El sargazo de Holbox. Sí, la invasión de algas olorosas en la costa mexicana de enero es lo único que podría empañar las selfies de los veraneantes en Holbox, un pequeño islote rústico, colorido y ardiente en el estado mexicano de Quintana Roo, el lugar en donde pasa sus vacaciones Luana Volnovich, directora ejecutiva del Programa de Atención Médica Integral (PAMI), junto al número dos del organismo que regula el bienestar de los jubilados argentinos, Martín Rodríguez.
Se le dice isla, pero Holbox apenas llega a islote de arena a 11,5 kilómetros en línea recta desde el puerto de Cancún. Es una preciosura tropical que no supera los 40 kilómetros cuadrados, justo en donde el Golfo de México se entrega al abrazo del Mar Caribe.
En Holbox todo es natural y agreste, pero el que quiere tener lujos eligió bien dónde encontrarlos.
Como un delta caribeño, los únicos 6 kilómetros cuadrados habitados de Holbox conforman una red de manglares y riachos salados que pueden recorrerse en kayak, bote, padle-board o incluso bicicleta acuática.
Nada peligroso, el viajero podría incluso dejar de zigzaguear entre orillas caras y privadas e internarse dos cuadras en el mar. Jamás logrará que el agua le sobrepase la cintura, a tal punto la isla mansa y traslúcida es infinita.
Halbox no tiene alcantarillas, ni semáforos, ni calles asfaltadas. Pero recibe tiburones ballenas que peregrinan las dos últimas semanas de mayo y la primera de junio (excursión de nado, US$125 por persona), así como flamencos rosados, pelícanos y pájaros varios, gratis y a la vista de todos.
En Holbox también hay un par de hamacas acuáticas –se ven más lindas y producidas en las fotos- y letras gigantes para posar junto a ellas y no olvidarse jamás que logró llegar a este islote soñado, a una hora de Cancún, aun con cepo cambiario, dólar turista y la imposibilidad de financiar pasajes aéreos y estadías en el exterior, como nos pasa a todos los argentinos desde noviembre del año pasado.
Una gratificación personal que por nada del mundo debería pasar por alto en el Caribe mexicano si trabajo un año entero -o una vida entera- para aspirar a alguno de los hoteles de tres estrellas de Holbox, sin desayuno y con vista al mar, por US$ 145 la noche.
Si su bolsillo es bien otro y se estira hasta una palapa de paja en el exótico hotel boutique Aldea Kuka (US$ 1.198, pero con promo especial de US$ 724 para aprovechar desde el 20 de enero); o mejor aún, este es su año y podrá desembolsar los US$ 5952 que cobra por noche para dos, con desayuno, el Xaloc Resort de la Playa Norte, habrá encontrado el lugar ideal para refugiarse de las tormentas tropicales de Holbox que suelen convertir a la isla en un pantano de lodo y que desde luego, dejan sin luz a los 2000 pobladores permanentes.
Aunque las mayores tempestades son del estío, en Holbox hay vendavales durante todo el año; si alguno lo sorprende por el camino, sólo habrá que correr hasta el carrito de golf y regresar al nido cinco estrellas. Deberá atravesar situaciones como éstas para darse cuenta de que aunque caro, hay un confort que supera cualquier precio.
Sí, es cierto que matar las horas con un grupo electrógeno en un all inclusive de Halbox no eran las vacaciones que soñaba, pero siempre será mejor que diez días sin luz en algún conurbano, sin el consuelo y el alivio de la lluvia que se demora.
Holbox desde Cancún
La mejor manera de llegar a Holbox es tomando un micro desde el centro de Cancún hasta el puerto de Chiquilá (MXN $ 300 / US $ 14,74), en donde hay playa de estacionamiento para dejar el auto incluso durante varios días (entre US$ 5 y 10, según la temporada). A este costo, hay que sumar el ticket del ferry (US$ 11 por tramo), que sale cada 30 minutos.
Los más pretensiosos y escurridizos suelen pisar Holbox en una avioneta privada (US$ 150 por persona) hasta el pequeño aeropuerto, ubicado en el centro de la isla.
En Holbox hay varias callecitas de ensueño alegre y simple, con barcitos que desparraman música en las “veredas”. Desde luego, casi nadie maneja tarjetas de crédito y es de rigor ahorrar en efectivo, si se piensan vacaciones en Holbox, con excepción de los hospedajes de lujo.
Tal vez no le sorprenda que en Holbox hay cosas que no cuestan nada y suelen ser las mejores: caminar hasta Punta Cocos o hacia Punta Mosquitos, por ejemplo.
Holbox Caribe de noche
Uno de los fenómenos que colocó a Holbox en el ávido teleobjetivo de los turistas exquisitos es la bioluminiscencia nocturna, un fenómeno propio de sólo algunas costas marinas en las que la presencia de un microorganismo ilumina con lunares fluorescentes el agua salada, como si estuviera invadida por luciérnagas incandescentes.
La bioluminiscencia sólo sucede en los meses de más calor. En el caso de Holbox, en México, entre junio y octubre. Sin embargo, algunos afortunados pudieron fotografiar sus piecitos incandescentes hundidos en la orilla del Mar Caribe, ya a fines de marzo. Es decir, no espere bioluminiscencia en enero y febrero, porque no la encontrará.
La bioluminiscencia, en Holbox y en cualquier latitud, es un fenómeno natural totalmente inofensivo y no compromete en absoluto la interacción con el ambiente. El tour nocturno con guía en Punta Coco cuesta US$ 14, pero también podría hacerlo solo, en una noche con poca luna.
Los jubilados o los viajeros en busca de silencio total y tranquilidad absoluta podrían optar por una excursión de pesca en Cabo Catoche (desde US$ 62,5), en el extremo oriental de Holbox.
Holbox low cost
Si bien es cierto que quien “quiere celeste” suele pagarlo caro, Holbox es un destino tan fascinante que también tiene con qué recibir viajeros de billetera reducida.
En Holbox se puede dormir en una hamaca por US$ 10; en una habitación compartida por US$ 18; y en el camping de la isla, un camastro dentro de una carpa con ventilador y luz eléctrica se consigue por US$ 18.
¿Prefiere un bungalow? También lo tienen por apenas US$ 24 en el hostel Akbal. Y si no está para tanto, una gran mayoría para en Cancún y elige Holbox como paseo de día completo; tal como hacen los turistas que sólo pagan lo que pueden y nunca tienen de qué arrepentirse.