Es el director de cine argentino más reconocido en el mundo. Está sentado en la vereda de un hotel en Valladolid, España, donde acaba de recibir la Espiga de Honor, un premio a la trayectoria que por primera vez entrega el Festival de Cine de Valladolid.
Juan José Campanella se dispone a hablar sin censura, extensamente, sobre todos los temas que tienen que ver con su gran pasión, Argentina. Apenas pocas preguntas sirven para que se despache a gusto. Por eso, casi ni lo interrumpí.
- Empecemos por lo general ¿cómo caracterizás el momento actual del país?
- Casi me animaría a decir que es un dato y no una opinión: estamos en el peor momento argentino, al menos en democracia. No sólo económicamente, en cuanto a moral -en tanto “la moral de un equipo”-, el ánimo, la desesperanza. Quizás paradójicamente hemos necesitado llegar a extremos muy fuertes para romper tendencias sociales que nos cuestan romper. Por ejemplo, una dictadura tan perversa como la que tuvimos para que finalmente nos dejemos de joder con “ya van a venir los militares y van arreglar todo”. Quizás este momento de zozobra del peronismo sirva para que nos demos cuenta de que, eso de que este país solo lo puede gobernar el peronismo, no es así. Tenemos suficiente información dura para decir lo contrario. A este país sólo lo puede desgobernar el peronismo. En ese sentido estas elecciones me dan una esperanza, no quiero decir “la eliminación del peronismo” sino que deje de ser una inevitabilidad en la política argentina. Lo digo con todo el margen de duda, quizás cayendo en un análisis de café: a nuestra sociedad le cuesta mucho admitir que tenemos que pasar por un camino de sangre, sudor y lágrimas para llegar al lugar que queremos. Esperamos mejoras muy cortoplacistas, tenemos muy poca tolerancia con los errores y cada vez que emprendemos un camino de racionalidad pedimos perfección pero aceptamos todo cuando el camino es el de la irracionalidad. O dicho en otras palabras, al peronismo lo juzgamos con vara en el piso y cuando viene cualquier otro partido ponemos la vara a la altura de Finlandia.
- ¿Esto fue lo que hizo la sociedad con el gobierno de Mauricio Macri?
- No me gusta decir “la sociedad”, “la gente”. Vamos a hablar de la gente que votó a Macri esperando algo que no recibió y lo dejó de votar. Sí, obviamente pasó eso. Hubo un error de comunicación, juzgo yo, que es que el gobierno de Macri despertó a propósito muchas expectativas con el famoso “segundo semestre”; con el famoso “se va el kirchnerismo y llueven las inversiones”. No iban a llover inversiones. Son imposibles en Argentina. No se va a solucionar todo en dos semestres. Son problemas estructurales y la experiencia de otros países con menos problemas, demuestra que se demora años para salir de la inflación, de la pobreza estructural y el cambio de mentalidad
- ¿Cuáles son esos cambios necesarios?
- Por lo pronto entender que para lograr objetivos de máxima tenemos que pasar por caminos de mínima. Tenemos cimientos muy carcomidos sobre los cuales no se puede construir. Hay que volver atrás, sacar los cimientos y empezar a reemplazarlos por otros. No puede ser que sigamos discutiendo si el mérito y el esfuerzo son buenos o son de garcas y fachistas; es uno de los pocos países que siguen discutiendo que la emisión no genera inflación o que los servicios los tiene que dar el Estado. Hay ciertas cosas muy básicas que el argentino sufre pero a la vez, espera. Un buen ejercicio es comparar el gobierno anterior con éste, qué se logró con las cosas que pasaron. El gobierno anterior subió las tarifas de una manera que molestó a muchos y con razón porque no estuvo explicado, no estuvo bien comunicado y quizás, quizás, no estuvo bien hecho; quizás, no lo sé, no lo voy a juzgar. No voy a entrar en la polémica entre gradualismo y shock, se lo dejo para gente que sabe más. De cualquier manera la ciudadanía no estaba preparada para recibirlo. Ahora de nuevo tenemos tarifas atrasadas, es todo un desastre y venga el gobierno que venga va a tener que volver a subir las tarifas. Espero que la sociedad lo vea con otros ojos, que vea que es un esfuerzo que hay que hacer, pero para eso debe implementarse y comunicarse mejor.
