Virginia Chaparro es la joven que en las últimas horas denunció al dueño de un supermercado chino ubicado en 11 de Abril al 100 a quien acusa de haberla manoseado mientras le daba las instrucciones para comenzar a trabajar en el local.
En diálogo con el periodista Germán Sasso, por La Brújula 24, recordó que “fue hace unos dos meses, cuando estaba buscando trabajado. Mandé CV ahí porque soy clienta frecuente y vi que buscaban empleada. Nadie me llamó ni nada, hasta que la semana pasada fui a comprar y este hombre me dijo si podía empezar el lunes 28 a la mañana”.
“Me contó que la cajera estaba enferma y tenía que quedarme ahí, después me explicó algunas cosas y me pidió que vuelva de 14 a 17 para estar más tranquilos por el horario. Accedí porque necesito el trabajo, fui a las 14, él empezó a cerrar el local, trabaja en dos turnos. Al principio estaba todo bien, me llenaba varios carritos y yo iba reponiendo en estanterías, ahí cada vez que pasaba por atrás me rozaba con la mano los glúteos, pero no me alarmé en ese momento”, sostuvo con indignación.
Y agregó: “Él había escondido la llave en la caja. También me hizo guardar mi cartera en un placard. Seguí llenando estanterías y me dijo que fuera a envolver frutas y verduras en bandejitas. Ahí fue cuando empezó cada vez más a pasarse y yo tenía mucho miedo porque el negocio es grande, el depósito es gigante y tiene un patio inmenso”.
“Me hizo cortar fiambre y seguía con el roce. Yo intentaba correrme y él volvía. Mi cabeza iba muy rápido, aparte soy estudiante y mi familia está lejos, solo tengo a mi novio. Decidí aguantar y tratar de esquivarlo, pensaba que si le decía algo me iba a violar o querer matar. En ese momento creí que era lo mejor para mí. Me tocaba con la mano y con su miembro”, explicó con la voz entrecortada.
En su relato, Virginia indicó que ni bien pudo salir del comercio, se encontró con su pareja y se puso a llorar por lo ocurrido. “Estaba mi novio esperándome afuera, que cuando le conté lo fue a buscar pero nunca le abrió la puerta el chino. Estaba en un estado de shock, lo primero que me salió fue llamar a mi mamá”.
“Uno normaliza o cree que como pasa seguido no es para denunciar, pero mi mamá me pidió que lo hiciera. Por eso también decidí escracharlo al otro día. Mi familia se vino de Trelew, volando prácticamente. Lo más triste es que uno no pueda conseguir un trabajo por miedo a estas cosas. Yo vivo a la vuelta, pero ahora me tengo que mudar por miedo”
“Esas maniobras las utilizó con un montón de chicas, a mí me escribieron como 10 para decirme que les había hecho lo mismo. Se hacía el tonto, como que no se daba cuenta”, sintetizó.