Para el fiscal Delgado, “en la Justicia se hacen todo el tiempo cosas ilegales en nombre de la ley”

El fiscal federal de Comodoro Py es uno de los integrantes del poder judicial que más crítica el sistema en el que trabaja. En una entrevista con TN habló de causas armadas y de la relación de la justicia con los servicios de inteligencia.
Para el fiscal Delgado, “en la Justicia se hacen todo el tiempo cosas ilegales en nombre de la ley”

Federico Delgado no es un funcionario judicial más en Comodoro Py. Es lo que cualquiera podría definir como un caso atípico. Los viajes hacia su oficina en bicicleta o la vestimenta discreta con pantalón de jean y remera negra lisa así lo demuestran. Particularidades ya conocidas que lo diferenciaron de la mayoría de sus colegas desde un primer momento pero que hoy pasan a un segundo plano: este fiscal federal se distingue del resto por las opiniones extremadamente críticas que no tiene problemas en compartir.

Por la feria judicial, el edificio de Retiro en el que se tramitan las causas más sensibles de la Argentina está prácticamente vacío. Unos efectivos policiales en el ingreso, algún recepcionista en la mesa de entradas y no mucho más. Allí, en el cuarto piso, está la Fiscalia N°6 de Delgado, de turno en los primeros días del año. “El gran problema es el sistema, el funcionamiento del dispositivo de la Justicia. Está para servir a la gente y no lo hace”, dice.

Cuando empezó a exponer públicamente sus ideas, recuerda, hubo fiscales y jueces que lo tomaron como algo personal. “A algunos le molestó al principio y había algunas rispideces pero después todo el mundo se dio cuenta que mis críticas trascienden a las personas. Acá, como en todos lados, hay gente buena y hay pícaros. Pero tema de fondo va más allá de la gente”, asegura.

“En la Justicia se hacen todo el tiempo cosas ilegales en nombre de la ley”, asegura. Y explica cuáles son algunas de esas cosas ilegales: “Es como una ensalada que tiene ingredientes que están bien y otros que están podridos. Es una ensalada, todos lo vemos, pero con ingredientes podridos. En muchas causas pasa lo mismo, tienen ingredientes podridos, y eso no puede pasar”, agrega.

-¿Hay causas armadas en Argentina?

-Sí, por supuesto. Las principales víctimas suelen ser personas pobres, vulnerables. Muchas veces empieza con policías, por ejemplo, pero se necesitan después jueces y fiscales. En cada nivel se va complejizando. Se pueden incluso plantar testigos o otro tipo de maldades, pero eso se combina con partes que tienen que ser legales. Ninguna causa puede ser toda trucha, ese es el secreto. Cuando los servicios de inteligencia podían trabajar era mucho más fácil, porque para los tipos es todo secreto. Venía un abogado y te firmaba que un espía, del que vos no podés saber ni el nombre, vio determinada situación. Y listo.

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-¿Qué pasa con los servicios de inteligencia y la justicia hoy?

-Ese ejemplo que te daba recién por suerte ya no puede ocurrir más. Por suerte. Creo que fue la única decisión judicial que tomó Alberto Fernández desde que es presidente. Prohibió que los espías sean auxiliares de la justicia. Puede seguir ocurriendo, obvio, pero es ilegal. Antes formalmente los espías trabajaban con los funcionarios judiciales. Los jueces pedían trabajar con la AFI para casos complejos. Eran puentes de legalidad por los que abajo pasaba el agua. Ahora está prohibido, es ilegal.

-¿Un ejemplo puede ser ese video en el que se habla de la Gestapo para sindicalistas? (En alusión al video grabado por espías en una reunión de empresarios y funcionarios del gobierno de María Eugenia Vidal).

-Podría ser. En ese video se dicen muchas cosas.

-¿Una prueba así de contundente podría hacer que se desestime un caso judicial?

-Depende. Porque siempre para cualquier causa armada hay algo que tiene que estar si o si. Vos precisás que un juez y un fiscal te crea. La obligación del juez y el fiscal es siempre reconstruir todo, no darle la derecha automáticamente a un tipo que dice las vacas vuelan. Pero cuando viene el paquete armado es dificilísimo darlo vuelta.

-Pero puede ser que haya causas armadas en las que el investigado no sea ningún santo y el delito del que se lo acusa se haya cometido.

-Obvio. Pero el Estado tiene todo a favor para hacer las cosas bien. Lo que pasa es que lleva más tiempo. Me gusta resumirlo con algo que dice del Flaco Menotti. Vos en un parque hermoso podes rodear todo el jardín y llegar a la puerta. O también podes hacer una diagonal, cruzar todo y llegar más rápido. Pero ahí pisaste todas las flores. Eso es un poco lo que pasa. Pero los funcionarios públicos tenemos que encargarnos de que se cumpla la ley. Y hay que laburar, aunque lleve tiempo.

-¿Y esos atajos se toman por comodidad o por presiones políticas?

-Se combinan varios factores. La comodidad, la ignorancia y necesidades políticas. La justicia, la ley, son espacios públicos, son para brindarle un servicio a la gente. Pero se termina usando para beneficio de algunos, para cuestiones particulares. La causa armada es un ejemplo de eso. Un tipo queriendo acostar a otro, por su propio beneficio, porque le interesa eso. Se hacen cosas ilegales pero en nombre de la ley.

-Pero esta historia no es de ahora.

-No, para nada. Y hay otra cosa que tampoco es nueva: la impunidad. Y es todo parte de lo mismo. Mirar para otro lado también es impunidad. Construir falsos culpables o falsos inocentes también es impunidad. En nuestra justicia se combina todo eso. Por eso pasa lo que pasa. A la Justicia hace mucho tiempo que no le creen, que la sociedad no le cree. Y la credibilidad es lo más importante que tiene. En algún momento va a haber que reconciliarse con la gente. Eso requiere autocrítica y voluntad. (Tn)

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