- Hacés hincapié habitualmente en el tema de la comunicación.
- Cuanto más políticos conozco, más veo que la política tiene que ver con nuestro trabajo. El gobierno de Macri era la obra que teníamos que representar pero por falta de experiencia, cometimos errores burdos, de casting, de decorado, de guión y no tuvimos tiempo de mejorarla en la gira. Entonces la obra bajó de cartel, y la reemplazamos con una obra de porquería. Esperemos que ahora volvamos a ver lo que tratamos de hacer aquella, y en vez de tirarla por la ventana, la representemos mejor y que el publico la acompañe.
- El aumento de tarifas y todo el esfuerzo que se pida se lo hará a un país con la mitad de su población bajo la pobreza. Será más difícil.
- No soy de decir “saquen los planes y que se quede la gente en la calle”. ¿Cómo se hace esa transición? Será habilidad del próximo gobierno, sea el que sea. Cómo la explica, cómo la comunica y cómo nos va explicando los pasos que vamos a tener que recorrer con claridad y con objetivos claros; no pasos delirantes como “el segundo semestre” o “la unidad bolivariana”. El tema económico en Argentina es como manejar una avioneta en el microcentro. Cada curva que tenés que tomar o rompés un pedazo de esquina o rompés la avioneta. Si controlás la inflación con las tarifas, se atrasan las tarifas y después explotan; pero si subís las tarifas la gente no las puede pagar; si se te descontrola el dólar... Todo así. Creo que habrá que ir de a poquito, acomodar las variables y siendo conscientes que es normal en cualquier desarrollo que haya tres pasos adelante, dos al costado, uno adelante, uno atrás, como cualquier gráfico de subida de economía o de las acciones. En los gráficos tenés picos y valles, lo importante es que la tendencia sea para arriba y que alguien nos sepa guiar bien tanto en el pico como en los valles. A la comunicación le pongo una importancia trascendental. Fue mi principal crítica al gobierno de Cambiemos y sigue siendo mi principal critica al espacio.
- ¿Cómo explicás el término “comunicación”?
- Es complicado. Quien no sabe piensa que solo se trata hacer propaganda del gobierno y no; es mucho más que eso. Es cómo te relacionás, el liderazgo con la sociedad, cómo explicás, cómo das una visión de país, un sueño, un objetivo, cómo nos guías a través de las cosas que salen mal. Me da la impresión que Cambiemos... Le sigo diciendo “Cambiemos” porque nadie se dio cuenta que “Juntos por el Cambio” es un nombre horrible, y “Juntos” peor, le sacaron todo tipo de cambios... Comunicación es engancharte emocionalmente en tu proyecto, no solamente desde lo fáctico. Cambiemos tiene gente técnicamente muy capacitada pero con un exceso de mirar el Excel, los números. Dicen: “En esta encuesta tal persona nos representa en tal ciudad, tiene mejor imagen y esta midiendo mejor en tal lado, hagamos lo que sea para que vaya esa persona”, sin tener en cuenta la calidad del afecto, de las emociones por quien queda desplazado. Se vio claramente en la confección de las listas. Parece que nadie lo miró. Hay un exceso de ciencia en las decisiones y poco arte. Tiene mucho de arte el ser un gran político y a la gente de Cambiemos le falta arte.
- ¿Cuándo te enamoraste de Cambiemos?
