La cita ya no sorprende a nadie: 4 de cada 10 argentinos son pobres. Pareciera que, de tanto repetirlo, la realidad perdiera crudeza. Pero no. Esos 4 de cada 10 son personas -de carne y hueso- que no tienen cubiertas sus necesidades básicas. Y, entre ellos, la mayoría son niños. Tal vez ese dato causa mayor impacto en la sociedad: 6 de cada 10 niños en Argentina no puede acceder a lo mínimo que necesita para su desarrollo. Ya ni que decir de tener la oportunidad de mejorar sus condiciones de existencia.
Pero las estadísticas tienen aun un dato más que nos interpela. O debería. Hay un indicador que ni siquiera se nombra: 1 de cada 10 argentinos pasa hambre a diario. Decirlo causa dolor, no puede más que atravesarnos. O debería. Un 10% no es más que un índice, pero ese valor no es abstracto cada uno de esos "1 de cada 10" no sólo tiene hambre sino también un nombre, un rostro, una historia. Posiblemente también frío extremo y, tal vez, una dosis de esperanza.
“La pobreza y la indigencia se ha ensañado con nuestros compatriotas", expresó Nicolás Meyer, director ejecutivo de Cáritas Argentina durante la presentación "Radiografía de la pobreza en Argentina, ¡es urgente acortar distancias!" en la que se presentaron datos de un país que muchos prefieren ignorar antes que cambiar. "Los números hablan por sí solos y cada número tiene un rostro, una historia de sufrimiento y desesperanza que tenemos que revertir de manera urgente. Millones de familias argentinas viven una situación dramática, que requiere de un notable esfuerzo de coordinación y logístico, para llevar atención material y contención espiritual a los argentinos más necesitados”, explicó Meyer durante la presentación.
La radiografía que presentaron el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA) y Cáritas Argentina es contundente y exhaustiva. Muestra cómo se cruzan diversos factores y dejan al descubierto por qué es urgente achicar la brecha o, parafraseando el lema de la colecta anual de Cáritas, "acortar distancias" apelando al compromiso de cada ciudadano..
"Hay 5687 villas o barrios populares en nuestro país" señaló monseñor Gustavo Carrara -"el obispo villero", como algunos lo conocen por su labor en los barrios vulnerables de Buenos Aires- y agregó: "Son miles de familias con acceso muy limitado a servicios básicos. Ahí está el núcleo duro de la pobreza. Son barrios de trabajadores que tienen deseos: una tierra para tener su hogar y un trabajo para sostener a sus familias. Tierra, techo y trabajo son los anhelos de todos los argentinos”.
Carrara, que es vicepresidente de Cáritas Argentina y referente de la Pastoral en Villas de Emergencia, conoce los pasillos y se encuentras con las familias. Sabe de qué habla cuando dice que "en estos últimos años la brecha se ha agigantado y han aumentado los pobres y los indigentes. Esta es la verdadera brecha en la Argentina".
Durante el encuentro, Agustín Salvia, director del ODSA-UCA, insistió en que "una parte importante de la sociedad no logra cumplir sus sueños y muchos ni siquiera satisfacer sus necesidades elementales". Asimismo, remarcó un hecho que agrava la situación: no se trata de una situación nueva sino de un problema de larga data contra el cual el Estado no logra dar con la respuesta adecuada. “Hay un 60% de la población que ha sido pobre en algún momento en los últimos años, alrededor del 30% lo ha sido de manera permanente; mientras que sólo 1 de cada 3 argentinos no conoce la pobreza. Tenemos que dar respuestas estructurales a esto, políticas de desarrollo que atiendan los problemas urgentes de la gente a través de la educación, la salud, el empleo y el trabajo, y también políticas activas que atiendan la pobreza estructural", detalló.
En este sentido, fueron contundentes las palabras de Meyer. "El sistema actual genera pobreza y exclusión, pero a la vez hay muchas experiencias de trabajo y de superación. Necesitamos crecer en trabajos dignos, decentes que disminuyan la brecha social”.
La radiografía sirve como diagnóstico, pero no resuelve nada. Es necesario leer los datos, entender el dolor extremo que reflejan, ver el quiebre de la sociedad en esas cifras, y actuar en consecuencia. Es urgente tomar acción. Y en esa línea se encuentra, justamente el trabajo que Cáritas realiza e cada rincón del país. "Ponemos mucho el corazón en los espacios educativos. Son espacios donde se reciben a niños, jóvenes y adultos que empiezan o concluyen sus estudios. Estamos educando, acompañando y caminando con quiénes quieren hacerlo", contó Rosa Garzón, directora de directora de Cáritas Laferrere, y enfatizó que el foco de Cáritas no es sólo brindar asistencia alimentaria sino más bien en la educación. "Muchos de los jóvenes que participan de nuestros espacios y actividades transitan el camino de la adicción y tenemos que acompañarlos. Queremos motivarlos a soñar a pesar de estar en un lugar muy oscuro", declaró.
En esta realidad, la colecta annual de Cáritas, que se realizará este fin de semana en todo el país, adquiere particular relevancia. "Es el momento en el que salimos de nuestros espacios de servicio a cada esquina a encontrarnos para que se sumen con su aporte. Todo suma, cualquier aporte por más pequeño que sea ayuda muchísimo a acortar esas distancias", concluyó Meyer.