Beatriz encontró a su hijo Ariel de 41 años tirado en el suelo de la cocina: era una de las víctimas del consumo de la cocaína adulterada que hasta ahora provocó 17 muertes y más de 50 personas internada. “Fue terrible, llamaba a la ambulancia y no llegaba”, relató.
“Cuando fui a apagar la luz de la cocina encontré a mi hijo tirado en el piso, quería, pero no podía”, detalló la mujer. “Fue terrible. Llamaba a la ambulancia, tardó media hora. Pero es entendible, porque no daban abasto con todos los jóvenes que venían uno por uno y estaban internados, y en un momento les tuvieron que decir que fueran a otros hospitales. Mi hijo ya estaba con un paro”, explicó.
Beatriz logró llegar al Hospital de Hurlingam y allí Ariel fue internado en terapia intensiva. “Está muy mal, con respirador”, detalló. “No lo puedo ver, no me lo permiten, está estable, está ahí, hay que esperar", lamentó en la puerta del centro de salud. La mujer, además, confirmó que su hijo compró la droga en Puerta 8, el asentamiento de Tres de Febrero allanado por la Policía. “Todos van a ese lugar. Yo solo pude ver una bolsita y un papel grande”, reconoció.
La mujer aprovechó para contar la desesperada situación en la que están quienes conviven con gente adicta, agotada por las circunstancias, compartió lo que vive con su hijo desde hace más de 25 años: “Consume desde los 14 y nadie me ayuda”.
“Mi hijo no recibió asistencia, porque si él no se quiere internar no lo atiende nadie. Él dormía todo el día y salía de noche. No conseguía trabajo. Y si conseguía trabajo, se lo gastaba en droga. Desde los 14 años que consume y que yo vengo luchando”, lamentó.
Beatriz le imploró “a los gobiernos, a todas las autoridades, que por favor se unan y cambien las leyes. Yo pedí ayuda, nadie te la da: si el joven no quiere internarse, no te la dan".