Al cumplirse 24 años del recordado crimen de las mochileras, María del Carmen Montoya, mamá de Irina, dijo esta mañana que "las heridas no se cierran" y remarcó que "siempre estuvimos muy acompañados por la gente de Bahía Blanca".
Irina Montoya y María Dolores Sánchez fueron asesinadas el 18 de febrero de 1998 en el camino de acceso a García del Río, a metros del kilómetro 36 de la ruta 33, por Eduardo Fermín Eliçabe (43), quien fue condenado por la justicia a la pena de reclusión perpetua aunque años más tarde, beneficiado por el artículo séptimo de la ley 24.390 (más conocida como del "2 por 1"), recuperó la libertad.
"Ya hace 24 años, pero tenemos el apoyo de todo Chañar Ladeado y de los compañeros de Irina. Siempre la recuerdan. Con los papás de María Dolores estamos a mucha distancia, porque están en Comodoro Rivadavia. Hasta que Dios nos llame las vamos a seguir recordando", agregó María del Carmen.
En diálogo con Panorama, por LU2, contó que esta tarde van a realizar una misa en la parroquia San Juan Bautista de aquella localidad y luego cruzaran a la plaza "donde hay una placa desde hace 15 años en memoria de Irina e intentaremos estar unidos como el 18 de febrero de todos los años".
Irina (25 años en aquel momento) y Dolores (18) habían salido de Chañar Ladeado, el pequeño pueblo santafecino que las vio nacer, para hacer dedo hasta Comodoro Rivadavia, adonde se había mudado la familia de la más joven.
Un camionero las trasladó desde Rosario hasta una estación de servicio de Guaminí, donde Eliçabe se ofreció a llevarlas a Bahía en su Fiat Duna Weekend; aunque 36 kilómetros antes del destino, por la ruta 33, se desvió hacia el camino a García del Río para consumar el peor final.
Por la mañana, un tambero que pasaba por el lugar encontró los cuerpos. Dolores estaba sin vida. Irina agonizaba y murió poco después en el Hospital Penna.
"La Justicia no estuvo a la altura de la circunstancias. Los jueces de Bahía sí, le dieron reclusión perpetua. Pero cuando pasó a Casación le dieron el 2 por 1 y salió en libertad por buen comportamiento. Me quedó grabado el nombre del juez Horacio Piombo de La Plata", afirmó María del Carmen.
"No volví a saber más nada de él (por Eliçabe), pero sé que anda caminando por la calle muy tranquilo, sonriente y a nosotros nos arruinó la vida", agregó.
"Cada uno lleva el dolor como puede, tengo muchas amigas, formo parte de muchas comisiones y estoy cerca de Dios; eso me alivió bastante. A lo primero estaba retraída y no quería nada, pero con amor y mi marido empezamos a salir adelante como podemos. Ella era muy feliz viéndonos contentos a nosotros", recordó.
Y completó: "Ella trabajaba y estudiaba, y en verano le gustaba salir. Por ahí no tenían suficiente dinero y les gustaba ir a dedo. Nosotros no queríamos, les decíamos que tengan mucho cuidado. Nuestra hija era una buena persona".