Villa Milagro: el lugar donde sólo pueden vivir delincuentes sexuales
Tiene 200 habitantes y entre ellos hay curas, profesores, entrenadores y hasta una mujer. Todos acusados de delitos sexuales.
Villa Milagro es un pueblo de 200 habitantes. No muy diferente a miles de poblados iguales esparcidos por el mundo. Pero este es único. Lo primero que perturba es que no se ve a un niño por sus calles. Primero perturba. Luego tranquiliza.
El lugar se llama Miracle Village (Villa Milagro) y está en el condado de Palm Beach, Florida. Un nombre que no va en juego con sus habitantes: allí sólo pueden vivir ex presidiarios y presos en libertad condicional culpables de algún delito sexual.
El nombre del pueblo tal vez encaje si uno piensa que varios de los que habitan creen que allí expiarán sus culpas. Como Christopher Dawson, que tiene 23 años.
El muchacho tuvo relaciones con una adolescente que él creía tenía 16, edad permitida para el sexo entre un mayor y una menor en Florida. Un día cayó de la nube cuando los padres de la chica lo denunciaron. Su hija tenía 14.
Condenado a dos años de arresto domiciliario y ocho de libertad condicional, violó los acuerdos cuando entró en contacto con el hermano de un amigo suyo, que era menor de edad. Lo enviaron cuatro meses a una cárcel del condado antes de llegar a Miracle Village.
El cuenta lo que es vivir allí: “Fue una bendición. Me siento en casa y seguro. Aunque me etiqueten como un delincuente sexual, no soy un monstruo, cometí un error y pagué las consecuencias”.
El sabe que siempre será etiquetado como un pederasta y no podrá retirar su nombre del registro de delincuentes sexuales hasta dentro de 25 años. Siempre y cuando no reincida.
Para que el pueblo esté de pie, tiene que tener por fuerza un fundador. Se trata del pastor evangélico Dick Withrow. Lo hizo en en 2009 para ayudar a “los leprosos” de la era moderna, como él llama a los delincuentes sexuales.
El propio pastor era "un leproso". A los 18 años se casó y dejó embarazada a su mujer, que tenía 14 años. El pastor murió hace seis años.
Las leyes de Florida son duras con los delincuentes sexuales. Están obligados a vivir a más de 300 metros de escuelas, parques, centros infantiles o cualquier otro espacio en los que pueda haber niños. Otros estados son más duros: la restricción es por 760 metros y agregan lugares como piscinas, paradas de colectivos y bibliotecas.
Esto hace casi imposible que los delincuentes sexuales puedan vivir en cualquier ciudad normal. Si a eso se le suma que casi nadie les quiere dar trabajo o alquilar una casa, a los condenados todo se les vuelve cuesta arriba.
Pero no cualquier delincuente sexual puede vivir allí. Están divididos en tres categorías y los de la tercera no son bienvenidos. Tienen la entrada prohibida. Son aquellos con antecedentes de violencia y/o con problemas médicos y psicológicos que precisan atención médica permanente y especializada.
Los que llegan a vivir a Miracle Village deben firmar un contrato donde se comprometen a respetar las normas del lugar. Se someten a un seguimiento permanente y a terapia psicológica.
Sin Internet ni celular?
No pueden usar Internet ni tener celulares. No pueden salir del pueblo y a las 19 hay toque de queda y ya no pueden salir de sus casas. Una oficial pasa casa por casa para comprobar que ninguno infrinja la ley.
Uno podría pensar que los que allí viven lo hacen en un lugar donde las libertades no existen. Pero ninguno quiere irse de allí y todas las semanas llegan 25 solicitudes para habitar en Miracle Village.
Por varias razones. La principal: nadie les va a hacer daño. Si estuvieran en una cárcel seguramente serían golpeados y violados. Ley de la cárcel la llaman.
Y tienen ventajas impensadas en cualquier otro lugar. Pueden vivir en compañía de su mujer y algunos se mudaron con su madre.
Y hay una mujer, la única acusada de pedofilia, en Miracle Village. Se llama Rose. Y explica porqué está en ese lugar: “Me casé con un hombre que me pegaba, se drogaba y bebía. Me acusó junto a su madre de que abusaba sexualmente de mis hijos. Perdí el juicio. Espero que un día mis hijos quieran saber la verdad y vengan a buscarme”.
También está Danilo. Hace casi treinta años violó a un chico de 11 años. Un juez de Tampa, al oeste de Florida, lo encerró en una cárcel estatal durante 15 años. Los otros presos nunca dejaron de hacerle recordar que para ellos era un pedófilo. Ahora vive sin miedo a ser violado y golpeado como sucedía en la cárcel.
Hay 60.000 pedófilos registrados en Florida. Eso equivale a 311 delincuentes sexuales de menores por cada 100.000 habitantes, la cifra más alta en Estados Unidos. Y con números que meten miedo entre niños abusados y mujeres violadas y asesinadas.
Los delincuentes sexuales sufren un problema legal: en la misma bolsa están Rose, Dawson o un violador. Tras 25 años de libertad y sin reincidencia, pueden solicitar que su nombre sea eliminado de los registros. Pero el trámite es tan caro y largo, que pocos lo pueden hacer.
Pero a tres kilómetros de Miracle Village se escuchan gritos de protesta. Son los habitantes de Pahokee, una ciudad de 6.000 habitantes, la gran mayoría trabajadores negros pobres, que no quieren que los delincuentes sexuales vivan tan cerca suyo.
Una de las pobladoras es Kathy, que sufrió una violación en su juventud: “No es un pueblo milagro, es más bien una pesadilla”.
Lo cierto es que después de 12 años de funcionamiento de Villa Milagro sin el mínimo incidente, muchos de los pobladores de Pahokee cambiaron de idea. Pero otros se mantienen irreducibles: “Es una vergüenza. A todos estos criminales los tratan muy bien. Les dan casa gratis, comida gratis… Todo gratis".
Es que Miracle Village se sustenta a traves de las donaciones de particulares debido a que sus habitantes no encuentran trabajo y muchas veces también sus familias son rechazadas para cualquier tipo de empleo.
Mientras, Villa Milagro está allí. Aislada de todo. Con 200 habitantes indeseados que encontraron su lugar en el mundo. Si, está bien el nombre del lugar. Es un milagro que exista...