“El Gauchito se cansó. Arrió con todos. Ni siquiera creían en él. ¿Te diste cuenta el día que hace?”, dice y pregunta uno de los vendedores ambulantes del predio del Santuario Antonio Gil, mientras ofrece las tradicionales cintitas rojas en un nuevo aniversario de la muerte del santo pagano. Hay que mirar el cielo para entenderlo: el sol está radiante y no hay chances de que llueva, como ocurrió en los últimos años. “Llovía todos los 8 de enero; era una señal de que el Gauchito estaba enojado con lo que venían haciendo. Y así terminaron, todos presos”.
El 6 de agosto pasado, en este mismo lugar donde entre el miércoles y este sábado se estima que pasaron 300 mil promeseros , Sergio Canteros (33) y su padre Julio César (64) fueron asesinados a puñaladas. Por el doble crimen hay 9 imputados, que llegarían al banquillo a partir de febrero, y que pertenecerían a la denominada “Mafia del Gauchito Gil”.
Sergio recibió entre 20 y 22 cortes. Había discutido con sus atacantes por su terreno: querían instalar nuevos puestos sobre el frente de su casa. Y soñaba con lo que se está viendo hoy. “Mi marido luchó por una comisión nueva y honesta. No quería el ambiente que había hasta antes de su muerte”, le había dicho Yésica a Clarín, en los días posteriores a los homicidios. El accionar de los detenidos y sus allegados, denunciados por promeseros durante años, es lo que hacía que muchos creyeran que las lluvias fueran una señal del Gauchito. “Es que no le gustan que lucren con él”, era el argumento de la mayoría.
En esta edición el predio se parece a una ciudad que acaba de ser derribada por un tornado. Las decenas de casillas en las que funcionaron los puestos administrados por la “mafia del Gauchito Gil” son puro escombro. La imagen del Gauchito está a la vista de cualquiera que pase por la ruta 123. Ese era uno de los tantos reclamos de los fieles, que denunciaban que los puestos de la vieja comisión del predio habían tapado la figura.
Está comenzando una obra, que será muy similar a la que se hizo en el santuario de la Difunta Correa. Mercedes, la ciudad correntina en la que está el santuario, tiene cerca de 50 mil habitantes. El Gauchito es un motor fundamental de la economía local. Hay miles de familias que viven de los visitantes.
La oferta de todo tipo de merchandising se puede encontrar en las carpas que fueron instalas para la ocasión. La lata de cerveza Quilmes se cotiza a $ 250. La docena de chipa, a 400. Por$ 100 venden cuatro cintitas rojas. Las más grandes, de las que dicen “bendice mi hogar (o mi auto o guía mi camino)”, cuestan $ 100. Acceder a una ducha, 100. La oferta es inmensa. Se puede ver a un pony: “el servicio” es que los chicos se suban y sean fotografiados.
“Fue un 8 de enero distinto, sin una sola discordia. Sin un solo detenido ni agresiones. Los fieles ya lo notaron hoy: la mafia ya es parte del pasado. Todo lo que se viene a partir de ahora es positivo”, dice Juan Insaurralde, representante de los puesteros comerciales y vendedores ambulantes del santuario.
Los festejos comenzaron a las 0 de este sábado 8, en el que más de 100 mil personas pasaron por el santuario. Hubo fuegos artificiales y gritos de sapucay. En promedio, hacer la fila y llegar a la imagen representaba siete horas de espera. El ambiente fue el de siempre, el que caracteriza al lugar: fieles vestidos con decenas de camisetas de fútbol de equipos antagónicos que hacen una especie de pacto. El respeto hacia el gaucho logra que no se peleen ni se insulten. Las camisetas marcaron territorio. Las provincias con más fieles presentes fueron Buenos Aires, Salta, Tucumán, Santa Fe, Corrientes, Misiones y Córdoba.
“Teníamos muchas ganas de venir. En los dos años que no pudimos venir por pandemia visitábamos los santuarios del barrio, pero no es lo mismo. Acá está la esencia, y acá el gauchito ve nuestro esfuerzo: hacer 1.400 kilómetros entre ida y vuelta y más de siete horas de espera para tocarlo”, contaron un grupo de jóvenes que llegó desde La Matanza.
Hoy, como cada 8 de enero y en los restantes 364 días del año, el Gauchito recibió agradecimientos y pedidos. “Mucha gente agradeció trabajo y salud, con todo lo que está pasando por el Covid”, coincidieron algunos puesteros. Y pidieron lo mismo: “Conseguir trabajo, mejorar sus condiciones sociales y salud para ellos y sus familiares”. A partir del domingo, más de 300 mil fieles despertarán esperanzados. Creyendo que el Gauchito Gil los puede volver a ayudar. Para ellos, cada año comienza el 8 de enero.