Economía 06/02/2022 20:48hs

Cuando Néstor Kirchner anunció inversiones chinas en la Argentina por 20.000 millones de dólares que nunca llegaron

Luego de jugar con el misterio por algunos días, haciendo correr el rumor de que tenía “un as en la manga”, en noviembre de 2004, un eufórico presidente de la Nación revelaba que China invertiría esa suma en diversos proyectos en nuestro país. Nunca pasó.

Néstor Kirchner recibió a Hu Jintao en Buenos Aires en noviembre de 2004
Néstor Kirchner recibió a Hu Jintao en Buenos Aires en noviembre de 2004
Cristina y Néstor Kirchner en la legendaria muralla china durante la visita del presidente argentino a ese país. Junio de 2004
Cristina y Néstor Kirchner en la legendaria muralla china durante la visita del presidente argentino a ese país. Junio de 2004
Néstor Kirchner y su esposa son recibidos por el presidente de China Hu Jintao y su mujer, Liu Yongping, en Beijing durante la visita del presidente argentino, el 28 de junio de 2004
Néstor Kirchner y su esposa son recibidos por el presidente de China Hu Jintao y su mujer, Liu Yongping, en Beijing durante la visita del presidente argentino, el 28 de junio de 2004

Era el 7 de noviembre de 2004. Faltaban pocos días para la visita a nuestro país del presidente chino de entonces, Hu Jintao, cuando el gobierno argentino reveló lo que venía insinuando desde hacía algunos días: China iba a financiar un mega-plan de infraestructura por la cifra de 20.000 millones de dólares, el mismo monto que ahora, 18 años después, acaba de surgir del entorno de Alberto Fernández desde Beijing y en vísperas de reunirse con el actual mandatario chino, Xi Jinping.

En los días previos a esta impactante revelación, Néstor Kirchner había dejado trascender que tenía “un as en la manga” y que si esa carta se jugaba efectivamente, el sería Gardel y en los despachos oficiales, junto al cuadro del Libertador José de San Martín, habría que colgar el suyo.

 
El “mega-plan” que financiarían los 20.000 millones de dólares chinos sería para obras de infraestructura en áreas tan amplias como energía, caminos, viviendas, ferrocarriles (incluyendo un tren de alta velocidad Buenos Aires-Rosario-Córdoba), turismo y telecomunicaciones.

El canciller Rafael Bielsa se mostró en la ocasión algo más prudente: si bien confirmó que habría inversiones millonarias, aclaró que la cifra sólo se confirmaría cuando el presidente chino estuviera en el país. Hu Jintao había emprendido una gira por América Latina y su llegada a Argentina estaba prevista para el 16 de noviembre. Pero al impaciencia pudo más y la noticia empezó a circular desde aquel 7 de noviembre, incrementando la expectativa que ya generaba la visita del mandatario chino.

Néstor Kirchner había visitado China ese mismo año, en junio, y según trascendió desde su entorno, a poco de regresar de ese viaje empezó a trabajar en este acuerdo tan promisorio con China, gracias al cual, estaba convencido, la Argentina se transformaría, con un renovado impulso a su economía y la creación de miles de puestos de trabajo.

La ilusión no duró mucho. Hu Jintao vino al país como previsto pero cuando un enjambre de ansiosos periodistas consultó en conferencia de prensa al director de la Oficina de Información del Consejo de Estado chino, el funcionario respondió que “esa cifra” era “espantosa”. Hubo algunas risas entre los presentes por lo que se creyó era una confusión semántica de un extranjero, pero yendo al diccionario se puede encontrar que uno de los significados de la palabra “espantoso” es “muy grande, enorme”. Tanto como los sueños sanmartinianos del presidente de entonces.

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La visita de Hu Jintao concluyó sin grandes anuncios y los ecos de la noticia de las inversiones millonarias se fueron apagando poco a poco.

Más tarde trascendió que el Gobierno había sido víctima de falsos influyentes que accedieron al primer mandatario a a través de uno de sus hombres de confianza: el secretario de Transportes, Ricardo Jaime, que avaló la gestión de estos personajes que decían representar al gobierno chino y a empresas del gigante asiático y que no sólo vendían 20.000 millones de dólares de inversiones, sino también un préstamo también “espantoso” de 14.000 millones que Argentina destinaría saldar la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Unos meses más tarde, en marzo de 2005, el agregado comercial de la embajada china en Buenos Aires, Wang Chuanxin, aseguraba que ni el presidente Hu Jintao ni su comitiva habían sabido nada de “esos acuerdos, ni de esas inversiones, ni de los empresarios, ni de las empresas autodenominadas chinas”, que firmarían los supuestos acuerdos de inversión.

 

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