Todo empezó con una molestia en la pelvis. Era octubre de 2018 y, en un principio, los padres de Nicolás Gado (12) se lo atribuyeron al deporte. “Pensamos que era por jugar al fútbol pero, con los días, el dolor fue incrementando. Fuimos a su pediatra, le hicimos una placa y nos derivó con un traumatólogo. Hicimos una interconsulta con otro traumatólogo y los dos nos dijeron lo mismo: reposo. Hasta que llegó un momento en que mi hijo no podía caminar más”, recapitula su mamá, Paula Mouras (47).
Finalmente, después de consultar con un tercer traumatólogo, a Nico le diagnosticaron sarcoma de Ewing: un tipo de tumor que se forma en el hueso o el tejido blando.
Lo que siguió, cuenta su mamá a Infobae, cambió la vida los Gado de un día para el otro. “Nico siempre fue muy inquieto y curioso. Pero cuando empezó a recibir tratamiento oncológico no podía estar haciendo vida del todo ‘normal’, porque estaba inmunodeprimido por la medicación”, dice Paula.
Se acercaba el verano de 2019 y, previendo que el mayor de sus dos hijos no iba a poder ir a la colonia, a Paula y su marido, Patricio, se les ocurrió ponerse en contacto con Romina Serrano (35), una profesora de dibujo y pintura, y estudiante de artes plásticas, que había sido niñera del primo de Nico. Así fue que Mimi, como la llaman cariñosamente, llegó a sus vidas.
Los Gado son de City Bell, La Plata; Mimi de Gonnet. Durante dos años y medio, la artista pasó las tardes de los sábados en la casa de Paula, Patricio y Matías (el hermano menor de Nico). Del otro lado del teléfono Mimi carraspea antes de responder sobre el vínculo de amistad que forjó con Nico. “Yo lo veía como un pequeño gigante. Es difícil describirlo. Se me cruzan imágenes, flashes de su sonrisa, de letras, de líneas no sé… Cuando estábamos juntos era un momento donde la imaginación volaba”, dice.
Lo primero que hicieron fue pintar un mural en la habitación de Nico. La temática fue de Star Wars (La Guerra de las Galaxias) porque él era fanático. “Los personajes están mirando hacia un sol. Nunca le pregunté a Nico por qué eligió esa imagen, pero después de todo lo vivido siento que tiene un sentido un muy profundo”, asegura Paula.
El primer año de tratamiento fue duro. “Había que internarlo cada 15 días y debía tomar medicación cada dos horas. En todo ese proceso a mí me dio mucha fuerza que Nico tuviera motivación para pintar. Él encontró en el arte su forma de seguir teniendo momentos de felicidad. A pesar de que varias veces no estaba en condiciones, y que, por momentos todo era insoportable, él apenas se sentía bien, se daba la posibilidad de crear”, apunta su mamá.
Un mundo de fantasía
Diez meses después, a fines de 2019, los resultados de distintos estudios indicaban que el tratamiento de Nicolás había sido efectivo. Era noviembre y los Gado festejaron con un viaje a Mar Azul. Sin embargo, a los pocos meses, un dolor en el coxis encendió nuevamente las alarmas. “Le hicieron una biopsia y a partir de ahí no hubo descanso: el tumor se trasladó a la cadera, a la columna… lo último que le afectó fue el brazo izquierdo”, explica Paula.
En ese contexto, Nico empezó a construir un universo paralelo en el que era un detective. En hojas sueltas, que manchaba a propósito con café, dio vida a un diario que se publicó días después de su muerte.
Lo tituló “El investigador” (Editorial Vuelta a Casa). A lo largo de sus 144 páginas, escritas en letra cursiva y con ilustraciones (algunas realizadas por él, otras por Mimi), creó un mundo con seres fantásticos y sobrenaturales donde hay desde niebla mortal, hasta un campamento con unicornios, elfos y duendes. Parte de su inspiración, dirá su mamá, se basó en la saga Gravity Falls. “Durante las internaciones, Nico devoraba esos libros. De hecho, el formato que él propone en el suyo es muy parecido”, cuenta su mamá e insiste en que el “arte terapia” fue clave para transitar ese momento.