- En el último momento, en la campaña de Macri post PASO. Hasta ahí no me había podido enamorar. Mi elección por Cambiemos era racional, porque lo único que me ofrecían eran razones, raciocinio. Cuando decían que era el gobierno de los CEO, estaba muy bien, yo no veo nada de malo, todo lo contrario. ¿Cómo no te va a gustar un gobierno de gente que sabe qué está haciendo? Me parece muy bueno que quien esté a cargo de AYSA sea alguien que había estado en la construcción del Canal de Panamá, y no Malena Massa, que la única vez que vio agua fue en la de pileta de su casa. Pero tenés que darle una visión épica, emocional a una sociedad que tiene que atravesar el desierto. “Bueno lo atravesamos, pero tiene que estar Moisés y hasta a Moisés se le hizo difícil”. En ese gran choque que fueron las PASO del ‘19 nace esa personalidad que estaba dormida, o quizás estaba sujeta por lo que decían las encuestas o por los coaches. Ahí nace esa pasión que empieza a mostrar Macri en esa campaña, que es una campaña de película. Es la mejor que haya visto en toda mi vida, hasta a Aníbal Fernández la tuvo que reconocer. Esa campaña no llegó a dar vuelta las elecciones pero dio un resultado por el cual estamos vivos y con esperanzas.
- ¿Por qué lo decís?
- Si llegábamos a perder las elecciones con la diferencia de las PASO, Cambiemos se hubiera disgregado, hubiera sido una pandemonio echándose la culpa unos a otros y en este momento la oposición estaría atomizada. Macri y los responsables de esa campaña lograron algo fundamental. Esa imagen de un presidente yéndose en andas; un presidente que perdió las elecciones, es histórica. No ocurrió nunca y es casi, casi, nuestro símbolo. Es una campaña que también tiene un elemento muy importante. Nació gracias a la marcha del 24 de agosto del ‘19, un acto absolutamente popular, no armado por ninguna institución política. Eso le dio fuerza a Macri que, no olvidemos, estaba llorando ese día. Y acá llegamos a lo que es comunicación entre la sociedad y su líder. La sociedad le tiró un guante al líder que lo tomó y lo devolvió duplicado. Eso es comunicación: oír lo que le pasa a la sociedad y canalizar su voz, sus sueños, amplificar los objetivos, las emociones y también la indignación.
- Durante 12 años esa comunicación la tuvo Cristina ¿La perdió?
- No me animo a decir si fue Cristina o los 12 años de kirchnerismo. Cuando Kirchner subió y dijo en ese famoso discurso “Vengo a proponerles un sueño”, caló hondo en la sociedad. Veníamos de un momento traumático -pero menos que el de ahora; no había 115.000 muertos en soledad, me parece que no se tiene en cuenta la magnitud de lo que eso significa en la Argentina- y nos cohesionó aún a los que no lo habíamos votado, que dijimos en algún momento “puede ser”. Había una historia de transversalidad, había una cosa al principio de canalizar ese inconsciente colectivo, cosa que se perdió no me acuerdo en qué año, durante el gobierno de Kirchner, cuando dejó el discurso de transversalidad y volvió a ser el caudillo de siempre, recargado.
- Hablando de caudillismo, eso continúa en muchas provincias.
- Sí, es que la democracia no es solamente votar y elegir el candidato. Tiene muchos otros elementos: respeto por las minorías, acceso a la información, varios condimentos. En estas provincias ni siquiera el voto al candidato es limpio, absolutamente no hay democracia.
- ¿Cómo se sale de eso?
- No hay democracia pero tampoco hay dictadura. No te matan si votás a otro. El clientelismo puede ser derrotado, por ejemplo haciéndole ver a quien vende su voto que pierde mucho más vendiéndolo que votando a lo que realmente quiere. Eso es algo que puede estar pasando en estas elecciones. Todos estamos viendo a la luz del día los actos de clientelismo del gobierno, y que no va funcionar. La gente dice “por un subsidio de $ 12.500, no te soporto más”, porque ven que están cada vez peor. Además hay que ir poniéndole una marcación de vigilancia, fiscalizando, hasta en los pueblos más chicos y si se pueden poner veedores en las provincias mas complicadas, mejor aún. Pongamos Formosa como caso emblemático. Aunque en estas elecciones no se gane, si se cambia el resto del país se pueden hacer dos cosas: primero que el resto del país empiece a ser un ejemplo para ese “cliente” para aspirar a otra cosa, y segundo teniendo otros resortes de poder, podés asegurarte que las elecciones sean limpias. Quizás no se gana en ésta, pero se puede ganar en la próxima. También puede estar la posibilidad de que la gente quiera votar a Insfrán y hay que aguantarse eso.
