Los que consideraron que la renuncia de Matías Kulfas fue una nueva muestra de que "el presi no puede bancarse una mirada fija de su vice" también dieron cuenta de que la llegada de Daniel Scioli es una muestra que pretende seguir siendo el presidente de la Nación hasta 2023 "incorporando al gabinete a un candidato presidencial, a un maltratado por la dupla Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa" y ratifica que él no quiere ser un "estorbo" de cara a las elecciones del 2023.
"Una cosa no es incompatible con la otra. Con Cristina Fernández de Kirchner no se va a pelear aunque lo enoje y crea que a través de su hijo Máximo Kirchner dinamitan cualquier buena noticia que el Gobierno pueda impulsar", contó hace ya tiempo un encumbrado funcionario nacional que sabe qué, a diferencia de lo que sucede con La Cámpora, en el nonato albertismo no se pueden decir cosas que provoquen malestar en el otro sector.
La designación de Daniel Scioli suma al gabinete a un actor con peso propio, que puede hablar con los gobernadores de igual a igual y a quien la mayoría de ellos respeta. Políticamente hablando, es muchísimo más que Matías Kulfas, a quien siempre se lo veía en un rol técnico, casi gris, siempre acechado por los funcionarios puestos por el Instituto Patria que provocaban más atrasos que avances en cada gestión productiva.
En una reunión de peronistas históricos, en la que participan un puñado de intendentes y gobernadores, reconocieron que "Scioli es un nuevo socio con poder en su gabinete. Alberto se ve en salida, renunció a su intento de reelección, al menos por un tiempo. Ustedes saben cómo es todo en este gobierno, que la mayoría de las decisiones funcionan por menos de una semana", aseguró uno de los asistentes.
En ese mismo espacio, los jefes comunales peronistas, uno de ellos del interior bonaerense, reconocieron que desde "hace un par de meses está todo trabado. Te marcan la cancha para ver con quién jugás. Y si dependés de la firma de alguien de La Cámpora, tenés que esperar sentado", aseguró.
Efectivamente, en la concepción original del Frente de Todos, tal cual lo recuerdan desde Fernanda Vallejos hasta Andrés "El Cuervo" Larroque, Alberto Fernández era el "escribano" que homologó la sociedad entre el kirchnerismo representado por Cristina Fernández de Kirchner y el peronismo más tradicional y territorial, de los gobernadores, los intendentes y el Frente Renovador. Como los primeros no tenían a nadie que los unificara, quien quedó como socio minoritario, pero socio al fin, fue Sergio Massa.
Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, bajo esta lógica, fueron los que le permitieron a Fernández armar un gobierno y hasta designar ministros y secretarios a su antojo, siempre bajo la tutelada mirada de ambos, que integraron cada ministerio con funcionarios de su confianza extrema.
Con el correr del tiempo, menos de un año, quedó demostrado que los únicos que tenían que presentar sus renuncias ante cualquier incomodidad eran los albertistas. Marcela Losardo, María Eugenia Bielsa, Felipe Solá, Agustín Rossi, Nicolás Trotta, Sabina Fréderic, Ginés González García y ahora Matías Kulfas son todas propuestas del presidente para su primer gabinete. Él, en cambio, no pudo siquiera sacar a un secretario de Energía como Federico Basualdo, nunca incomodó a Sergio Berni ni tampoco pudo contar con la complicidad del gobernador Axel Kicillof para que hiciera su parte ante una persona que siempre lo hostigó y hace quince días lo trató de borracho.
Santiago Cafiero, el negociador con el cristinismo tras la derrota de las PASO, tuvo que abandonar la jefatura de Gabinete y recalar en la Cancillería mientras que su contraparte, Wado De Pedro, se quedó y se transformó en candidato. "Se tendrían que haber ido los dos, y si me apurás, sólo Wado", soltó un confidente ofical.
"¿Te dás cuenta por qué estamos todos obligados a hablar en off?" confió uno de los primeros que se fueron. "Ellos (por La Cámpora) pueden hacer y deshacer, tratarnos de idiotas, okupas o amigos de los empresarios, pero si vos contestás, te mandan a guillotinar. Así no hay nadie que se la juegue por Alberto, y eso es muy peligroso para un presidente que lo único que cuida es la unidad del Frente de Todos, que no alcanzó hace siete meses para ganar una elección", indicaron.
Fernández buscó en Scioli un nuevo pararrayos. El flamante ministro conoce lo que es "sufrir" los retos y reproches públicos de la vicepresidenta, cuando tuvo que compartir el espacio del Senado de la Nación durante su vicepresidencia con Néstor Kirchner y, como gobernador, sufría lo indecible para que le enviaran los fondos indispensables para, entre otras cosas, pagar los sueldos.
También sufrió el reproche y la reprobación de Massa, con quien estuvieron a punto de construir un frente común en 2013 y nunca sucedió. Malena Galmarini, inclusive, lo sacó de su lista de invitados a pesar de la cercanía de ambos hogares, uno en Rincón de Milberg y el del exgobernador en La Ñata, en el partido de Tigre, cuando el actual presidente de la Cámara de Diputados de la Nación sufrió un sospechoso robo en su hogar, previo a las elecciones de aquel año.
"Si la vida te da limones, hacé limonada. No te quejes", grafica un viejo dicho popular. Quizás emulando a Juan Domingo Perón cuando en 1943 le crearon la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, Daniel Scioli siempre hace mucho más con lo que le dan. Lo hizo con una categoría motonáutica que tras su accidente volvió a ser tan desconocida como antes de su llegada y lo mismo hizo en el Ministerio de Turismo. En eso es muy parecido a Massa, el inventor del nuevo ANSES, aunque con él funcionaba mucho mejor que ahora.
En la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, su recordado color naranja irritaba a propios y opositores, pero marcaba agenda. Su gobernación no fue de las más brillantes, pero es recordada, al menos, porque sufrió más de cuarenta días de paro de Roberto Baradel, el sindicalista docente que no dijo nada cuando su aliado Kicillof cerró las escuelas por casi un año.
Con su cercanía ministerial, Martín Guzmán no se sentirá tan solo mediáticamente, aunque tampoco hace mucho en ese aspecto. Las críticas y demandas de Máximo Kirchner no cesarán, y podrían ser peores, ahora que se expuso otro motivo de pelea, el mega proyecto del oleoducto a Bahía Blanca, que además, sería innecesario si se utilizara el ya existente a Chile, por lo que en pocos meses se podría exportar a través del Pacífico al resto del mundo. Quizás Scioli, como es, se anime a impulsar esta discusión.
"Cristina y La Cámpora siguen creyendo que la salida es con China y Rusia y no por los Estados Unidos o Brasil", y ese es el centro de la discusión. Es muy difícil cuando la cabeza pide ir hacia el occidente y las extremidades inferiores caminan hacia el oriente.
Quizás las próximas PASO del Frente de Todos ayuden a discutir el rumbo de un gobierno que hoy no lo tiene. Ah... por supuesto, Daniel Scioli ya se anotó en enero.