“Él tomaba muchísima medicación para el dolor, pero creo que sus encuentros con Mimi fueron tanto o más importantes. Si hay algo que me enorgullece es que, a pesar de lo sumergidos que estábamos en la enfermedad y los tratamientos, como padres, pudimos habilitar la posibilidad de que el arte entrara a casa. Mimi fue clave para nosotros y para Nicolás”, asegura Paula.
Durante los años que acompañó a Nico, Mimi dice que, a pesar de la diferencia de edad entre ellos, entablaron una amistad muy profunda. “Yo aprendí mucho de Nico. Para mí la palabra clave es ‘transformar’. Nico me enseñó eso. Más allá de que estaba mal, él siempre buscaba la manera de aprovechar el momento juntos. Muchas veces decía que dibujaba mal. Entonces, una de las cosas que yo le planteaba era que se permitiera hacer lo que imaginaba y se riera de eso. Una especie de: ‘El dibujo me salió así y me hago cargo’”, dice Mimi.
Una sorpresa
Los últimos días de Nico fueron duros. “Él estaba muy cansado. Se movía muy poco, dormía bastante. El libro ya se había mandado a imprenta, pero no se hablaba mucho de la presentación”, recapitula su mamá. Murió el 6 de noviembre de 2021. Días después los Gado recibieron los primeros 200 ejemplares de El investigador. “En la tapa dice ‘Diario 1′ porque su idea era continuar con la saga. De hecho había avanzado con algunos apuntes”, explica su mamá.
Para Mimi, revisar las páginas del libro de Nico fue una verdadera sorpresa porque, si bien lo había asesorado con las ilustraciones e incluso ella misma había realizado algunas, no estaba al tanto del contenido: Nicolás lo mantuvo en secreto hasta el último momento.
En diciembre del año pasado, los Gado decidieron presentar el libro de Nico en el jardín de su casa con una reunión pequeña a la que asistieron amigos y familiares. “Empecé a leer algunas páginas y era como que escuchaba la voz de él. Tuve que darme un tiempo para leerlo: lo hice de a partes. Tampoco quería terminarlo porque, de alguna manera, llegar al final se asimilaba a la realidad”, dice Mimi.
En "El investigador", Nico juega a ser un detective y crea un mundo con seres fantásticos y sobrenaturales
En la foto del señalador que acompaña el libro, Nicolás mira a cámara y sonríe haciendo el gesto de la “V” con los índices y anulares de ambas manos. Lleva puesto un gorro de lana, un tapabocas que tiene a la altura de la pera, y un buzo negro de Star Wars. “Si algo aprendí en todo este tiempo de trabajo y estudio y de interés por lo sobrenatural es qué, ahora sé cómo dibujar, observar con más detalle cada criatura. Ser y suceso descubierto”, escribió el adolescente en una de las últimas páginas.
El pasado viernes 20 de mayo de 2022, Nicolás hubiera celebrado cumpleaños número 16. Un día después, su familia lo homenajeó con un encuentro en la biblioteca “Del otro lado del árbol” de La Plata, donde Nico se había comprometido a llevar algunos ejemplares.
“De las ventas del libro, un porcentaje de lo recaudado lo guardamos para reimprimir y, el restante, decidimos dárselo a Mimi”, dice la mamá de Nico y, antes de despedirse, pide dejar su mail al final de esta nota para quien así lo sienta se ponga en contacto con ella.
“Estoy tratando de buscar una manera de serle útil a otro. Siento una fuerza muy profunda que me transmite Nico. Si yo puedo, en algún momento, ayudar o acompañar a alguna familia que haya transitado o esté en una situación similar a la que tuvimos nosotros para mí sería maravilloso”, explica Paula.
Y cierra: “A veces los adultos minimizamos o subestimamos el deseo de los pibes. Si bien la situación de Nico era extrema, nosotros pudimos escucharlo. Los jóvenes siempre dicen. El tema es qué ganas tenemos de poner el oído”.