El problema no es la ballena o el Libertador
La dirigencia política y, particularmente, el Gobierno nacional suelen desgastarse en gestos fútiles que nadie pide y ni siquiera están en la agenda sensible de la calle. La presentación de los nuevos billetes da justo en el blanco, ya que, mientras se erogan recursos para renovar los diseños, el problema de fondo sigue sin solución.
Concretamente: la depreciación de la moneda nacional y la pérdida del poder adquisitivo de la población, que es el principal inconveniente que enfrenta un Ejecutivo debilitado por sus propias internas y desacertado en las fórmulas para frenar la espiral.
El problema del dinero no está en si hay una ballena o un libertador. No basta con declamar la soberanía económica si en las góndolas no podemos elegir el mejor precio porque la herramienta que impulsaron para combatir los aumentos constantes no hace llegar esas ofertas a las provincias. Lo paradójico del caso es que, en el mismo día en que presentan el nuevo papel moneda, el responsable de esta “guerra” declarada por la Casa Rosada decide dar un paso al costado por sus discrepancias con la política económica. Donde no se puede dar coherencia ni certeza, que es en la unidad del discurso y de la política, se maquilla con valores que han ido perdiendo peso paulatinamente en los últimos años, y nada parece detener esta caída.
En épocas en las que se promete dolarizar la economía, como quien sopla y hace botellas, el debate sobre este tema tiene que ser cómo fortalecer la moneda nacional, pero también los bolsillos.