¡Viva la Grieta!
Por Osvaldo Bazán
Facundo Manes tiene razón.
“La Argentina de una mitad contra la otra no va más. Estas actitudes no permiten construir el rumbo que necesitamos para salir adelante (…). La gente vio que una parte de la política no puede dialogar. No coincido con el rumbo del presidente, pero aún así tenemos que escucharnos con empatía. Empatía es la capacidad que tenemos los seres humanos para entender al otro, pensar o imaginar cómo piensa el otro. Sólo así vamos a poder construir un proyecto colectivo. No va más la Argentina de anular al otro; la grieta, ya la probamos y estamos con 50% de pobreza (…). La grieta ya la probamos y somos un país que se está degradando y nadie puede tirar la primera piedra. Me parece que es un momento de por lo menos escuchar al otro”.
Hay que escuchar al otro.
Aún bajo el riesgo de ser criticado por autobombo, repito acá las palabras que abrieron mi primera nota en “El Sol”, el 9 de febrero de 2020: “Si un país es un alma en común, una historia compartida y un futuro deseado, el panorama para Argentina es desalentador: no existen ninguna de las tres cosas. No tenemos hoy un alma en común porque no vibramos con el mismo espíritu, tenemos un vidrio que determina el color de todo lo que miramos. No tenemos una historia compartida porque de tanta contar mentira sobre mentira, de tanto creer que es verdad eso de que 'si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia' terminamos armando cuentos según la necesidad y el gusto. No tenemos un futuro deseado porque gran parte de la población lo que quiere es que desaparezca mágicamente la otra parte. Ni alma, ni historia, ni futuro”
Hagamos entonces, el ejercicio que propone Facundo Manes, vamos a escucharnos:
El presidente Alberto Fernández dijo el 18 de mayo de 2021 que “el problema de los derechos humanos en Venezuela fue desapareciendo”. Después, como es su costumbre, ni dijo que no dijo lo que dijo, dijo otra cosa y listo. Lo cierto es que se le quitaron las credenciales a la embajadora que expresa el éxodo de venezolanos y que enfrenta a la dictadura, y en su acto de asunción el presidente se abrazó con uno de los responsables más sanguinarios de la muerte de ciudadanos venezolanos.
Hoy, Argentina, obstaculiza la presencia aquí de tantas familias que huyeron del horror de la dictadura.
En aras de una unidad nacional, ¿deberíamos abrazarnos con quienes abrazan dictaduras?
Victoria Donda tenía una empleada en negro que cuando pidió por sus derechos, recibió como respuesta la dádiva de un conchabo de ñoqui en una institución que justamente, se debería dedicar a luchar contra la discriminación. No sólo Donda no recibió ningún castigo. El presidente la justificó en enero del año pasado diciendo: “Su naturaleza no es sacar ventaja del estado".
Por la unidad nacional, ¿nos abrazamos con la funcionaria negrera y la autoridad que lo avala?
¿Todos juntos somos más?
Hay 50 % de pobres, cientos de miles de chicos esta noche no tendrán un plato de comida. La justicia había conseguido suspender el pago de las dos jubilaciones de privilegio a la vicepresidenta. Carlos Zanini consiguió que…
(…mejor, antes de seguir, un picoteo de datos sencillos sobre el Procurador General del Tesoro de la Nación).
Carlos Zannini ya en el 2016 cobraba $200.000 mensuales entre su sueldo como director del Banco de Santa Cruz y su jubilación como vocal del Tribunal Superior de Justicia de esa provincia.
Sus hijos siempre le dieron satisfacciones, todos tan trabajadores que han conseguido por sí mismos muy buenas oportunidades.
En el Estado.
De las cajas de Lotería Nacional, de YPF, de Aerolíneas Argentinas, de Cancillería, del Ministerio de Justicia y Derechos humanos. O sea, “del iva de los fideos” salió el dinero para pagar los importantísimos aportes que hicieron a la Argentina María Paula, Carlos Justo, Franco y Francisco (sí, a uno le puso “Franco” y al otro “Francisco”. No pueden llamar a “Fran” porque no saben cuál de los dos tiene que ir). Aportes invalorables, claro, que han llevado a esta grande patria al lugar desafinado que hoy ocupa en el concierto de las naciones.
María Paula logró ser conchabada recién recibida y sin experiencia en el servicio exterior en Washington desde 2014, donde también, por una enorme casualidad, consiguió trabajo su marido diplomático, Juan Francisco Gutiérrez Tellería, en sus mismas condiciones.
Son tan dulces los atardeceres sobre el Potomac con tu pareja y sueldo en dólares de 5 dígitos.
De allí pasaron a Los Ángeles, siempre pagado por vos.
Son tan dulces los atardeceres sobre las playas de Santa Mónica con tu pareja y sueldo en dólares de 5 dígitos.
Carlos Justo entró en YPF en 2014 y allí sigue.
Franco también entró en la Lotería Nacional en el 2011. Ahora es congresal nacional del sindicato de trabajadores judiciales de la Ciudad de Buenos Aires.
