Sólo, Alberto Fernández ya no tiene a nadie que lo siga
Si bien la aprobación del acuerdo con el FMI lo puso como poderoso y contrastó con la minoría intensa que mostró el kirchnerismo, tras la manifestación de ayer recrudecieron los reproches de varios de sus ministros con más poder territorial. O hace algo, o queda solo.
"Hay muchos que nunca pusieron plata ni prestigio pero ni se dan cuenta que ya no pueden estar. Festejan pero la comida la pusieron otros", disparó un dirigente del nonato albertismo dándole parte de la razón a Máximo Kirchner, a quien no soporta, pero que en la manifestación de ayer dijo que "es con el pueblo adentro".
La referencia a los funcionarios no sólo es sobre Matías Kulfas, Martín Guzmán y Claudio Moroni, entre otros alfiles del presidente que fueron incluidos en la lista de funcionarios que no funcionan hace ya dos años por la vicepresidenta. Ya la propia figura presidencial entra en el debate, y no encuentran reacción. Como viene advirtiendo uno de sus ministros desde hace mucho tiempo, "no guarda conexión con la realidad". Cualquier otra similitud pasada queda para los programas de Marcelo Tinelli.
"Parecen Isidoro Cañones... se dilapidan la fortuna del abuelo", siguió con su expresión desalentadora y pesimista de su propio espacio político. Cree que Alberto Fernández nunca será líder. De hecho, ya hablan que no está queriendo seguir soportando la presión a la que le exponen, también, estos territoriales que le reclaman un cambio. Sin respuestas, buscan otros destinos personales y políticos. "Ojalá nos sorprenda y tome una decisión", se ilusionan mínimamente.
El liderazgo, la conducción, la decisión aunque sea para seguir proyectos equivocados, son la verdadera columna vertebral del peronismo y el kirchnerismo. Ambas corrientes, que hoy conviven pero muchos creen que Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo hicieron que no sean lo mismo, nacieron y crecieron con líderes fuertes que sabían premiar o mandar al destierro a quienes los ponían en ridículo o expresaran alguna opinión contraria.
"La Cámpora quiere hacer lo que Perón hizo con Héctor Cámpora", comentó ayer a la tarde un viejo militante peronista mientras miraba la movilización encabezada por el hijo de los dos presidentes y su agrupación. El presidente que fue electo en 1973 por la prescripción de Juan Domingo Perón se fue apenas liberó los presos políticos y provocó un caos institucional. La liberación de los detenidos con o sin sentencia sin tipificar delitos fue la primera medida que adoptó el servicio penitenciario nacional en 2020 para que no se contagiaran de covid. Analogías y comparaciones odiosas, pero que guardan estricta relación sobre el pensamiento que tenían y tienen los que se referencian en Cámpora.
Se había advertido que la reunión de los intendentes del conurbano en la que no estuvo el presidente del PJ bonaerense tuvo, sin embargo, toda su verba en el documento final. Allí, conducidos por Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete de Axel Kicillof, una veintena de jefes comunales la exaltaron a la vice y le exigieron al presidente Fernández. Expusieron al presidente como el responsable de la falta de comida en la mesa de los argentinos.
La presión de Máximo, Kicillof y una menor cantidad de jefes comunales expresada en la movilización con informales agentes de tránsito que llevaban las pecheras de La Cámpora hacia Fernández fue ratificada por Andrés "El Cuervo" Larroque que tras afirmar que no se irán de un Gobierno que es el suyo, recordó que el mandatario era el jefe de campaña de Florencio Randazzo, quien había sacado un 4% en 2017.
De memoria selectiva, Larroque no se acordó que varios de los que acompañaron a Máximo Kirchner ayer también estuvieron con "el flaco" hasta poco antes de abandonarlo. El grupo Esmeralda que lo apoyó desde un inicio fue llamado así por la calle en la que estaba la oficina utilizada por Insaurralde, quien junto a Mariano Cascallares, de Almirante Brown, y Gustavo Menéndez, de Merlo, habían decidido entregarle los símbolos del Partido Justicialista a Randazzo mientras eran conducción partidaria. Quizás tendría que escuchar mucho más a su admirada Hebe de Bonafini.
Sobre esto habló un primer acompañante y creyente del nonato albertismo. Miguel Cuberos, quien primero vio todo lo que se veía, y a quien más de uno le reprocha que haya abandonado su lugar en la cercanía presidencial "porque era uno de los pocos que podía decir y hacer algo".
Harto ya de estar harto, disparó en un Twitter que "creía que CFK había convocado a Alberto por haber sido el jefe de Gabinete de Néstor que refinanció la deuda", como ella lo dijo en más de un discurso.
Como en aquella batalla por los símbolos peronistas que se dio en la "interna de peluquería" que disputaron Cristina Fernández de Kirchner e Hilda Chiche Duhalde en 2005, en la que competían por la utilización de la marcha y el escudo peronista, hecho que se repitió en 2017, ahora Máximo Kirchner le prohibió hablar de su padre, mencionarlo, y decir que sigue su ejemplo al presidente Alberto Fernández.
La herencia del legado es lo que está en juego. Pero no sólo de "Néstor" sino de todo el peronismo, Lo que ven todos es que Alberto no toma dimensión que su fracaso puede representar lo mismo que produjo al radicalismo el de Fernando De la Rúa tras la salida traumática de Raúl Alfonsín diez años antes.
Hoy todo está en análisis. La construcción de una Mesa del Frente de Todos en la que participen sólo los que tienen algo para perder está siempre a punto de concretarse, pero no se arma. Sergio Massa es el "salvataje" que muchos preanuncian pero que tampoco termina de generar la confianza necesaria. "Para eso, sigamos así hasta el año que viene, vayamos a una interna, y definamos el candidato", se escuchó decir a un importante dirigente en una de las últimas recorridas presidenciales por el conurbano. Todos, sin embargo, saben cómo terminan de mala manera las PASO cuando el peronismo está en el poder.
Mientras que Alberto hace que no pasa nada, y ratifica su decisión de no echar a nadie, todo se descompone abajo suyo. Inclusive los fervorosos impulsores del nonato albertismo ya piensan qué sentido tiene seguir ahí. Como en El Padrino, película fundamental para entender qué sucede en el interior de los centros de poder, éstos temen quedar en manos de las "famiglias" contrarias, en este caso, La Cámpora.
Ya se mencionó que también esta emblemática pieza cinematográfica retratada por Marlon Brando y Al Pacino remarca que siempre bueno refugiarse en otro lugar para reconfigurar el poder. La Cámpora lo hizo en la provincia de Buenos Aires, designó un veedor en Santa Cruz y ahora sólo es una fuerza potente en la Tercera Sección del Conurbano, la zona sur del gran Buenos Aires. Cada vez más "mínimos", como sugiere Mariano West. exintendente de Moreno.
Esto, que también ve el resto del peronismo, no es interpretado por el presidente. Resignado, Jorge Garrido, exdiputado, filósofo y peronista ortodoxo, sabe que "el peronismo sin conducción no es peronismo"... Lamentablemente, Alberto corrobora que es un social demócrata", sentenció otro que no quiso dar su nombre. Piadoso, no recordó sus inicios con el partido ultraconservador de Julio Aseff y su participación en la lista con la negacionista de la dictadura militar Elena Cruz.
Un funcionario de segunda línea que creyó otra vez en la "emancipación del peronismo sobre el cristinismo", antes por Massa y ahora por Alberto Fernández y que trabaja junto con un importante ministro de los que todos quieren, descree que este proceso termine como pretende el presidente.