Se cumplen 17 años de la masacre de Carmen de Patagones
Este 28 de septiembre se cumplen 17 años del día en el que Rafael Junior Solich, quien entonces tenía 15 años, vació un cargador completo contra sus compañeros de la escuela Islas Malvinas. Tres de ellos murieron en el acto; otros cinco fueron heridos de gravedad.
El 28 de septiembre de 2004, los balazos mataron en el acto a Sandra Núñez y Evangelina Miranda, las dos de 16 años, y a Federico Ponce, de 15; en tanto fueron gravemente heridos Pablo Saldías, Rodrigo Torres, Natalia Salomón, Nicolás Leonardi y Cinthia Casasola, quienes se fueron recuperando en el transcurso de los meses posteriores.
El múltiple crimen de Carmen de Patagones no tenía antecedentes en el país y dejó al descubierto la ausencia de dispositivos para prever este tipo de hechos así como severas fallas en el abordaje de la situación posterior.
Junior Solich fue declarado inimputable por la jueza de Menores de Bahía Blanca, Alicia Ramallo, y fue internado inicialmente en un instituto psiquiátrico, donde transcurrió varios años, aunque una investigación de los periodistas Pablo Morosi y Miguel Braillard reveló que goza de un régimen de semilibertad.
Aquel episodio, que conmocionó al país y marcó para siempre su vida, lo transformó en una figura alrededor de la que, en todos estos años, se han tejido innumerables versiones respecto de su situación y paradero.
La tragedia ocurrió en el interior del aula que, durante los dos años posteriores, fue convertida en santuario hasta que, en 2006, fue transformada en una sala de reuniones, mediante un trabajo realizado por la comunidad educativa, y donde el principal protagonista es el centro de estudiantes que desarrolla actividades para honrar la vida.
A 17 años
El aula de la escuela Islas Malvinas de la localidad bonaerense de Carmen de Patagones fue transformada en un espacio de resignificado de la educación pública con actividades para honrar la vida, informaron las autoridades. “Nosotros no nos detenemos tanto en lo que nos pasó; lo que valoramos y fortalecemos en la escuela es lo que se logró a partir de lo que sucedió”, dijo la actual directora, Adriana Roumec.
“Así como resignificamos ese dolor, resignificamos este espacio”, resumió la directora en diálogo con Télam, en el que, además, contó que el aula donde tuvo lugar la tragedia fue convertida en “un espacio pedagógico de encuentro, de diálogo, de intercambio y de escucha cotidiana” entre los miembros de la comunidad educativa. “No pierde el sentido que justamente la escuela tiene, que es posibilitar espacios de aprendizajes”, remarcó.
Lo que ocurrió en Patagones impulsó no sólo a la comunidad sino también a la provincia a generar políticas de cuidado dentro en el marco que brindó la Ley Nacional de Educación en 2006 y la ley provincial en 2007. “Las normativas incluyen distintos aspectos que hacen al cuidado de lo que es habitar la escuela”, aclaró Roumec.
En ese sentido, opinó que se realizaron muchos avances y que son positivos, para tener acciones de cuidado que van desde la identidad de los alumnos al igual que de educación sexual integral, y también porque se generan espacios de participación democráticos que toman relevancia y protagonismo en la escuela secundaria.
Desde el 2012 el establecimiento se transformó en Escuela de Educación Secundaria Común, donde los alumnos cursan de primero a sexto año y cuentan con cinco orientaciones, artes visuales, economía y gestión, ciencias naturales, educación física y ciencias sociales.
Para la directora, “los logros tienen que ver con que cada uno de los que formamos parte de la comunidad educativa, tenemos un compromiso con la vida, y con valores como la paz, y la buena convivencia que nos marcó un rumbo que compartimos con los alumnos desde 2006, no sólo desde lo cotidiano, sino como ejes de trabajo”.
Los ejes de trabajo apuntan a lograr que lo educativo, más allá de cualquier contenido de enseñanza, sirva para que los alumnos puedan crecer como jóvenes valorando determinadas cuestiones relacionadas con la vida.
“El aula permitió a los compañeros transitar el proceso de duelo y de dolor con el respeto de toda la comunidad educativa que los contuvo, los escuchó y les brindó el tiempo que necesitaron para sanar”, precisó. En este punto, agregó: “Cuando hablamos de este lugar, nos referimos a la luz, que es lo que significa ser alumno”.
La directora finalmente contó que los exalumnos concurren cada año a la escuela, y que en la matrícula están registrados los hijos e hijas de los egresados que integraron el grupo que sufrió la tragedia.
Para ese día, la escuela propone distintas actividades que tienen que ver con la reflexión, honrar la vida con espacios de encuentro, y de integración de ayuda mutua. “Este año fuimos designados como Embajadores, ese día nuestro centro de estudiantes recibirá la Bandera Internacional de la Paz”, concluyó. (Primera edición)