Paro municipal: hace 26 años que vivimos la misma historia y ya estamos hartos
¿No están hartos de esta historia de canastos llenos de bolsas de basura, de un Intendente acusando a todos de tener la culpa y nunca hacerse cargo de la suya, de un Sindicato que se calló dos años y se aguantó que les robaran el sueldo y de repente se despierta y lleva las cosas al extremo, como hace siempre? ¿Acaso no sabemos todos como va a terminar este tema?
Los empleados impiden el ingreso al corralón. Moccero amenaza con una denuncia penal.
Los trabajadores llenan el hall municipal con bombos, gritos, mateadas y nadie puede trabajar. Siempre los perjudicados son los vecinos que pagan tasas astronómicas por servicios que normalmente se prestan de muy mala manera y cuando hay paro directamente no se prestan.
¿Merecen los trabajadores ganar más? Por supuesto, es una pregunta de obvia respuesta.
¿Alguien ignoraba que el tema iba a explotar y que pasaría lo que estaba pasando?
Todos los sabíamos. El Intendente también.
Entonces, ¿por qué siempre tira al máximo de la cuerda y busca la confrontación, la pelea, la amenaza, el sobresueldo a los que necesita, la denuncia a quienes le hacen frente?
Si sabe lo que va a pasar, por qué no lo evita.
Porque no puede, lo supera el ego, el patronismo de estancia, el tenerla más larga que el resto.
Lo que no se da cuenta Moccero es que para la gente ya no es el patrón de estancia y se ha transformado en una especie de luz mala.
El intendente al que otrora nadie se le animaba ahora es denostado en las redes, sus decisiones son seriamente cuestionadas, la gente le reclama tanta promesa incumplida. Hasta de mentirosos serial lo tratan.
Pero no se da cuenta. O la va de vivo.
Se cree que es un salvador porque le aumentó un 25% las becas a estudiantes que viven con una inflación bianual del 150%. Él y sus concejales celebran que en lugar de comprar un kilo de carne ahora esos chicos deban conformarse con 150 gramos. ¿Dónde viven? Lloran porque no les alcanza un 35 de aumento en las tasas y suponen que un 25% en las becas es suficiente?
Se derrumba el castillo de naipes de la carrera de Contador Público. ¿Y cuál es la solución? Echarle la culpa a la funcionaria que él mismo destinó para que la ponga en marcha. Eso es ser ladino, ¿o no?
Mientras tanto, la Terminal, emblema de sus gobiernos anteriores, sigue juntando desgastes en su estructura y no aparece quien se haga cargo de una obra que conlleva peligros, con antecedentes de derrumbes e idas y vueltas que podrían incluir sobreprecios, entre otras nimiedades. ¿Quién va a tragarse un litro de cicuta a sabiendas?
La ruta consolidada a Huanguelén por Primavera es otro fiasco, sigue siendo un desastre. Y dale que va con las promesas que no se cumplen.
El mercador frutihortícola, la fábrica de bolsas de cebolla, los eternos conflictos siempre convenientemente tapados en el Hospital, el desmanejo – por ser suaves en la calificación – del Corralón Municipal, conflicto recurrente, esté el gobierno que esté y al que nadie le pone el cascabel.
No es gratis lo que sucede, por eso la aplastante derrota que se comió el oficialismo en la última elección. Perdió en las tres colonias, lo palizearon en Huanguelén, perdió en Suárez.
¿Cuándo se va a dar cuenta que debe cambiar? Así no va más.
Lo salva un pueblo de mansos, de gente que evita los problemas, que todavía le tiene respeto sumo al apellido, que recuerda con cariño al ‘escribano’
Pero corren otros tiempos. Es imperioso que el Intendente Moccero cambie sus actitudes, que ya no convierta más al municipio en un aguantadero de amigos, amigas y militantes.
Basta de ineptos, hay que poner a los mejores en los lugares necesarios. El distrito es un desastre, el municipio tiene áreas que dan vergüenza.
Basta! Los suarenses, por lo menos la mayoría, los que no participan del negocio, los que no facturan al municipio, los que se esfuerzan para pagar las tasas que se usan para abonar los suculentos sueldos políticos, queremos que mañana mismo se solucione el conflicto municipal, que los trabajadores tengan el sueldo más digno que puedan tener y que el engranaje municipal comience a funcionar.
Y para eso hay que dejar de lado el acomodo y usar el sentido común. Menos funcionarios cobradores de sueldos, menos descontrol, más prudencia en los gastos, menos viáticos, urgente y exagerada reducción del ‘consumo’ de combustible, menos aire acondicionado y/o menos calefacción sin control. Menos celulares, menos autos, menos choferes amigos de los amigos.
Basta de desquicio. Llegó la hora. Que el sacrificio sea de todos.
Y recordemos la máxima: no pidamos resultados distintos si siempre hacemos lo mismo.
Señor Intendente: ahora la decisión es suya. Tiene que cambiar. Nosotros ya avisamos.