El presidente Alberto Fernández se quejó hace unas semanas por el precio de la ropa en la Argentina. Es lógico. En las últimas mediciones del costo de vida del Indec, el rubro textil está a la cabeza de los aumentos.
El mandatario se preguntaba por las causas de esta situación y se mostraba defraudado por los empresarios del sector. No es para menos. Desde que llegó al Gobierno, esta industria goza de una protección contra la competencia importada. En parte, por una cuestión ideológica de cerrarse al mundo, pero también porque la falta de dólares en el Banco Central no permite abrir las fronteras al comercio internacional.
Esta política es tal que el actual secretario de Industria, Ariel Schale, es una de las figuras de la Fundación ProTejer, una entidad que tiene una larga tradición en hacer lobby contra los productos importados.
Los empresarios textiles intentaron dar algunas explicaciones ante el reclamo presidencial como, por ejemplo, la falta de oferta. Dijeron que hay que tener mayor competencia y para eso hay que producir más, aunque el contexto económico actual no es el mejor para avanzar en ese sentido. No hablaron, para nada, de competir con el exterior.
La discusión sobre los precios de la indumentaria en la Argentina data de hace décadas y una economía cerrada es una de las causas más importantes. Los precios de la ropa en otros países son mucho más bajos de lo que se ven en las vidrieras locales donde un mercado cautivo permite estos excesos. Más en estos tiempos en los que viajar al exterior también es caro y quienes acostumbraban a vestirse en las grandes tiendas de Europa o Estados Unidos, no tienen otro remedio que caer en el comercio argentino.
Un informe de la consultora Sinrgeman & Makón, realizado en 28 ciudades del mundo y varias argentinas muestra que la ropa en el país tiene los precios más altos a nivel internacional.
Salvo Shanghái, los precios de la ropa en el país, medidos al dólar oficial, están por arriba de todas los valores del exterior.
A la ciudad china, que encabeza el ránking, le siguen cinco argentinas, en el siguiente orden: Mendoza, Salta, Iguazú, Bariloche y Buenos Aires.
Luego vienen Bangkok, Madrid, Londres, Roma, Sidney, Dubai, Tokio, París, entre otras como Nueva York y Miami, Las más baratas son La Paz, Asunción y Bogotá.
El informe señala que “en base al relevamiento realizado, el costo promedio de una canasta de indumentaria en la totalidad de la muestra es de US$614. En este sentido, la ciudad menos competitiva en relación a los precios de indumentaria es Shanghái, con un valor promedio de US$812, seguida por las ciudades Argentinas, con un valor de US$785 a tipo de cambio oficial, US$171 por encima del promedio total de la muestra. Por su parte, la ciudad más competitiva del relevamiento es La Paz, con un promedio total de canasta de indumentaria de US$257 (US$356 por debajo del promedio)”.
Para tener una idea, el costo de la canasta de indumentaria en Mendoza, la más cara del país y la segunda en esta encuesta, es de US$795. El mismo valor corre para Salta.
Si bien en el país, al hablar de dólares, se maneja en la cotización “blue”, que los valores al cambio oficial estén a la cabeza del ránking, es una señal del atraso cambiario.
La canasta de indumentaria está compuesta por productos de marcas internacionales que se encuentran en todos los países. Por ejemplo, jeans Levi’s, zapatillas Nike, chombas Lacoste, anteojos Ray Ban, entre otros.
Tomando el tipo de cambio “blue”, las ciudades argentinas pasan a ser competitivas y se ubican en la parte más baja de la tabla y quedan sólo por arriba de La Paz y Asunción.
Medido en el cambio marginal, “el costo promedio de una canasta de indumentaria en la totalidad de las ciudades argentinas analizadas en este estudio, es de US$454, siendo US$100 menor que el promedio de la totalidad de la muestra”.