- Ahí llegás a un tema crucial. La corrupción no es sólo estatal, está en todos lados.
- Pero eso se puede desarmar, podés hacer que la ola cambie. Hay gente que es naturalmente corrupta o honesta, pero el grueso de la gente va siguiendo los usos y costumbres del país. Mucha de la corrupción en Argentina es porque se ha naturalizado tanto, que hasta no parece corrupción porque durante muchos años no te quedaba otra. Mucho tiempo fue normal ir al teatro y pagarle al boletero una buena ubicación. Lo sabía todo el mundo; eso desapareció con controles, con computarización y con la gente dejando de ir al teatro porque le salía muy cara la entrada. Esa es una de las cosas más valoro y aplaudo de “Cambiemos”. Empezó a ir gente presa que nunca jamás hubiera pensado que iban a ir: sindicalistas, políticos, empresarios; y empieza a haber una ola de saneamiento, como en Brasil con el Lavajato, como ocurrió en otras naciones, empieza a ver una ola y lentamente a cambiar esa tendencia, esa mentalidad. Los cambios sociales no ocurren de un día para otro. Fijate por ejemplo las actitudes de género, un montón de cambios sociales por los que estamos pasando. Estos 20 años fueron muy movidos en cuanto a tendencias y deconstrucción de ciertas actitudes. Ésta tiene que ser una deconstrucción más. Éramos una nación de gente honesta y que valoraba el esfuerzo y el sacrificio. Ahora hay un porcentaje muy grande de gente que cree que el mérito es algo negativo, sólo para los ricos, una cosa muy delirante. Esto no se debe confundir con la crítica a la desigualdad de oportunidad, que es una crítica válida a la meritocracia. Obviamente hay gente que tiene mas oportunidades que otra. Lo que hay que atacar es esa desigualdad de oportunidades, no el mérito en sí; de la misma manera que no porque hay provincias clientelares estamos descartando la democracia.
- ¿Tuviste costo por expresar tus opiniones?
- Mucho. Lo peor que nos dejó el kirchnerismo es una nación dividida. Esto no ocurre solo en lo institucional y político, han logrado dividir las familias, separar amistades de años. Tenía un grupo de la secundaria que éramos todos y ahora somos la mitad. Mi familia no se junta más en Navidad. También soy consciente de que he perdido público. Lo peor es que hay mucha gente que piensa que soy una mala persona porque no soy kirchnerista o gente que me dice “nunca mas veo una película tuya”, películas que no tienen nada que ver con el kirchnerismo, es como no ver películas de Jerry Lewis porque era republicano, o de Niní Marshall porque no era peronista. Vivir en un país donde entrás a un bar y, simplemente porque dijiste en público tu opinión, sabés que la mitad te quiere y la mitad te odia, es difícil. Creo que todos perdimos, es lo que más vamos a tardar en cambiar. Como en una pareja, cuando se instala el veneno termina en divorcio. Algunos me dicen: “No parece que fueras el que hizo ‘Luna de Avellaneda’”. La hice en el 2002, año del que es fruto. Había una conciencia de unidad en el país, estábamos en esto todos juntos, salíamos todos o ninguno. Ése era un gran activo que tenía la Argentina en el 2002. El kirchnerismo destruyó esto. Hoy lamentablemente aquella película no es posible. Lo primero que hay que hacer es sanar esa división. Es muy difícil cuando desde el gobierno se está permanentemente azuzando esa pelea. Dijeron que iban a terminar con la grieta, pero dicen las cosas que dicen. Este gobierno es mucho pero que el de Cristina en ese sentido. ¡Y hay que ser peor que el de Cristina!
