Cuenten el chiste, así nos reímos todos

Tremenda y certera columna de Osvaldo Bazan
Cuenten el chiste, así nos reímos todos

En la Escuela Primaria Nº 14 de Villa Elisa, en la provincia de Buenos Aires, los chicos reciben comida fea y congelada. La tienen que calentar al sol porque no hay cocina.

Las empresas públicas perdieron 3.767 millones de dólares en 2021.

En los últimos 10 años no se creó ni un puesto de trabajo privado en blanco, pese a que la población creció en 4.5 millones de habitantes.

El 90 % de los asalariados registrados tienen hoy un salario bruto menor a 500 dólares. En diciembre del ’17, el promedio era de 1708 dólares.

Hay 7,6 millones de empleos no registrados.

Hay dos millones de personas fuera del mercado laboral.

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En Chamical, provincia de La Rioja, la intendenta regala 3 kilos de asado a cada empleado municipal por el día del trabajador.

Los asesinatos por narcotráfico crecen en Rosario a un ritmo asustador.

En la provincia de Buenos Aires se duplicaron los cargos políticos en el tiempo que lleva Kicillof como gobernador. En 2019 eran unos 800, hoy tiene más de 1700 cargos entre subsecretarios y directores de Estado.

PAMI suma denuncias todos los días.

Las reservas del Banco Central bajaron el último día hábil de abril U$D 459 millones. En plena cosecha y entrada de dólares, el mes cerró U$D 1131 millones por debajo del fin de marzo.

Entonces uno vuelve a mirar la foto y se pregunta, ¿de qué se ríen?

¿Cuál es el chiste que junta a ocho políticos profesionales opositores en el momento más oscuro del país, a carcajada batiente?

Cuéntenlo, así nos reímos todos.

La foto es del momento en que las autoridades de Juntos por el Cambio estaban redactando un documento tan torpe que impresiona que políticos profesionales con tantos años de carrera hayan consensuado.

Todo comenzó cuando Carlos Pagni publicó en La Nación lo que en ámbitos periodísticos era un secreto a voces, que “Sergio Massa primero intentó una impugnación bochornosa con el juez Daniel Alonso, y después acordó con los radicales la designación de Roxana Reyes, una diputada por Santa Cruz. Gran signo de interrogación: ¿hubo alguna negociación para este nombramiento? Tres personas, muy informadas, me hicieron saber que, según ellos, hubo una negociación de la cual gran parte del radicalismo del Congreso está absolutamente a ciegas. Fue entre dos amigos que son hiperactivos, con una enorme afinidad: Sergio Massa y Gerardo Morales”.

Días después, la tapa de Clarín ratificó el anticipo de Pagni: “Acuerdo de Cristina con Alberto Fernández, Massa y Gerardo Morales por la Magistratura”, escribió Ricardo Roa y el mundo político argentino se paralizó.

No era una opinión.

No era un editorial.

Los dos diarios principales del país publicaban una noticia escandalosa. Mientras toda la oposición contaba uno a uno los votos para que la vicepresidenta no se escapase con una trampa de su futuro entre rejas, uno de los líderes de Juntos Por el Cambio, nada menos que el gobernador de Jujuy y presidente de la Unión Cívica Radical, le abría, subrepticiamente, una puerta.

Contrariamente a lo habitual en casos de duda, el periodista no usó verbos en condicional. Nada de “habría”. Roa contó de qué manera Morales negoció por teléfono, en altavoz, con Massa.

Por supuesto, Morales negó todo y se ofendió, como corresponde.

Y entonces se juntaron y se contaron el chiste que los hizo reír, un documento en donde escribieron cosas como “hemos sufrido una operación de envergadura intentando involucrar al gobernador de Jujuy y presidente de la UCR, Gerardo Morales, en una negociación con el gobierno por los cargos del Consejo de la Magistratura. Negamos esta falsa información de manera rotunda”.

Ajá.

El dirigente Morales negó y los dirigentes de Juntos por el Cambio le creyeron.

Bien.

Pero…. ¿por qué?, ¿con qué argumentos?

Lo que alcanzó para convencer a los dirigentes de JxC quizás no haya alcanzado para convencer a la sociedad.

¿Tiene en cuenta esto la dirigencia de JxC?

Está lejos de esta columna tomar una posición de corporativismo periodístico. Que las operaciones existen, existen. No hay acá la necedad de su negación. Pero profundicemos un poco.

Si la oposición denuncia haber sufrido una “operación de envergadura”, ¿no debería mostrar de dónde viene esa operación?, ¿quién la hizo?, ¿por qué?, ¿cómo lo saben?, ¿hay que confiar en la palabra de Morales? De acuerdo, pero, ¿por qué hay que confiar más en la palabra de Morales que en la de Pagni o en la de Roa?

