Opinión 17/10/2021 20:18hs

¿Por qué los periodistas no deberíamos ir a las conferencias de prensa de Gabriela Cerruti?

Por Osvaldo Bazan

¿Por qué los periodistas no deberíamos ir a las conferencias de prensa de Gabriela Cerruti? ¿Por qué los periodistas no deberíamos ir a las conferencias de prensa de Gabriela Cerruti? ¿Por qué los periodistas no deberíamos ir a las conferencias de prensa de Gabriela Cerruti?

Era mayo de 1984 y subíamos a un altillo por una pequeña escalera. Estudiábamos periodismo en la por entonces Escuela Superior de Periodismo de La Plata, en 44 entre 8 y 9.

Había caído la dictadura.

Se abría la vida a borbotones entre nosotros.

Íbamos a cambiar todo; porque todo debía ser cambiado. Nos explotaba la cabeza como pochoclos friéndose. Éramos los responsables de un futuro en la que le diríamos las cosas en la cara a los poderosos; armábamos un archivo para el centro de estudiantes; repudiábamos cualquier intento de censura; éramos un grupo imbatible.

No fue el único recuerdo recurrente en estos días.

Algo ocurrió esta semana que me hizo pensar en la noche del 23 de mayo de 2020.

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Estábamos todos encerrados hacía dos meses, esperando no sabíamos bien qué, quizás ganarle al virus por cansancio. No había que ser sociólogo del CONICET para darse cuenta que el estado general de la población era, a todas luces y por muchas razones, la angustia. Es más, probablemente ser sociólogo del CONICET fuese un obstáculo para comprender la realidad, como tantas otras veces.

Era angustiante ver a los chicos encerrados, extrañando vivir.

Era angustiante ver derrumbarse en días los sueños de años de trabajo.

Era angustiante no ver a los mayores que, en muchos casos, no entendían por qué los habían dejado de visitar, sintiéndose más abandonados que de costumbre.

En medio de ese caos, sin ninguna idea de futuro, la periodista Silvia Mercado, en una de esas conferencias de prensa que la pareja de Fabiola daba para explicarle al mundo qué era lo que los demás países estaban haciendo mal y por qué Argentina era genial, preguntó lo obvio.

“¿Evalúan las consecuencias emocionales, psicológicas…? Realmente hay mucha gente angustiada”, preguntó Silvia.

Eran todavía los momentos compadritos del señor al que ahora mandaron con un cuadernito Gloria por los barrios para enterarse, finalmente, que los argentinos tienen problemas con la inflación, con la falta de trabajo y con la delincuencia.

Su contestación que quedará para siempre en la red, es un punto alto de soberbia, insolencia y mala leche.

"Primer punto –dijo la pareja de Fabiola, con cara de Sebastián Estevanez haciendo de malo-. Yo lo primero que quisiera es que ustedes cuando hablen, les expliquen a los ciudadanos y ciudadanas que lo que estamos haciendo es les estamos pidiendo que se cuiden, porque a mí me llama mucho la atención esta idea que transmiten muchos medios y periodistas de 'la angustia de la cuarentena' ¿Es angustiante salvarse? Angustiante es enfermarse, no salvarse, no preservar la salud. Angustiante es eso. Angustiante es que el Estado te abandone y 'arreglátelas como puedas'; no que el Estado te dice '¡quédate en tu casa y cuidate, yo mientras voy a buscar donde está el virus!'. Eso es angustiante, que el Estado no esté presente ahí. Yo la verdad, escucho mucho este comentario y quiero aclarar, lo hablo con epidemiólogos (…) Estamos en una pandemia que mata gente, ¿lo entendemos? Estamos en una pandemia de un virus desconocido, ¿lo entendemos? Estamos en una pandemia que no tiene vacuna ni tiene remedio, ¿lo entendemos? Quédense en su casa y cuídense y traten de llevarlo del mejor modo posible. (…) Les pido: ¡dejen de sembrar angustia!".

Aún con lo horroroso que es que un Jefe de Estado le diga a sus conciudadanos qué sí y qué no pueden sentir, no fue lo peor.

Aún con lo desagradable que fue vislumbrar que el Jefe de Estado subestimaba los padecimientos de la población, no fue lo peor.

Aún sabiendo, como supimos después, que mucho de lo que decía el que dicen que presidente en esa conferencia de prensa era mentira y ocultamiento, no fue lo peor.

Lo peor, claro, fue el ejército de alcahuetes que salió a apostrofar a la periodista.

“Alberto cruzó a Silvia Mercado. El presidente le respondió a la periodista ultramacrista” dijo laroscashow.com.

“La contundente respuesta de Alberto a la ‘angustia’ de Silvia Mercado”, pretendió ironizar diarioregistrado.com.

