En la zona vitiviníciola se sabe hace un tiempo de la gran crisis que golpea a la industria vitivinícola, y tiene que ver con la imposibilidad de conseguir botellas de vidrio para poder fraccionar el vino.
Si bien muchos agentes de la industria sostienen que hace tiempo el problema está a la vista y "nadie hacía nada", ahora ha estallado y se ha agravado abruptamente con la complicación sufrida por Verallia, una de las más importantes fábricas de botellas, por un siniestro: un incendio complicó todo al inhabilitar un horno.
A este accidente se suma la falta de previsibilidad en materia económica en la que está sumergida la Argentina, que hace que sea cada vez más difícil pensar en tener nuevos jugadores que puedan invertir.
Lo cierto es que el vino en estas horas enfrenta un verdadero dilema. Quizás con el insumo seco más importante y que ante la falta de botellas puede producir diversos golpes tantos dentro como fuera de la industria.
Los esfuerzos los están haciendo productores, Bodegas de Argentina y también el gobierno provincial en gestionar ante organismos nacionales para liberar retenciones y tener la posibilidad de importar botellas de otros países productores.
Y aunque esto se concrete, sabemos que ciertamente este problema de la falta de botellas va a impactar sobre los costos y muy probable que también sobre el precio.
Además, es a todas luces un terrible golpe a la exportaciones comprometidas por parte de las bodegas. Acuerdos que se cierran con antelación no pueden cumplirse y esto implicará muchas pérdidas de mercados ganados por el vino argentino en las principales góndolas del mundo.
Desnudos y sin respuestas
Verdaderamente es un problema mayúsculo para la industria del vino. Los productores en estos días han quedado perplejos y casi sin opciones ante está situación.
Cuando uno habla con los referentes de esta industria, las caras no son las mejores y realmente la preocupación va aumentando a medida que pasan los días.
Es una realidad, que más allá del incidente que se produjo en Verallia, el aumento del consumo y la proliferación de distintos envases, no solo para el vino, han hecho que quede al descubierto la falta de proveedores que hay para un industria que va adquiriendo otra dimensión.
Cómo sigue el tema
La pregunta que nos hacemos a estas horas es hasta donde escalará el tema y el conflicto, y cuál será la dimensión real que va a tener en el mercado.
Pareciera que productores van por un camino y proveedores a otro ritmo. Es técnicamente imposible jugar en el primer nivel mundial, sin que todos los actores se coloquen en la misma sintonía.
No podemos dejar de prestar atención a este tema. Hay que preocuparse y ocuparse. Esta puede ser otra de esas anclas que vuelvan a tirar al vino argentino hacia abajo. Seguramente no es tiempo de buscar culpables, sino soluciones. E implorar que esté ancla sea la última. (mdz)