El único que desmintió el acuerdo fue Morales.

¿Y Massa? ¿Y el presidente? ¿Y la vice?

¿Es una operación de los medios de comunicación?

Al hablar de “operación de envergadura” sólo hay dos opciones: o los medios operaron o los medios fueron operados.

Si es la opción uno, la oposición debería explicar por qué La Nación y Clarín lo hicieron; qué intereses persiguieron. Si descubren un complot, no estaría mal una denuncia judicial.

A ver, si esto fue así, ¿qué fines persiguen Pagni y Roa al publicar que el presidente de la Unión Cívica Radical hace un acuerdo que ayuda a la vicepresidenta en su complicado panorama judicial?

¿No les inquieta a los dirigentes de Juntos por el Cambio?

¿No se lo van a preguntar?

¿Juntos por el Cambio admite que sufrió “una operación de envergadura” y listo, acá no ha pasado nada?

Que los dirigentes de la coalición se hayan quedado tranquilos echándole la culpa al mensajero no quiere decir que la población esté igualmente serena.

Ahora bien, si los medios fueron operados -para creer esta opción hay que agregar una enorme cuota de candor y pensar que los medios son absolutamente ingenuos-, ¿quién los operó?, ¿por qué?, ¿fue Massa que quiso lanzar al barro a su amigo Morales?, ¿fue el gobierno?, ¿fue alguien del radicalismo para ensuciar a su jefe?, ¿fue alguien de Juntos por el Cambio para disminuir las ya de por sí limitadas posibilidades de Morales como candidato a presidente?

No lo sé.

No lo sabe nadie.

Y nadie lo sabe porque a la dirigencia de Juntos por el Cambio no le interesó explicarlo.

Dejaron todo en una zona gris, un devenir oblicuo y vidrioso sin certezas.

Ni una palabra sobre Massa, el amigo de Morales.

Ni una palabra sobre el presidente, la vice, la situación de espanto que vive el país.

Les alcanzó con decir, con otras palabras, “Clarín miente”.

Más kirchnerista no se consigue.

Échale la culpa al periodismo y sé feliz.

Lanzaron ese comunicado mientras se mataban de risa y ya está, con eso pensaron que dejaban a todo el mundo contento.

Es más, dijeron muy de cuerpito gentil: “Esto es un tema terminado”.

Segundo ademán kirchnerista. Pensar que porque dicen “tema cerrado” el tema está cerrado.

Malas noticias para la corporación política.

No, no son los dueños de los tiempos de la sociedad.

Están para acompañar los tiempos.

Se necesita mucho más que voluntad para decidir cuándo la sociedad da por cerrado un tema.

Si de verdad quieren mostrarse como la contracara de esta mugre que se apropió de todo, deben serlo.

Y no, no alcanza con la victimización.

Por sus palabras públicas, Juntos por el cambio no tiene dudas de que el acuerdo no existió, cerró filas detrás de la idea “nos operaron”.

¿Fue así?

¿O tuvieron dudas pero las callaron porque si lo aceptaban debían partirse?

¿Es el esposo al que le han sido infiel y lo niega, porque de aceptarlo se supone que debería divorciarse? En esta analogía, ¿quién es el cornudo?

El día en que se suicidó, el 1 de julio de 1896, Leandro N. Alem dejó en su dormitorio la carta en la que pedía a la UCR “que se rompa, pero que no se doble”.

¿Se suicidaría de nuevo, don Alem, ahora que quedó todo doblado?

El otro tema del documento que tanto los hizo reír fue la puerta que le cerraron a alguien que ni pidió abrirla.

Otra torpeza política que asusta un poco si se piensa que estamos hablando de quienes juegan en primera en la política argentina.

Milei dijo barbaridades de varios de los políticos argentinos más conocidos; rozó la indecencia, se bañó en procacidad, repartió teresos y amenazas. Si bien dijo que de la vicepresidenta hay que esperar a que la Justicia se pronuncie, escupió a Alfonsín, le dijo sorete a Larreta y que Carrió tiene el CUIL virgen.

¿Para qué contestarle?

¿Dónde quedó aquel Cambiemos que decía “lo que dicen de mí habla más de quien lo dice que de mí”?

Como si tantas torpezas no fueran suficiente, al día siguiente nomás de “consensuado” el documento sale una de las reidoras -Patricia Bullrich- a quejarse amargamente de lo “consensuado”. ¿Estuvo o no estuvo ella en el momento de la redacción?, ¿o fue la redactora, como se ve en las fotos?, ¿se quejó en su momento?, ¿consensuaron o no saben de lo que hablaron?

