Los restos de los Coroneles Isidoro Suárez y José Olavarría llegaron a Buenos Aires el 30 de septiembre de 1877.
Fueron grandes amigos, compartiendo la conformación del Ejército de los Andes. Lucharon juntos en muchos combates y batallas e incluso formaron parte de los vencedores en "Junín", en el Perú, un lejano 6 de agosto de 1824.
Finalizada la Guerra de Independencia Americana, regresaron al país.
Ambos habían fallecido en Montevideo, donde se hallaban depositados en una misma tumba. Un buque de la armada argentina, que había sido enviado por el Presidente de la República, los trajo a su tierra natal. El gobierno uruguayo, fraternalmente, se asoció al duelo y les rindió honores militares al ser embarcados. El pueblo entero de Buenos Aires y el Poder Ejecutivo de la Nación, recibieron en el muelle las sagradas reliquias. El Coronel don Isidoro Suárez, el Héroe de Junín, como se le llama justicieramente, con un arrojo insuperable en aquella acción guerrera con una carga que sorprendió a los realista y arrancó al enemigo el cuerpo del General don Mariano Necochea, restituyéndolo al seno de los suyos como el más honroso y grande de los trofeos. Fue uno de los paladines más simpáticos y más prestigiosos de la guerra de la Independencia sudamericana.
El Coronel don José Valentín de Olavarría en su larga carrera militar fue honrado con varias comisiones de importancia; también recibió varias condecoraciones por su comportamiento en los campos de batalla: dos cordones, dos escudos y una estrella de la Legión del Mérito, de Chile.
Quizás en homenaje a la amistad que los unía se tomó la decisión de colocarlos juntos para la eternidad…
Están en el Mausoleo del Coronel Isidoro Suarez en el Cementerio de la Recoleta.
Texto del investigador Miguel Ángel Martínez.
Colaboración: profesora Gladys Meyer.