El “Mini Einstein” de 5 años con autismo: memoria fotográfica, 10 idiomas y sabe todos los países y capitales
Sebastian Esposito es un “niño genio” con el síndrome de hiperlexia. Su fascinante vida y el amor de sus padres.
Tiene apenas cinco años y aprendió a leer antes de poder caminar. Es un niño diferente, una mente brillante, un mini Einstein que cautivó a millones de personas en las redes sociales con su memoria fotográfica y su capacidad para escribir en 10 idiomas.
Sebastian Esposito, de Albuquerque, Nuevo México (EE.UU.) se obsesionó con un rompecabezas de letras de madera con solo 18 meses vida. Comenzó a deletrear palabras como perro y gato, llegando a escribir más de 200 para cuando cumplió dos años. como aprender todo el alfabeto ruso.
Hiperlexia y autismo
Sebastian cuenta con una extraña habilidad llamada hiperlexia, que es la capacidad de lectura muy avanzada para su edad y tiene fascinación por los números y las letras. También fue diagnosticado con autismo.
Ahora con cinco años y en el jardín de infantes, donde sus compañeros de clase todavía están aprendiendo el abecedario, Sebastian ya memorizó los alfabetos griego, alemán, armenio y turco y puede recitar de memoria toda la tabla periódica de elementos. Como contrapunto, no logra atarse los cordones de sus zapatillas.
Ryan Esposito, un minero de 30 años, vive con su esposa y fotógrafa Amanda (33) y una hija de una relación anterior, Shyann (14).
“Todos los padres piensan que su hijo es especial, pero siempre supe que Sebastián realmente lo era”, asegura con orgullo el padre y difunde Daily Mail.
“Cuando comenzó a deletrear palabras al revés, pensé que era un extraterrestre. Creemos que tiene memoria fotográfica. Todo lo que ve lo almacena en su cabeza y nunca lo olvida”, explica sobre su hijo, diagnosticado también con la discapacidad del desarrollo que afecta la forma en que las personas se comunican e interactúan con el mundo.
Niño genio en las redes sociales
Cuando la familia de Sebastian comenzó a publicar videos del niño en las redes sociales, afirman que fue para generar conciencia sobre su condición y nunca esperaron que los videos cortos se volvieran virales. Algunos, con unos 20 millones de visitas.
En TikTok publican en la cuenta @litttle.einstein. Los clips a menudo lo muestran escribiendo un alfabeto completo o cada fuente en Microsoft Word, además de enumerar todos los países y capitales del mundo de memoria. “Sabe incluso las banderas de cada país y hasta los identifica por el contorno”, confirma Ryan.n
“Sebastián no puede hablar realmente con sus palabras, es bastante difícil para él. Tiene todos estos pensamientos, pero le cuesta comunicarse de esa manera. Su mente es increíble, pero necesita escribirlo para decirte exactamente cómo se siente. Si se cae y se lastima, es difícil para él avisarnos, por lo que puede convertirse en un problema”, remarcan el padre.
La idea de mostrarlo en las redes, insisten, es que la gente sepa que no todos los niños son iguales. Pero todos son geniales. Sebastián no puede ponerse sus propios zapatos, pero puede escribir en ruso.
Parto al borde de la muerte
El nacimiento de Sebastián aquel 19 de julio de 2016 se convirtió rápidamente en una pesadilla. Tanto él como su madre quedaron al borde de la muerte cuando el bebé quedó "atascado" en el canal de parto.
Los médicos advirtieron a Ryan que la pareja no sobreviviría si el bebé no nacía en 30 minutos, lo que generó que estalla en llanto. “No podía creer lo que estaba pasando. Era el peor día de mi vida, pero también el mejor ya que nació Sebastián. Empezaron a sonar las alarmas y las enfermeras me echaron de la habitación”, recuerda todavía conmovido.
Finalmente lo llamaron para cortar el cordón porque estaba bien. De todos modos, estuvo nueve días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Presbiteriano de Albuquerque. La madre también logró sobrevivir a un parto dramático.
Fue cuando a Ryan le dijeron que su hijo probablemente tendría importantes problemas de desarrollo, pero el padre primerizo no estaba preocupado en absoluto, porque solo quería cargar a su bebé.
“Una vez que lo llevamos a casa, nos convertimos en los padres paranoicos promedio, siempre asegurándonos de que todavía respiraba. El temor era entendible”, se justifica.
Primeras señales del niño genio
Sebastian comenzó a gatear cuando tenía nueve meses y a caminar recién poco antes de los dos años. A pesar de luchar con el retraso en el habla, el niño perceptivo aprendió fácilmente cómo ir al baño. Es que sus padres recurrieron a letras de madera para deletrear las instrucciones.
“Como tiene retraso en el habla, estos juegos y rompecabezas son la forma en que puedo comunicarme con mi hijo. Lo escribimos. Le dijimos que orinara y que hiciera caca en el baño”, confirma Ryan.
Y completa: “También le escribíamos preguntas como qué quería comer y él nos lo decía. Ahora puede decirnos cualquier cosa con palabras escritas. Así le enseñamos”.
Al principio Ryan intentó involucrarse en actividades padre-hijo más tradicionales, como jugar con muñecos o autitos, patear la pelota, pero se dio cuenta de que la verdadera pasión de su pequeño era leer. De hecho, la mayoría de sus juguetes descansan cubiertos de polvo en los estantes o armarios.
Una anécdota en la Navidad de 2018 lo pinta a la perfección: “Le regalamos un rompecabezas del alfabeto ruso y reaccionó como si hubiera recibido una bicicleta espectacular. Le encanta leer y se obsesiona por completo con eso", destaca todavía con asombro.
Desafíos de ortografía, juegos de adivinanzas de logotipos o pruebas de fuentes en el Microsoft Word son actividades frecuentes para este pequeño estadounidense.
“Cuando ven lo que puede hacer, me preocupa que la gente piense que lo estamos obligando a aprender. Pero todo es obra suya. Hasta se sabe toda la tabla periódica de memoria”, sostiene el minero sobre Sebastián.
“Además, de yapa, siento que nosotros terminamos aprendiendo mucho gracias a él. Nunca hubiera sabido sino que Kazajistán es el país sin litoral más grande del mundo”, cuenta entre risas, quien jura que ser padre de Sebastián lo hizo más comprensivo con otras personas y sus hijos. Es que no cualquiera tiene a un “Mini Einstein” en casa.