 
Y lo más importante, todos los reidores ¿entienden el momento que está viviendo el país?

¿Alguien lo entiende?

Eso que hay ahí dentro de unos meses no es una elección.

Es un abismo.

Esto que estamos viviendo casi que ni es un país.

Lo que nos rodea son villas de emergencia.

Lo que nos pasa es violencia y hambre, iracundia y miseria.

Lo que nos reina es la incertidumbre y no se puede vivir así.

La sociedad argentina está desesperadamente buscando una salida. ¿Está la oposición a la altura?

Todas las encuestas anticipan que en las próximas elecciones, Juntos por el Cambio está cerca de ganar.

Ahora bien, ¿qué es Juntos por el cambio?

¿Cuál es su identidad?

¿Dónde está parado?

¿Cuáles son las diez ideas que los aglutinan y tienen para ofrecer a la sociedad?

¿Sus luchas, son ideológicas o por el poder?

En todo caso, ¿de qué ideología estamos hablando?

No alcanza con antikirchnerismo.

Eso es lo básico.

No es menor, claro, porque la lucha será feroz. El kirchnerismo hoy son un montón de mafias enquistadas en cada uno de los estamentos estatales. Pero ese antikichnerismo declamado, ¿tendrá su correlato en la realidad?; ¿está toda la coalición opositora de acuerdo en que sin desarmar esas mafias no hay futuro?

Por eso es importante saber qué pasó, si es que pasó algo, entre Morales y su amigo Massa; hasta dónde influye o no en el accionar político de Rodríguez Larreta que se enorgullezca de su amistad con Sergio Massa.

Juntos por el Cambio en ese documento prioriza tanto el “juntos” que se olvida para qué estar juntos. Si no es para el “Cambio” estar juntos, ¿para qué sirve?

JxC en ese documento actuó como casta (lamento, Milei, no es por agrandarme, pero comencé a usar el concepto allá por febrero del año pasado, en la nota "Se vive como se vacuna", en este diario), victimizándose.

Y eso está lejísimo de lo que la sociedad está necesitando hoy.

Millones de argentinos ya saben, porque lo sufren día a día, que son víctimas.

No es momento de llorar por los agravios.

Hay millones de argentinos dispuestos a pasar al ataque, esperando una palabra de aliento, un “allá vamos”, un punto en el mapa del futuro.

Una idea que enamore.

La posibilidad de la salida.

No es el momento de un débil “ay, nos operaron!”.

Sangre, sudor, lágrimas, pero ¿para qué?

Denuncien, traigan ideas, propongan.

Despierten a quienes aún están dormidos, a los indiferentes, a los que todos le da igual. Den las peleas. Todas.

Porque todas son necesarias, hoy. Aclaren. Expliquen. Muestren.

Hay razones para luchar por el futuro de este país, ¿escuchan a esa gente en las calles?

Hagan los acuerdos que tengan que hacer entre los partidos de la coalición, arreglen sus problemitas de vedttes y salgan a la cancha.

Salgan de los diarios, queden en los libros de historia.

Ya.

Si hay que dar vuelta todo, convoquen.

Lideren.

Están todos esos corazones ahí esperando, ¿es hora de decir con este sí, con este no? Que sean las ideas las que junten o separen, no los nombres. Están todos esos brazos ahí, buscando una esperanza, ¿se la van a dar ustedes? ¿O habrá que bucear otros mares?

¿Van a entusiasmar?

¿O se resignarán a ser el mal menor?

¿Habrá que votarlos porque es lo único que hay o serán capaces de enamorar con invitaciones concretas a vivir mejor, con ofertas válidas de la vida que merecemos?

Hay un país entero esperando salir de este chiquero, que los mira de frente y les está gritando.

¿Lo van a conducir?

¿Se la bancan?

Habrá que pelearse con las mafias. Son muchísimas. Están en todos lados. ¿Van a encabezar esa pelea o van a juntarse a contar chistes que dejan afuera a gran parte de la sociedad?

Convoquen, no espanten.

Dejen de atajar penales, patéenlos.

Dejen de lado los problemitas de sus partidos, qué le importa a la sociedad si el presidente es radical, del pro, de la coalición. Cada uno por separado no es nada. NADA.

Es esta vez o nunca más.

¿Serán el principio del fin o la frustración final?

En ustedes está la elección.

La identidad partidaria es respetable, claro, pero mucho menos importante que el futuro del país.

¿Quieren ser el gobierno que saque al país de la decadencia?

Tienen la oportunidad.

Eso sí, primero cuenten el chiste, así nos reímos todos.

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