Olga es la jubilada de 77 años que en las últimas horas sufrió un millonario robo con la modalidad “cuento del tío”, cuando delincuentes lograron llevarse una suma millonaria, contando pesos y dólares.
Tal como informó La Brújula 24, la mujer recibió el llamado de un inescrupuloso que se hacía pasar por su hijo, quien le aseguraba que estaba en el banco con el contador y le aseguraba que “había problemas con los dólares de Macri”, entre otros engaños, para luego despojarla de sus ahorros.
“No le deseo a nadie una cosa así, yo siempre fui precavida, cuidando todos los detalles, pusimos doble cerradura en mi casa porque tenemos miedo. Mis hijos vienen, pero no viven acá”, comentó la víctima en diálogo con el programa “Bahía Hoy”.
Y respecto del episodio, relató: “Me llamó uno y me dijo que era Ramiro, mi hijo más chico. Yo le preguntaba cómo le había ido con el nene en Suárez ,que juega al fútbol. Estaba creída que era él, tenía la voz muy similar. Me contó que estaba en el banco por el problema que hay con Macri y que tenían que salir de circulación los billetes que tienen los animales. El de la ballena blanca y no se que otro bicho”.
“Después me dijo de los dólares, que los precisaba. Me decía ‘mami’, como me dice mi hijo. Los billetes de mil también, porque estaban cuestionados. La impotencia que me da. Me decía que estaba con el contador, que se llamaba Gustavo Contis, y entonces me dijo que iba a venir él y que me quedara en línea. Me hizo contar todos los billetes en voz alta. Nunca se me cruzó por la cabeza que podía ser una estafa”, se lamentó.
En ese mismo sentido, refirió que el encuentro con uno de los delincuentes, el que fue a su casa, fue alrededor de las 15. “Vino caminando y se fue caminando, a las 3 de la tarde la gente no anda por la calle. Yo creo que lo estaban esperando cerca de mi casa”.
Y hasta lo describió: “Yo le miré todo su aspecto personal y era una persona de mediana estatura, no muy alto, aspecto propio de los italianos, muy gordo, obeso, y tenía una camisa celeste. Si me muestran una foto yo lo reconozco. Una gorra como el color de los vaqueros, de una tela distinta. Un pantalón que usan las personas mayores, como de poliéster, y un cinturón muy apretado de cuero marrón. Y le salía toda la gordura por arriba. El cabello era entre cano”.
“Es la impotencia de haber trabajado toda la vida y tener un ahorro para lo que nos pudiera pasar cuando fuéramos grandes”, agregó con indignación.