“Cumpliendo seguramente el mandato de su patrón, el socio de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana, Daniel Hadad, Mercado salió a intentar sembrar pánico entre la población impulsando el relato de que los argentinos sienten ‘angustia” por la medida (que cuenta con altos niveles de aprobación), y que por ende debe ser levantada, evitando que se salve vidas, en un momento crítico del avance de la pandemia” paranoiqueó el sitio neonetmusic.com

“Le cerró la boca: la ultramacrista Silvia Mercado increpó al presidente por la cuarentena y Alberto la bajó de un hondazo”. Así tan poco sororo, tituló el sitio info135.com.ar del receptor de propaganda oficial Alfredo Silleta. Por si nunca entraron al sitio (no se ilusionen, no son muy especiales, no son muchos los que entraron) está cubierto de publicidades de la provincia de Buenos Aires, Banco Provincia, Senado de la Nación, Cámara de Diputados, ANSES, YPF, los municipios de La Matanza, Berazategui, Quilmes, Almirante Brown, Avellaneda, Ensenada, Malvinas Argentinas, Morón.

El contenido son todas gacetillas que halagan al gobierno nacional y provincial e increpan todo lo que huela a oposición.

Por si es muy temprano y el lector todavía está un poco dormido: un sitio mantenido exclusivamente por dinero oficial de las municipalidades con más indigentes del país, usado como ariete partidario para intimidar a cualquiera que ose desafinar en el coro oficialista.

El caso sirve como ejemplo de cómo funciona la máquina propagandística del gobierno en este tiempo. Hay que agregar los tuits de adláteres peronistas como Alicia Castro a quien hay que agradecerle la coherencia de ser siempre desubicada: “El presidente @alferdez responde categóricamente a una pregunta tonta de la periodista Silvia Mercado de @infobae que lamenta la “angustia de la cuarentena”; o del analista político oficialista que en los últimos días ha comenzado su operativo Despegar.com, Raúl Timerman quien tuiteó en su momento: “¿Los cansados, estresados, aburridos y angustiados por la cuarentena, se sentirían más aliviados si en lugar de 1000 muertos tuviéramos 20.000?”.

Por supuesto, la “polémica” fue retomada con ahínco por Página/12, Radio Provincia y todo el aparataje oficialista.

La colega Mercado, vale recordarlo, había usado un tono casi amistoso, casi abriéndole la puerta al Angustias (como bautizó a la pareja de Fabiola el historietista e ilustrador Bernardo Erlich) para que mostrase algo de empatía.

No importó.

La respuesta a su pregunta fue pedagógica.

Hay que enseñarle a los desacataos que la administración sólo acepta elogios, so pena de terminar repimporoteando en los calabozos de estos comisarios a sueldo del kirchnerismo.

Trulalá es un lugar mucho más serio que Olivos.

El comportamiento que esta administración espera de los periodistas en conferencias de prensa es de genuflexión. De lo contrario, el castigo está ahí nomás.

Sépanlo.

No hables.

Te tiran a los perros pauteros.

“Angustiante es que el Estado te diga: ¡arreglátelas como puedas!”, amenazó el Angustias. Y desde algún lado ya no podrán responder Solange, a quien el Estado le impidió cumplir su último deseo; Abigail, a cuyo padre el Estado obligó a llevar en brazos durante quilómetros mientras sufría sus semanas finales en Santiago del Estero; Lara, que el Estado dejó tirada hasta morir en el hospital Iturraspe de Santa Fe; Magalí, que el Estado mató en una celda meada den San Luis; cuatro chicas que no conmovieron al colectivo sororo.

Sólo cuatro casos de los miles de abandonados por el Estado, mientras el que dicen que presidente levantaba el dedito y una piara infame de colaboracionistas aplaudían al líder.

Lo que el papá de Dylan no decía es que sólo tres noches antes, en el mismo lugar en el que se indignaba y decretaba qué nos podía angustiar y qué no, a las 20.55 del 20 de mayo de 2020 -mientras nosotros no podíamos siquiera angustiarnos- entraba a la residencia de Olivos, Mariano Lebendiker -hijo mayor de la ex pareja de la actual pareja de Fabiola, Vilma Ibarra, Secretaria Legal y Técnica de esta administración- acompañado nada menos que por Pedro Aznar.

Y que cinco minutos más tarde, a las 21, entraron los otros dos hijos de la señora Ibarra, Sebastián y Matías.

Y que se retiraron a las 23.59 justo en el momento en que comenzaba el cumpleaños de Vilma Ibarra.

En Olivos se festejó tanto el cumpleaños de la actual pareja de Alberto Fernández y como el de su ex.

Parece fácil superar la angustia con un show privado de un gran músico en el cumpleaños de una ex.

Ahora la administración cree que tiene un problema de comunicación.

Si “problema de comunicación” es que nadie les cree nada porque vienen mintiendo duro y parejo, estamos de acuerdo. Ahora, si creen que están haciendo todo bien pero los argentinos somos tan malos que no queremos reconocerlo; o tan estúpidos que no nos damos cuenta, el problema es de la administración.

Después de decir que sí, que no, que no sé, que a lo mejor, que entonces no, convirtiendo una noticia en fake news, confirmaron a la diputada Gabriela Cerruti como portavoz del gobierno.

