De rodillas ante la ensalada criolla

No se sabe que espera Feletti para mandar a sus camisas negras a controlar el precio del dólar. Por ahí tiene suerte y le va un poco mejor que con el kilo de tomates. Por Alejandro Borensztein
Roberto Feletti, el nuevo secretario de Comercio. Arrancó congelando precios pero siguen los aumentos.
Roberto Feletti, el nuevo secretario de Comercio. Arrancó congelando precios pero siguen los aumentos.

Tanto como para ir matando el tiempo hasta que votemos en noviembre, podemos entretenernos con la competencia deportiva que el oficialismo organizó entre la cantidad de militantes políticos que acompañaban a Cristina a sus indagatorias judiciales y los que viajaron a Dolores para bancar al Gato en la suya.

Una disputa completamente ridícula que, sin embargo, fue planteada seriamente por funcionarios, candidatos y medios oficialistas y que, al fin y al cabo, sirvió para ir tirando una semanita. O al menos para distraernos del precio del tomate que en estos días pasó de 220 a 300 mangos el kilo y en algunas verdulerías de barrio llegó a 350. Deben ser los famosos monopolios de los que habla el “presidente”.

En principio, digamos que comparar la cantidad de gente que llevaba Cristina con la que llevó Macri es mezclar peras con manzanas. Para ser más precisos, es mezclar peras que la semana pasada valían 150 pesos y ahora valen 220 el kilo contra manzanas que la semana anterior valían 200 pesitos y ahora no conseguís por menos de 300. O sea peras y manzanas que se pasan a Feletti y su congelamiento por el carozo. Pero si les gusta dar ese debate, allá vamos.

¿Quiénes acompañaron a nuestros estadistas en sus respectivas indagatorias? Por un lado tenés una feligresía de creyentes kirchneristas incondicionales, capaces de justificar desde los bolsos de López hasta la dictadura chavista pasando por la fortuna millonaria de los Kirchner o el vacunatorio VIP, y que peregrinaban a Comodoro Py para adorar a su esfinge egipcia, revolucionaria y hotelera cada vez que el juez Bonadio la invitaba a tomar cafecito.

Por el otro lado tenés un puñadito de vagos republicanos que un jueves a la mañana no tuvieron nada mejor que hacer que irse hasta Dolores para hacerle la gamba al Gato al grito del deplorable “si se puede”. Gracias a Dios se olvidaron de llevar los globos y no arruinaron la campaña electoral de Juntos por el Cambio, de modo que la posibilidad de proteger la Constitución y salvar a la República todavía sigue en pie.

Tres globitos amarillos, una coreografía de dos pasitos y una simple mención de pobreza cero hubieran alcanzado para que el gobierno te de vuelta la elección y te arruine la vida para siempre. Por suerte Dios es argentino y evitó esa catástrofe. Una prueba más de que la oposición anda con suerte. Otra prueba es que el gobierno eligió jugar la final de noviembre con un equipo cuyas máximas estrellas son Tolosa Paz, el marido de Tolosa Paz, los departamentos del marido de Tolosa Paz y Gollán. Faltó Kreplak nomás.

PUBLICIDAD

Volviendo al punto, a vuelo de dron se ve que Cristina en su momento llevó bastante más gente y que merecería quedarse con la Copa Oyarbide, por darle un nombre simbólico a esta estúpida competencia que planteó el gobierno y de paso hacerle un homenaje póstumo a quien desde el Poder Judicial hizo tanto por los Kirchner.

¿Porque Cristina solía llevar mucha gente y Macri llevó poquita? Evidentemente no es un tema de volumen electoral ya que a ambos los siguen una buena manada de fanáticos y a la vez son detestados, más o menos, por un porcentaje similar del electorado. O sea que por ahí no viene la cosa. Suena más lógico pensar que la cantidad de gente movilizada es directamente proporcional a la gravedad de las acusaciones.

