De ser profundamente reservado con su intimidad, Luis Novaresio (58) cambió su postura en 2019. Ese año, decidió contar que estaba de novio con Braulio Bauab, un empresario inmobiliario, padre de una nena pequeña.
Dos años más tarde, un 15 de julio, la pareja se casó. Ese mismo día, once años antes, se sancionaba la Ley de Matrimonio Igualitario. Al repasar su vida y todo lo que pasó a partir de aquella salida del clóset, el periodista se anima incluso a la autocrítica: “Me reprocho mucho no haber contado antes que soy gay”.
El cambio de Novaresio fue el resultado de un proceso largo, trabajoso y no exento de miedos o dolor. Sobre todo cuando daba sus primeros pasos en la televisión rosarina, allá por los años ochenta. Su amiga, la periodista y escritora Valeria Schapira (52), compartió esa época en la que muchos murmuraban alrededor de la orientación sexual de Luis. Eran tiempos en los que la diversidad podía ser, incluso, objeto de amenazas.
Si bien Novaresio valora mucho lo que se ha avanzado en los últimos años en materia de derechos para las personas del colectivo LGBTIQ+, considera que “todavía quedan muchos prejuicios, sobre todo en los pueblitos del interior”. En una charla distendida, que Schapira catalogó como “sanadora”, ambos comparten recuerdos, reflexiones y hasta alguna confesión.
Novaresio habló del proceso que lo llevó a ser más abierto con su vida personal y repasó aprendizajes junto a su amiga Valeria Schapira.
–Los dos son de Rosario. ¿Cómo era percibida la homosexualidad en aquel ambiente en el que movían?
VS: –Creo que había mucha discriminación. Era: “Che, pero tal se la come” o “¿Esta será torta?”. Se murmuraba. No sé cómo lo viviste vos pero me parece que había mucha persecución y mucha hipocresía, ¿puede ser?
LN: –Pienso igual y más. Lo padecí en nuestro medio. Trabajamos juntos (con Schapira) en el mismo canal. Teníamos un notero célebre que se dedicaba a hacerme bullying y a hacer que el resto de mis compañeros entraran en esta cuestión. Salvo Valeria, desde ya, y un gran amigo, Néstor García, que falleció el año pasado, que al toque empezaron a hablar conmigo.
VS: –Cuando venía para acá pensaba: ¿alguna vez lo habré hostigado a Luis? Para mí siempre ha sido muy natural la libertad en todas sus formas. Pero si alguna vez no fui muy correcta, te pido disculpas.
LN: –No, no, nunca me pasó ni con vos ni con otros pocos. Con el resto sí.
VS: –A mí me encantan estas charlas porque siempre son sanadoras. Por ejemplo, al hablar de este notero. Nosotros entramos como pasantes más o menos para la misma época y este notero siempre se refería a nosotros con tono burlón, como diciendo que no servíamos para nada. Las mujeres no servían para nada y ni te digo si eras gay. Yo no sé si no hubiera sido un escándalo blanquear la sexualidad en ese momento. Aunque hubiera estado buenísimo.
(A Luis) –¿Creés que contarlo te hubiera jugado en contra?
LN: –Había que hacer un “como si”. En ese tiempo, un gran anunciante de Rosario levantó toda la publicidad, que era muy grande, de un supermercado, porque hice pública mi posición a favor de la legalización del aborto. Entonces, el dueño del canal me llamó y me dijo: “Yo estoy con vos, eh? Pero para afuera no.”
–¿Te acordás cómo fue que le contaste a Valeria que eras gay?
VS: –A mí nunca me lo contó.
LN: –Yo nunca conté. No es que un día te senté y te dije: “Soy gay”. Pero yo nunca hice ostentación de salir con una mina…
VS: –Me estoy riendo porque yo en una época estaba muerta con vos. Vos no lo sabías.
LN: (sorprendido) –No, ni idea.
VS: –Es que no sabíamos. Yo trabajaba con vos y era como que estaba, no sé si enamorada, pero a mí él me gustaba. Se decía que vos eras…
LN: –“¡El tipo es puto!”, dirían. A mí me costó un montón contar públicamente mi elección sexual, porque tenía una posición errada, equivocadísima, de que contarlo era discriminar. La heterosexualidad no se cuenta, yo decía. ¿Por qué tengo que contar mi homosexualidad?
–¿Por qué ahora sí creés que es importante decirlo?
LN: –Porque lo viví. Cuando lo contamos, a partir de que me pongo de novio con Braulio, se produjo una catarata de buena onda en un 95%. Osvaldo Bazán dice que siempre hay que estar preparado para que en algún momento te digan puto de mierda. Y es verdad, sigue pasando. Pero a partir de eso se produjo una catarata, no solo de gente inesperada, que salió a decir “che, qué bueno, cuánto me alegro que estés bien, se te ve feliz, estás mejor”, sino lo otro: “Che, gracias a vos pude hablar con mis viejos”.