La misma Gabriela Cerruti que hace pocos meses juró que a partir del 10 de diciembre cuando terminaba su mandato como diputada iba a dejar la política y dedicarse a los libros, pero tuvo una epifanía y bueno, esa decisión de vida al final no era decisión ni era vida.

Por eso recordé el affaire Silvia Mercado.

Porque fue también Silvia quien esta semana le preguntó a Cherrutti sin Artaza cómo sería su trabajo.

La respuesta de la humorista contesta la pregunta que titula esta nota.

“Voy a transmitir las informaciones oficiales del gobierno. Acá se va a poder chequear toda la información, cuestión de que lo que se publique finalmente sea información cierta, verídica. Igual que todos ustedes estamos en contra de que la información se manifieste como rumores o noticias falsas. Estoy abierta para que chequeen todo el tiempo toda la información. Queremos jerarquizar la información, invitamos a todos los colegas a venir a la sala de periodistas, a las conferencias de prensa que haremos dos veces por semana. Y tratar de tener una comunicación pública lo más armoniosa posible, aportar para que la conversación pública sea sobre los temas que efectivamente le interesan a la gente y no estar basado en escándalos, denuncias y otro tipo de situaciones que en realidad convierten al periodismo en algo diferente a lo que tiene que ser, y a la comunicación del gobierno en algo diferente a lo que tiene que ser, que básicamente lo que tiene que ser es transmitir a los ciudadanos lo que está haciendo".

Si esta fuera una sitcom americana acá el personaje abriría extremadamente sus ojos y diría: “¿Esquiusmííííí?

La traducción más clara de lo que dijo la humorista es: “La única fuente de la verdad seré yo. Cualquier cosa que ustedes sepan, vienen y yo les digo si es verdad o no. A los ciudadanos sólo les deberá importar lo que yo digo y ni denuncias ni escándalos tendrán lugar, porque siempre son mentiras y porque así como decidimos qué se puede sentir y qué no, vamos a decidir qué le importa a la gente y qué no”.

Eso es exactamente lo que no es periodismo.

Fue Cerruti quien juró y re contra juró que el 30 de diciembre del año pasado, el brindis de fin de año que varias decenas de peronistas tuvieron en Olivos -ése al que fueron incluso varios diputados que al día anterior no habían ido a la sesión del Congreso, como la misma Ceruti- había sido “cumpliendo protocolos” y “al aire libre”.

Finalmente las fotos demostraron lo contrario, con la humorista en el medio de la recua peronista luciendo trajecito rosa bajo el techo del quincho de Olivos.

¿Quién chequea a la chequeadora?

Si lo único que hace la “información oficial” es “transmitir lo que está haciendo” no hace falta ir a una conferencia de prensa.
Manden una gacetilla y listo.

¿Para qué hace falta una funcionaria con rango ministerial, que además se suma a la Secretaría de Comunicación y Prensa y a la Secretaría de Medios?

Es llamativo como intentan seguir tratándonos como tarados. La humorista y la pareja de Fabiola se tiraron con todo hace poco tiempo; se despreciaron en público; se dijeron cosas que en una familia normal te hacen separar de tu cuñado para siempre. Ahora resulta que nos quieren hacer creer que ya está, que ya pasó, que era un poco de espuma en una relación armoniosa de 20 años de amistad.
Mienten y lo sabemos.

Están juntos porque todo se desmorona; porque nadie quiere caer sólo; porque desconfían hasta de su sombra; porque todos son topos de todos; porque están en pánico.

No hubo funcionario de esta administración que no haya mentido, exagerado u ocultado.

¿Y ahora vamos a precisar de la autorización del Ministerio de la Verdad para que selle que lo que decimos es verdad?

Cerruti dijo que la amenaza de Aníbal Fernández a Nik “fue una chicana en tono inadecuado por la cual el ministro ya pidió disculpas. Tratemos de no usar cada error no forzado para hacer una espiral de violencia y pensemos en lo importante que es…(sarasa)”.

¿Así se va a manejar?

¿Vamos a tener que hacer remeras que digan “¿Quién sos, Gabriela Cerruti?”.

Ya no hay paciencia para funcionarios que se creen dueños de nuestras libertades.

La primera pregunta en la primera de las conferencias de prensa deberá ser: “¿Reconoce usted que mintió con respecto al brindis del 30 de diciembre de 2020 en Olivos?”.

Y después, pararse e irse.

Para todo lo demás, están las gacetillas.

Las abuelas decían que en boca del mentiroso lo cierto se hacía dudoso. Y eso que no conocían la manada de funcionarios temerosos del resultado de las próximas elecciones.

Vuelvo a mayo del ’83 y veo entre el grupo de valerosos estudiantes que nos jurábamos trabajar siempre por la libertad a una chica regordeta de largos rulos, mejillas rosas y zoquetes de lana con encaje.

Era Gabriela Cerruti.

Nadie pensaba en aquel altillo que estábamos en presencia de la tenebrosa Ministra de la Verdad.

 

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