Francisco entró en Aerolíneas, pasó al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, donde sacó la sortija de ser planta permanente en la Dirección Jurídica de la Procuración del Tesoro de la Nación sin ningún antecedente laboral. En 2016 la gestión de Cambiemos decretó revocar un decreto del 2014 por el cual se habían incorporado 70 funcionarios -entre ellos, Francisco- a la planta permanente en el organismo y pidió realizar concursos para cubrir las vacantes. Francisco jugó la carta de la persecución política y amenazó con juicio para volver.
No le hizo falta.
En 2020 lo nombraron Director de Fiscalización Ambiental del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la provincia de Buenos Aires y en 2021 pasó a Subsecretario de Planificación Ambiental y Desarrollo Sostenible en la provincia, donde hoy reviste y como vemos la provincia es cada vez más insostenible.
Útimo dato de Zannini antes de volver a su papel en esta comedia: él y su esposa, la abogada Patricia Alzúa (quien también se embebió del iva de los fideos como directora de la Casa de Santa Cruz en CABA) son vacunados VIP como “personal de salud”. Que es como si yo me presentara como solista del ballet del Colón o 9 de River. No way.
Bien, esto venía a cuento porque fue Zannini, puesto como Procurador del Tesoro a pedido de la Vicepresidenta, quien revocó la resolución que decía que quien puso a Zannini en ese lugar no podía cobrar las dos jubilaciones de privilegio y le da la orden a María Fernanda Raverta, puesta en el ANSES también a pedido de la vicepresidenta, de que paguen los dos millones y medio a la abanderada de los humildes 2.0, pese a que la justicia aún no lo había decidido.
La arrastracueros Raverta decidió además, no apelar.
O sea, la vice hizo nombrar a dos funcionarios para poder cobrar dos millones y medio de pesos por mes del ANSES y así seguir comprándose esas ropas que tan mal le quedan y mandar a pedir los Franui de Rapanuí a la medianoche.
Esta noche, cientos de miles de chicos no tendrán para comer.
Para el futuro venturoso, ¿tenemos que abrazarnos a estos millonarios que saquean las arcas ya vacías?
¿No hay proyecto colectivo sin Zanninis al volante?
¿Necesitamos a Raverta como azafata del tren del robo?
¿Hasta dónde hay que frenar las ganas de vomitar?
Cuando el 18 de febrero de 2021 sólo el 0,86 por ciento de los argentinos había accedido a las vacunas, el Ministro de Salud vacunó a sus amigos; la viceministra lo siguió en la astracanada. No contentos con haberse vacunado antes, saltándose la fila y condenando a la muerte a sus conciudadanos, se ufanaron de ello.
¿Habrá que sentarse en una mesa de consenso con esos traidores, para el futuro venturoso que todos deberíamos desear?
¿Es el mismo futuro el que pretenden esos malasombras y todos los demás que esperamos en la fila?
¿Anhelamos lo mismo del país y sus dirigentes, ellos y quienes sentimos asco por tales tropelías?
¿Y el presidente que dijo que no era delito?
¿Nos olvidamos, así como así, porque la grieta es mala palabra?
Una funcionaria menor como Cecilia Nicolini escribe una carta que en cualquier circunstancia sería tratada como lo que es, alta traición a la patria, encomendándose a una potencia extranjera, arrodillándose frente a Anatoly con las peores intenciones, adhiriendo a “su proyecto”, ocultándole información a la población que la sostiene y mendigando algún avance para que el presidente pueda mostrar. En el medio, la salud de la población argentina.
¿Abrimos los brazos a esta Judas indigna porque la división nos hace mal?
A la mitad de los seguidores del Frente de Todos les gusta que Rusia bombardee Ucrania. ¿Qué posibilidad hay de un proyecto en común?
¿Y los pubertos con dedo en V, y sonrisa cínica que piensan que hacen una revolución porque engancharon curro con los viejos de La Cámpora y se vacunan como una gracia militante?
¿De esos tampoco podemos diferenciarnos en nombre de la unidad necesaria?
¿Habrá lugar en la mesa del consenso para la profesora que humilla a su alumno porque osó no comulgar con su ideología? ¿Cuántas sillas hay que poner para la dinastía Moyano y su sistemático obstáculo hacia cualquier cosa que no sea su propio y asqueroso beneficio?
¿Y cuántas sillas son para los Cafiero, encabezados por el de la cintita roja, el nieto del Estado que dijo que a los peronistas no hay enseñarles derechos humanos? ¿Y entonces? ¿Dialogamos o no dialogamos?
¿Qué arreglamos en una mesa con aquellos que cerraron el aeropuerto de El Palomar sin ninguna razón más que el apetito de la destrucción?
¿Debemos fingir que podemos tener una relación racional?
¿De qué le sirve al futuro del país esa caterva de inútiles que nos dejaron sin la posibilidad de volar?
¿Hay que discutir sus ideas como si fueran productivas para el futuro?