VS: –Lo que pasa es que cuando habla un referente, una persona respetada, legitima.
LN: –Pero ojo. Cuando hice pública mi elección sexual una persona muy importante del medio me dijo: “Qué error cometiste, vas a perder público”. Y yo te juro que en un momento me asusté.
VS: –Bueno, pero siempre se pierde cuando uno elige. Público, amigos o familia. Lo bueno es poder elegir. Y celebro que lo hayas contado porque hay que ser auténtico.
(A Valeria) –¿Qué es lo que más duele de tener un amigo dentro del clóset?
VS: –A mí me duele que la gente no viva la vida que quiere vivir. Porque estamos acá para ser felices y para vivir de acuerdo a lo que tenemos ganas. No sé por qué ese morbo que supo haber de querer saber, como pasó en su momento, si a Luis le gustaban las mujeres. Era algo que se preguntaba. ¿En qué cambia la credibilidad de alguien? Hay como un morbo que se ha aligerado. El clóset es mental. Uno no tiene que salir de nada.
LN: –Sí, se ha aligerado en nuestro medio, en la Capital, en Rosario. Pero te corrés un poquito y sigue habiendo una cuestión bastante homofóbica. Yo siempre digo que la Argentina es un país homofóbico y antisemita.
–¿Vos lo padeciste? ¿Te acordás de algún episodio?
LN: –¿Uno? Millones. Te voy a contar uno de hace mucho tiempo y otro del viernes pasado. Uno fue con un intendente de la ciudad de Roldán (Santa Fé), un personaje clásico de la política oscura, de quien nosotros demostramos con pruebas que tenía ñoquis de su familia en el Congreso de la provincia. Estábamos al aire y le digo: “Yo puedo decir de usted….”. Y él me interrumpe y me dice: “Y yo puedo decir de usted tantas cosas. ¿Quiere que empiece a decirlas?”. Yo me aterroricé. La productora cortó el programa, fuimos a un corte y se cambió de tema. Yo debí haber seguido, porque, aún siendo puto, el tipo tenía ñoquis en el Congreso.
VS: –Qué bajeza. ¿Y vos no estabas preparado para decirle: “Sí, ¿sabe qué? Soy puto”.
LN: –No. No estaba preparado. A mí también se me jugaba que con mi pareja de entonces habíamos decidido no hacerlo público porque también él se iba a sentir incómodo.
VS: –Claro, el contexto. Nosotros estamos hablando en 2022, en Buenos Aires. Yo me divorcié a los 34 años, iba a comer sola a los restaurants y la gente me miraba como si fuera la loca del muelle de San Blas. Como si pensaran: “Pobre mina”. Imagínate que un periodista fuera puto.
LN: –Pero mirá el viernes. Nos reunimos en Rosario con mis compañeros de primaria. Había gente a la que hacía 45 años que no veía. Y cuando vos te juntás con cincuentones, en algún momento hablás de enfermedades: que el reuma, el colesterol... y alguien mencionó que se había hecho una colonoscopía. Y uno de mis compañeros, queridísimo, dice: “No, no. Yo no me voy a meter eso por el traste” y vio que estaba yo enfrente. Digo, hoy sigue habiendo un prejuicio de que hacerte una colonoscopía aumenta el riesgo de ser gay. Otro ejemplo es el vestuario. Yo voy a entrenar y alguna vez vi gente que se iba del vestuario porque estaba yo. Todavía me tengo que desnudar para cambiarme, no encuentro otro modo.
VS: –Claro ahora somos todos inclusivos, gay friendly, pet friendly, edadistas friendly, pero en realidad sigue aflorando el “puto de mierda”, el “judío de mierda”, el “negro de mierda”, la “mal cogida”, todo eso está. Subyace y, en algún momento, el inconsciente habla.
(A Luis): –Volvamos a la escena del intendente. ¿Qué miedos creés que te surgieron en ese momento?
–Esencialmente, el miedo a que no me quisieran. El ser gay con todo este costado de temor, ocultamiento y clandestinidad –la clandestinidad fue horrible siempre- tuvo una ventaja: a mí me incentivó a ser mejor de lo que era. Cuando uno dice que es gay tiene que demostrar el doble de lo que es capaz.
–¿En qué ámbitos?
LN: –Todo el tiempo, sobre todo en el deporte. Entrenabas más para demostrarte que ser gay no te hacía menos fuerte físicamente. La homosexualidad estaba teñida por una supuesta debilidad física en el estereotipo nuestro. Yo nadaba y después me vine a enterar que los mejores nadadores de mi época, o buena parte de ellos, eran gays.
–Decías que el miedo esencial era a que no te quisieran. ¿Quiénes?
LN: –Primero, mi familia. Pienso que mis viejos hicieron lo mejor que pudieron. Mi viejo murió cuando yo era bastante chico y recuerdo cuando me llamó para decirme: “Estás bien?” Sí, le dije. “¿Estás bien en serio?”, insistió. Sí, papá, estoy bien, le dije. Y él me contestó: “Porque lo único que quiero es que estés bien”.