- Muchos dicen que de esta grieta los dos lados son responsables.
- Yo no lo creo. Esta grieta nace con el kirchnerismo y lo puedo decir por mi caso personal y por el caso de muchísima gente que conozco y lo puede saber cualquiera. En mi caso personal yo no era una persona tan efervescente en cuanto a mis opiniones hasta que “6-7-8” empezó a atacarme de una manera que si me callaba, no podía dormir, porque iba a sentirme un cobarde. Me empujaron a la pelea. Cualquiera sabe en su familia quién empezó la pelea, no tengo por qué explicarlo. Que ahora, en este momento, los dos lados puedan sentir la misma inquina con respecto al otro, se entiende. No me olvido, no hace tanto tiempo, no está hundido en la historia de los tiempos el origen de la grieta. Fue hace poco mas de diez años. No fuimos nosotros los que hicimos “6-7-8”. En “Cambiemos” jamás se persiguió desde las instituciones a un artista como durante el kirchnerismo.
- Mucha gente también dice hoy, que ambos lados de la grieta son lo mismo.
- Sabemos que no es así. El proceso de vacunación, por ejemplo, hubiera sido distinto con “Cambiemos”. No se persiguió a nadie por su ideología desde las instituciones. Teníamos seguridad y se luchaba contra el narcotraficante y ahora se han liberado a narcotraficantes, violadores y asesinos que nos están matando. Se hacían pruebas para poder ver en qué estado estaba la educación y mejorarla. Ahora te dicen que pasen de grado con cualquier nota. Éramos una pieza importante en el concierto de las naciones y ahora somos un bombo que desafina con los peores del mundo. En este momento el desastre de este gobierno es tan grande, ¡supera tanto a todos los que hemos tenido! Ellos lo saben, hay testimonios como el de Vallejos. Es un desastre y no lo digo como opositor. El que diga que son todos lo mismo está muy distraído o quiere evitar el análisis apenas un poquitín más profundo.
- ¿Qué pensás del periodismo que dice que todo es lo mismo?
- Me es muy difícil hablar del periodismo en general porque sí critico a los periodistas que durante dos años limaron a más no poder a Macri, y nos vendieron el mito del Alberto moderado y ahora se rasgan las vestiduras porque ven que estamos en el horno. No voy a meter en la misma bolsa a los que con un coraje tremendo, trataron de pelearla y de poder hacernos ver que a pesar de que algunas cosas parecían mal, el camino iba bien o las alternativas eran mucho peores. Todos sabemos quiénes fueron los grandes responsables para que este gobierno gane las elecciones y que ahora tratan de abrirse de esa actitud porque obviamente no quieren quedar pegados. Todos recordamos quiénes son unos y otros.
- ¿Por qué pensás que casi ningún artista ni intelectual nombró jamás a Magalí Morales, a Solange, a Abigail, a tantas víctimas de los derechos humanos en este tiempo?
- No es casual. El kirchnerismo se movió con un arma muy propia de las dictaduras que es el escarnio público, el insulto, el llamar “traidor a la patria” al que piensa distinto, realmente mucha gente se siente que no tiene espaldas. Hay muchos artistas que no están dispuestos a perder público. Tenemos la historia de que la izquierda es “chic”. Y nadie le gusta que lo pongan en lugar de “traidor”, “facho”, “gorila”. Es muy difícil seguir hablando y tratar de aclarar que no es así. Mucha gente no está dispuesta. ¿Sabés la cantidad de gente que me dice “no te metas en quilombos”, “lo que tenés que hacer son películas”? El problema es que soy director de cine de 8 a 6, pero argentino soy las 24 horas del día. Y si bien amo a mi audiencia porque me dio todo lo que tengo, más que mi audiencia, me interesan mis hijos “.