Octavio Bazán fue violado por las hordas de Milagro Sala, está documentado; a Soledad Mendoza los militantes de la Tupac Amaru por orden de Milagro Sala le usurparon su casa, le rompieron el auto, le dispararon a ella y a su madre: “A mi mamá le pegaron, le agarraron de los pelos, la ramearon. La salí a defender pero a mí me pegaron más que a ella” dice en el documental “Jujuy desoído”.
Está probado que Milagro Sala torturaba.
Está probado que Milagro Sala robó al Estado.
¿Será que nos sentamos a la mesa de quienes hablan de que es una presa política y se presentan en foros nacionales y extranjeros pidiendo su libertad? ¿No podemos anular a todos los militantes a los que no les importan las torturas y los robos? ¿Qué hacemos? ¿Nos sentamos y departimos amablemente sobre el futuro y los derechos humanos? ¿Cómo sabremos que estamos hablando de lo mismo, si para ellos, tortura y robo no es un problema?
¿De qué hablamos en ese país unido con Gildo Insfrán?
¿De Mauro Ledesma?
¿Y en ese país de todos juntos somos más, de qué hablamos con los Rodríguez Sáa?
¿De Magalí Morales y cómo su policía la torturó hasta morir y cómo su sistema policial mira para otro lado?
¿Con el Juez Jorge Pinto que liberó a los policías homicidas qué hacemos?
¿Discutimos el futuro de la justicia argentina?
¿Será mejor eso que tener un país dividido?
¿Haremos un país todos juntos con Verónica Lozano que se divirtió riéndose por televisión de un colega que no podía ver a su sobrina recién nacida?
¿Adónde vamos con Verónica? ¿Al exclusivo y accidentado Aspen?
¿Aceptamos entonces que para que no haya grieta está permitido el bulling en los medios de comunicación?
¿Y a la funcionaria menor, la directora de Migraciones de la Nación, Florencia Carignano, autopercibida importante, que decidió que: “Esperar unos meses para viajar al extranjero no es tan grave”, cuánta empatía le tenemos que dedicar? ¿Nos ponemos en su lugar para ver qué se siente ser Nerón en el siglo XXI? Mandame más empatía que me quedé sin.
¿Y a esa otra traidora a la patria que fue a quejarse a Putín ¡a Putín! de que en la Argentina había presos políticos? Esa Mayra Mendoza que gasta en un vestido lo que usan 3 merenderos por mes, ¿está tan mal decirle “pedí perdón primero y después, charlamos”? ¿La incluimos para construir el rumbo que necesitamos para salir adelante?
¿Hacemos lugar para las ambulancias faloperas de Ishi; el negociado con la Sputnik; las mentiras con la Pfizer que provocaron la muerte de miles de argentinos; el senador Mayans y su teoría de que en pandemia no hay derecho; el secretario de derecho Pietragalla y su desprecio por los derechos humanos; los que escondieron y los que pisotearon las piedras del dolor; los truchos del operativo Puf Puf; Carla Vizzotti mintiendo con la vacunación de los niños chinos; todos ellos sentados a una gran mesa de consenso y no podremos dejarlos afuera y le daremos un besito en cada mejilla porque somos todos argentinos y tiramos todos para el mismo lado?
¿Para qué lado se puede tirar con todos ellos?
Es cierto.
Sin una idea común, sin empatía, con esta división, no vamos a ningún lado.
Funciona bien el razonamiento en una cajita aséptica, esterilizada. Una cajita de Billiken con una escarapela el 25 de mayo en donde todos miramos un futuro en celeste y blanco y cantamos Aurora sin desafinar. Azulunala.
Pero no es así.
La grieta no es la causa de los males argentinos.
No es la responsable del 50 % de la pobreza.
No es quien nos trajo hasta acá.
La grieta es la consecuencia de la gente y las actitudes que nos trajeron hasta acá.
Existe porque con ladrones, asesinos, vivillos, canallas y traidores es imposible construir futuro.
Y sí, hay muchos que podemos tirar la primera piedra.
Te ofendieron.
Te traicionaron.
Te mintieron.
Te robaron.
Llenaron las calles con delincuentes liberados; dejaron que Corrientes se derrita; hicieron fiestas frívolas mientras no podíamos velar a nuestros muertos; encerraron a la población como casi ningún país del mundo; pusieron un número para denunciar a las escuelas que daban clases; dejaron cientos de miles de chicos sin educación.
¿De verdad hay que explicar qué cosa es la grieta?
¿Ser equidistante de delito?
Corea del Centro, que no existe, iguala a la dictadura del Norte con la democracia del Sur.
Hay un norte y hay un sur.
Lo demás, es siempre norte.
“Si sos neutral en situaciones de injusticia, elegiste el lado del opresor” dijo Desmond Tutú, que algo sabía de injusticia.
Es cierto también que habrá un día de Argentina sin grieta.
Será cuando paguen su culpa los traidores.
Cuando los ladrones estén presos.
Cuando vuelvan los expulsados.
Cuando mirarnos a la cara no nos dé vergüenza.