Ejemplo. Todos suponemos que, si hubo alguna escucha ilegal durante el gobierno de Macri, lo más probable es que haya sido ordenada por alguno de los inútiles que lo rodeaban pero difícilmente haya sido un pedido del propio expresidente. En todo caso, lo que hubiera correspondido era que el Gato saliera a explicar clarito y en castellano, aún sabiendo que esa no es su mejor virtud, y dijera con firmeza que si alguien de su gobierno cometió un delito, él personalmente lo denunciaría y lo sacaría del partido a patadas. Eso sería en modo Churchill pero, como todo el mundo sabe, acá Churchill no usamos.

De todas maneras, aparentemente es una acusación tirada de los pelos. Con 100 vagos que te acompañen a Dolores te podés arreglar fenómeno. Eventualmente, si para este miércoles pudieran conseguir 200 o 300 más, no estaría mal. Por las dudas.

En cambio, con Cristina es diferente. Por ejemplo, cuando se trata de una causa que incluye el tema Nisman necesitás que a la indagatoria te acompañe al menos un ejército de 20.000 verticalistas, mínimo. Si hubieran ido sólo 100 obsecuentes para la liberación todavía estaría durmiendo en la alcaidía de Tribunales.

El otro elemento que juega a la hora de este análisis ya no es la gravedad de la denuncia sino su verosimilitud. Y acá de vuelta gana Cristina.

Ponele que lo de Nisman fue un accidente doméstico y que el Memorándum fue, como lo definió ella misma en su libro “Sinceramente”, un acto de ingenuidad. Pero los 12 palos verdes que cuesta construir y equipar los 6.000 M2 del Hotel Alto Calafate no hay como explicarlo. Si a eso le sumás los otros 3 hoteles que tienen, la veintena de propiedades varias incluyendo los pisos en Puerto Madero y los 4,6 millones de dólares que le encontraron en la caja de seguridad, tenés como mínimo unos 30 palos verdes por debajo de las patas. ¿Cómo hicieron Néstor y Cristina, que desde los años 80 solo cobraron sueldos de funcionarios públicos, para juntar semejante bocha de guita?

Podés tener un contador que sea un mago y te dibuje las DDJJ con la tranquilidad de saber que las iba a terminar revisando Oyarbide, como efectivamente ocurrió. Pero a la hora de hacer cuentas en serio y analizar los valores reales no hay manera de justificarlo. Si no te acompañan 40.000 militantes a la indagatoria judicial estás en un problemón. Visto así, no hay duda que la Copa Oyarbide la gana Cristina por afano, en el más amplio y completo sentido de la palabra afano.

Párrafo aparte para el juez Bava que aportó su talento en este show cuando se olvidó de los requerimientos procesales y tuvo que suspender la indagatoria. Un capo. Es lo menos que se podía esperar de un tipo que sacó un 2 en el examen para ocupar el cargo.

Visto con alguna distancia, todo este combo debe ser parte de un plan opositor para mantener al electorado distraído de lo importante: el éxito económico del gobierno.

Justamente para que ese éxito no se ponga en riesgo, la nueva vocera presidencial Gabriela Cerruti salió a pedir que “no agiten la devaluación”. Más que a los medios, es una frase que debió decírsela a Cristina, Máximo y Alberto. Al fin y al cabo, ellos recibieron el gobierno en 2019 con un dólar de 60 mangos (que ya era altísimo) y casi dos años después está en 200 pesitos y subiendo. No se que espera Feletti para mandar a sus camisas negras a controlar el precio del dólar. Por ahí le va un poco mejor que con el kilo de tomates.

A propósito, contra el morrón rojo tirá la toalla, Feletti. Está visto que no vas a poder, crack. En una semana se te fue de 280 a 400 mangos el kilo. En este contexto, el “presidente” dijo en el acto de Morón que no piensa arrodillarse ante el FMI. Sería bueno que primero tenga un plan para no arrodillarse ante la ensalada criolla y después vemos que hacemos con el FMI.

Ahora están en la reunión del G20 en Roma tratando de explicarle al mundo que sus dichos en Morón fueron una mentirita para los mismos feligreses que acompañan a Cristina a sus indagatorias.

Asi son. Van y vienen. No sabemos si se van a terminar poniendo de rodillas ante el FMI pero, con tal de salir en una foto, chupan sotana que da gusto.

Delicias de la previa electoral. Falta menos.

Comentar esta nota
Más de Opinión