–¿Nunca fue explícito entre tus padres y vos?
LN: –No, pero hay cosas que son dos mas dos: tenés veinti, no tenés novia…
VS: –No comprabas la Playboy…
LN: –Bueno, mi vieja me encontró una vez una Playboy
VS: –¿De porno gay?
LN: –Sí, de porno gay.
–Tu mamá te escribió una carta…
LN: –Sí, con mi vieja saldé todas las deudas. Ella solía escribir. Esa vez ella me dice que está orgullosa de mí. Pero que lo que más le dolía era que se terminaba el apellido conmigo. De hecho, es real, se termina. Y yo lo sentí como un peso horripilante.
–También hay que pensar que en aquel momento la paternidad era biológica o no era.
LN: –Mi esposo, que tiene tres años menos que yo, me contaba que cuando le contó a una de sus hermanas que era gay, lo tomó mal. Se descompuso físicamente. Y le dijo: “Lo que yo más lamento es que no vas a tener hijos”. Porque no se barajaba esta posibilidad. Hoy tiene a Vera (3) con una amiga.
VS: –Pero fijate todo lo que deconstruyeron ustedes. Eso está buenísimo para el afuera. ¿Quién dijo que uno tiene que ser heterosexual y tener una pareja mujer para tener hijos? ¿Quién dice cómo tienen que ser las cosas?
–Y en aquel momento ¿qué otros mandatos sociales se suponía que venía a cuestionar la homosexualidad?
LN: –La monogamia. Lo puedo ver mucho más tarde. Es horrible hacer generalizaciones, así que pido disculpas por esto, pero la vida gay es mucho más libre. Es mucho más fácil que vos conozcas una trieja gay o parejas abiertas gay que eso mismo en parejas heterosexuales.
VS: –Es que, en realidad, hay un montón de supuestos monógamos con parejas abiertas no declaradas. A mí, mis amigos putos, me han contado unas historias divertidísimas de levante, que yo disfruto mucho. Todo eso existe en el mundo hétero.
LN: –Pero clandestino.
VS: –Es como mucho más hipócrita el mundo hétero.
LN: –Lamento decirles a los heterosexuales que la homosexualidad es más divertida. Aunque tiendo a creer, tratando con chicos más jóvenes, que hay una tendencia a romper incluso el cliché de homosexual y heterosexual. Está como muy pasado de moda.
VS: –Igual yo no sé si para las lesbianas es igual que para los gays.
LN: –No, quedan prejuicios. Y ni hablar los chicos trans. En los pueblos sigue siendo muy difícil, pero en las grandes ciudades se tiende un poco a que esto se vaya desdibujando. Con lo cual (la mira a Valeria y ríe), ¿quién te dice que no estamos a tiempo de engancharnos nosotros?
–Entiendo que, en tu decisión, tuvo que ver mucho tu relación con tu marido. Pero internamente, ¿qué te hizo decir, hace unos años, “ahora sí lo cuento”?
LN: –En realidad me sacaron del clóset a los sopapos.
–Bueno, pero te dejaste sacar. En otro momento no hubiera sucedido.
LN: –Sí, y lo contamos felicísimos. A partir de algunas fotos que empezaron a salir en algunos portales en donde nombraban a Braulio como “el chongo de Novaresio”, él me dijo: “Pará, va con onda. Soy un empresario, tengo una hija, no soy chongo de nadie. Contémoslo”. Y me pareció que estaba bien. Yo estaba muy feliz con lo que me estaba pasando.
–Había mucha presión mediática también.
LN: –Sí, muy desagradable. Se produjeron publicaciones espantosas.
–¿Cuán importante es dar tiempo a que la otra persona esté preparada a la hora de contarlo?
LN: –Muy. Yo detesto cuando a las personas las sacan del clóset de prepo. Me parece un acto de autoritarismo. Y pasa. La sexualidad está inevitablemente relacionada con el placer y con el goce y es muy intolerable para muchos que algún otro la pase bien. Que disfrute. Por frustración propia. Nosotros sabemos que hay colegas que han decidido preservar su intimidad. ¿Con qué derecho me voy a meter a contarlo? Me encantaría entusiasmarlos y decirles: “La vas a pasar bien porque te quieren no por la persona con quien te acostás, sino por lo que decís o pensás”. Pero bueno, es un proceso de cada uno.
–Hoy, con el diario del lunes, ¿por qué te costó tanto poder decirlo?
LN: –Yo me reprocho no haberlo hecho antes. Por miedo, las circunstancias, el estar con alguien que dijera: “yo prefiero que no”. Miedo a que no te quieran, a valer menos, un problema severo de autoestima. Uno hace lo que puede cuando puede. Pero me parece que hubiera ganado mucho más personalmente de haberlo dicho antes. Hasta podría haber tenido más levante (risas).
Lorena Oliva