Inigualable: un manto blanco de sal tiñó la costa del lago Epecuén

El frío, el viento y la acumulación de sal provocan que el sulfato de sodio se cristalice y se deposite en la playa y en las ruinas de la villa, en cercanías de Carhué. Allí permanecerá durante varios meses
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  Con el regreso de los días fríos, a días de comenzar un nuevo receso invernal, un espectáculo increíble volvió a ganar las costas del lago Epecuén: nuevamente un manto blanco volvió a poblar la playa del espejo de agua salada que baña las orillas de Carhué.

   La nieve salada, como comúnmente se conoce a este fenómeno químico que se da durante los meses fríos y normalmente ocurre debido a la alta presencia de sulfato de sodio en el agua, sumado a las muy bajas temperaturas.

   Su presencia no solo se da en las orillas de la laguna, sino que también puede verse en las construcciones que aún quedan en pie en las ruinas de lo que fuera la Villa Epecuén.

El espectáculo, que volvió a darse hace una década luego de la baja del nivel de las aguas, es prácticamente algo normal para los habitantes de la cabecera de Adolfo Alsina, pero continúa siendo una grata sorpresa para los turistas que se encuentran con él por primera vez.

   Al acercarse a las orillas de Epecuén, se encuentran con un manto blanco poblando la playa, confundiéndolo con nieve o hielo. Incluso, con el correr de las horas, la sal acumulada va tomando diferentes tonalidades. Indudablemente, el atardecer es el momento en que el fenómeno termina convirtiéndose en una verdadera obra de arte de dibujos variados y multicolor. En cada día, el espectáculo toma una nueva forma y tonalidades, haciendo las delicias de los amantes de la fotografía en particular y del público en general.

  “La sal es maravillosa -afirma el secretario de Turismo de Adolfo Alsina, Pablo Ledesma-. Se trata de algo único, que no se encuentra en otro lugar del país”.

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   En ese sentido, destacó la belleza natural que ofrece este paisaje.

   “Ver el lago en los días de sol, con el cielo celeste y la orilla tomando una tonalidad verde esmeralda por la sal que hay bajo el agua, es increíble”, asegura.


Desde 2012

   Este fenómeno volvió a darse en 2012, después de unas tres décadas. Luego de las crecidas y la posterior inundación de la Villa Epecuén, había dejado de ocurrir porque el cuerpo de agua era muy extenso y, para desagotar al resto de las lagunas del sistema de las Encadenadas del Oeste, se permitía ingresar en el lago un gran volumen de agua dulce en él. Esto impedía que ocurriera el proceso de enfriamiento y la cristalización de la sal.

   Los conocedores del tema aseguran que el lago Epecuén es una salina húmeda, con mucha cantidad de sales disueltas, a diferencia de otras salinas que siempre están secas, como Salinas Grandes.

   En este marco, cuando la temperatura experimenta un descenso brusco de temperatura, como puede ocurrir con las heladas que se dan en esta región a partir del mes de junio, el agua de la laguna se enfría de golpe y esa sal se precipita hacia el fondo en forma de cristales, que posteriormente serán arrastrados por el oleaje y el viento hasta la costa. Así se forma una capa blanca de entre 15 y 35 centímetros de espesor, y 2 a 7 metros de ancho, que rodea el espejo de agua.

  En ese lugar se acumulará y permanecerá durante algunos meses ya que, en agosto o septiembre, el ascenso de la temperatura por el sol y las precipitaciones comenzarán a lavar la acumulación de sal y disolverla nuevamente en el agua.

   El fenómeno no se dio durante casi 3 décadas, aseguran, debido a la mano del hombre.

   "Había tanta agua dulce en la laguna por la inundación de 1985, que el equilibrio natural había desaparecido. La vuelta de la sal a las costas no es más que una pauta de que la laguna está recuperando su antiguo esplendor", se indicó.


Casi un siglo atrás

 

   Hace más de 90 años, en marzo de 1930, el lago Epecuén -que ya era famoso por las propiedades curativas de sus aguas- estaba cerca de convertirse en un "espeso y enorme solar cetrino".

   Era tal la sequía que sufría la región que en las páginas de “La Nueva Provincia” se indicaba que "desde las que fueran sus orillas, junto a los hoteles balnearios, el agua se ha retirado a una distancia de 1.000 a 1.500 metros y su caudal es una masa espesa circundada de cristalizaciones de sal".

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