El papá de Santi Maratea reveló cómo nació el espíritu solidario de su hijo
Rafael Maratea escribió una carta donde refleja una anécdota del influencer que muestra el momento en que se le disparó su vocación por ayudar a los demás.
Rafael Maratea, el papá de Santi Maratea, reveló en qué momento de la vida del influencer se disparó su espíritu solidario. En una carta (que no es de estos días pero que fue descubierta ahora ya que su perfil es privado), el progenitor del joven detalló su historia.
En el mensaje, el padre de Maratea, que ahora es famoso tras haber reunido, una vez más, una suma millonaria para asistir, en este caso, a la provincia de Corrientes, contó cómo se le despertó la vocación del chico en la adolescencia.
De acuerdo con Rafael, cuando Santi tenía 13 años, sus notas en el colegio eran tan malas que él y su esposa decidieron que su hijo iba a recibir como castigo el no poder participar de una gira deportiva junto con sus compañeros. Fue ahí que el joven regaló todo lo que había recaudado para dicha gira a quienes sí pudieron hacer el viaje.
Desde ese momento, el futuro influencer no paró: al poco tiempo, le pidió a varios kiosqueros que le regalaran alfajores para repartirlos entre personas de bajos recursos. El éxito de esta movida solidaria, que fue reflejada a través de su canal en YouTube, le dio más impulso para seguir con sus campañas para repartir zapatos y efectivo.
Su primera campaña oficial
Su primera campaña oficial en redes tuvo lugar en 2017, cuando recaudó dinero para comprar una camioneta para el centro social “SonRisas”. Y, acto seguido, armó la campaña “1000 pesos de propina” para entregar a los repartidores de delivery porteños.
Una de sus grandes hazañas, antes de reunir 150 millones de pesos para Corrientes, con lo que compró un camión y nueve camionetas, fue lograr que, en 2021, le donaran dos millones de dólares para ayudar a Emma, una beba que padece una rara enfermedad neurodegenerativa.
¿Cuál va a ser su próxima acción? El influencer lo reveló en las últimas horas: “Yo cada vez que termino una colecta, hago una para mí para comprar algo caro y bien frívolo. Es equilibrar un poco. No puedo vivir de las colectas porque no es un ingreso fijo, pero cuando llega el momento de juntar plata para mí, me gusta ponerle atención, para que se entienda que hay un disfrute”.