Olena Kushnir, sargento mayor y médica de la Guardia Nacional ucraniana, murió en Mariupol el domingo de Pascua. Era una de las cien mujeres combatientes que permanecen en el asedio ruso sin retroceder.
"Son un puñado de cien soldadas que permanecen en Mariupol sin agua, alimento ni la garantía de una higiene básica ni supervivencia", que ya se le niega a toda la ciudad, dice la periodista ucraniana Tetyana Danylenko.
Esas mujeres permanecieron en Mariupol a pesar de los abusos sufridos por muchas ucranianas, que son usadas como trofeo de guerra por los soldados rusos.
Varias de ellas, como la sargento Kushnir, son médicas, combaten y curan heridos, tanto militares como civiles. Trabajan en condiciones desastrosas, en refugios transformados en hospitales improvisados, a veces junto a sus hijos, como la pequeña Alisa, de 4 años, que en un video difundido por la periodista Olga Tokariuk saluda desde un búnker a su abuela.
Olena combatió y atendió heridos hasta el final. Cuando la batalla en las calles de la ciudad sobre el Mar de Azov se volvieron más intensas, logró poner a salvo a su hijo de 4 años a través de uno de los pocos y frágiles corredores humanitarios que funcionaron desde Mariupol.
Pero ella, que había perdido a su marido en los primeros días de la ocupación rusa, se quedó en la ciudad.
Para Olena defender Mariupol era la única opción. "No me compadezcan, soy una médica, una combatiente, soy ucraniana y cumplo con mi deber", decía a una amiga pocos días antes de morir en un chat que se conoció ayer, al igual que un video en el que la sargento busca "sacudir a Occidente".
En el video, grabado en un refugio secreto y blanco de la propaganda rusa, que en sus canales festeja la muerte de la "videoblogger de Azov", Olena aparece con su uniforme militar y pide insistentemente que se permita la evacuación de Mariupol.
"Den la oportunidad de llevar medicinas a la población, alejar a los muchos heridos y dar una digna sepultura a los muertos", era su pedido.
Olena describe también la destrucción total de la ciudad y la catástrofe humanitaria de quienes, asediados, no tienen más comida, agua ni nada. "En Mariupol hay aún personas, bajo tierra, en los refugios, y necesitan de todo. Si no quieren salvar a Mariupol, salven a su gente. Se los ruego".
"No queremos ser héroes o mártires, no podrán decir que no sabían porque sabían y podían actuar", fue uno de sus llamados hechos en marzo, luego de lograr hacer evacuar a su hijo.
Recorrer la página Facebook de la soldada Kushnir --su cuenta es Alona Noviska--, es observar el descenso a los infiernos de cualquier ucraniano: desde los posteos alegres con su hijo, sus amigas, su marido en una Mariupol que conserva los colores y perfumes de la vida, al dolor permanente del 24 de febrero en adelante.
"Estoy en el infierno, pero está bien así", escribió a comienzos de marzo. Su última publicación es sobre Mariupol. "Mi ciudad ha muerto. Siempre y para siempre", escribió el 10 de abril. Como su ciudad, también ella ha muerto.