó que Cronenbold se quedó con el celular de la víctima y mandó mensajes para tranquilizar a las amigas que habían denunciado la desaparición de la mujer.
El martes 28, mismo día del crimen, el hombre fue demorado en la Ruta 151 mientras manejaba el Renault Fluence perteneciente a Patricia. Quiso evadir un control policial. Dentro del auto se halló ropa con sangre.
“Ellos me dijeron que tenía que ir con el dinero si quería verla. Contaron la plata, sacaron el cuerpo y lo pusieron en mi baúl. Yo pensé que estaba viva, pero ya estaba muerta. Me dijeron que si no conseguía el resto, los siguientes íbamos a ser mi hija y yo”, dijo el acusado ante la jueza de Garantías Agustina Bagniole, que le había dictado la prisión preventiva por seis meses.
Y agregó: “No sé si fue por narcotráfico. Yo hablaba todos los días con ella. Nos llevábamos bien. No sé por qué era esa deuda. Ellos estaban armados y me dijeron que la enterrara”.
La versión de Cronenbold fue la misma que había dado el 31 de junio ante la Fiscalía. Entonces, el abogado defensor sostuvo que la víctima “se metía con gente extraña, como colombianos que dan créditos para pagar deudas. Y no sabemos qué ha pasado”. Los responsables de la acusación nunca dieron crédito al relato.
Patricia Rendón Rodríguez tenía 31 años, era originaria de Santa Cruz de la Sierra -Bolivia- y dueña de una tienda de ropa en el centro de Catriel, la comarca petrolera que fue escenario del crimen. Estuvo dos días desaparecida hasta que su ex confesó.
La principal hipótesis de la investigación es que el detenido mató por celos, al verse marginado del proyecto de vida de Patricia. El día que la asesinaron, la víctima se iba a subir a un avión rumbo a Buenos Aires. El plan era tramitar la visa para viajar a Italia a visitar a su novio, Francesco Nuvolari. Nunca llegó.
“Era una mujer muy determinada, muy capaz de realizar cosas. Él la mató por eso, por sentirse inferior. La mató porque en los últimos tres meses hizo grandes cambios”, afirmó entonces Nuvolari a TN. Y enumeró: “Primero, hizo una renovación completa de su casa; segundo, renovó la tienda donde trabajaba; tercero, compró el boleto de avión para viajar por Italia conmigo; y cuarto, le pidió el divorcio a este hombre”.
El joven, de 27 años, contó que una vez que se denunció la desaparición de Patricia, el celular de la mujer “estuvo encendido durante varias horas. Ella tuvo actividad en su Instagram el martes a las 18 y la denuncia se hizo cerca del mediodía”.
Una vez que Cronenbold fue demorado, el equipo no aparecía. Fue hallado recién cuando la antena telefónica captó los dos dispositivos juntos: el de Patricia y el del detenido. “Resulta que lo tenía en su poder, dentro de sus ropas, mientras estaba detenido en un calabozo. Y lo operaba con el dedo derecho que le cortó a Patricia. A partir de ese secuestro, se produce el hecho inesperado de informar dónde estaba el cuerpo”, señaló Herrera.