Apenas culminadas las Paso del pasado domingo el intendente Ricardo Moccero, al reconocer la derrota en la misma carpa levantada en el playón del ferrocarril, dio a entender a que su criterio la derrota debía ser buscada en la “pandemia, que no nos dejó estar con los vecinos”.
Por supuesto que la del jefe comunal es una visión sesgada, la derrota es multicausal y se debe inscribir en los mil y un errores que cometieron los gobiernos nacional, provincial y municipal, que fueron muchos y algunos casos hasta insultantes para con los vecinos.
Pero conociendo la forma de pensar del Intendente, no es extraño suponer que Moccero ha quedado convencido de su diagnóstico y que lo mejor que puede hacer es dejar muy atrás en la memoria lo ocurrido durante la pandemia.
Ya no se hablará más de los funcionarios que paseaban suegras mientras nadie podía siquiera salir a la vereda, del suspicaz incendio del corralón municipal, ni los apuros y/o aprietes a distintas agrupaciones del orden de Padres Organizados por pedir clases para sus hijos, el procesamiento a productores agropecuarios por homenajear al General San Martín, ni el supuesto abuso de autoridad de parte del intendente en ese hecho, ni el asado setentoso (de 70) realizado en campos de funcionarios, las tomas de las patentes de los autos de los manifestantes, ni las promesas repetidas y nunca concretadas de obras de todo tipo, los viajecitos de trabajo y placer a Buenos Aires y La Plata de distintos funcionarios mientras nadie podía ni siquiera ir al Balneario, la vuelta de los viajes sin tener que hacer cuarentena (¿los funcionarios no se contagian?), las amenazas a concejales opositores, los vacunados Vip, algún que otro fallecimiento poco claro en el Hospital y otros sectores de Salud, los llamados telefónicos a referentes opositores, los privilegios del poder, los allanamientos, las causas judiciales y así se podría seguir un largo rato.
O sea que, a nuestro criterio, la culpa no fue de la pandemia sino lo que hizo y cómo se hizo durante la pandemia, que no es más ni menos que la forma en que se gobierna.
Pero en su tozudez el intendente intentará dejar atrás una pandemia que manejó muy mal, una campaña de vacunación que nos llevó a estar entre los tres distritos de la zona que menos vacunó, y con mayores de 60 años que hace muy pocos días recién lograron aplicarse la segunda dosis.
Si la vacunación hubiese sido más efectiva, ¿se podría haber salvado alguno de los 158 fallecidos que se llevó el Covid?
Entonces, para abonar la teoría del jefe, se liberan los boliches, se organiza la fiesta de la Primavera, restaurants y confiterías sin mayor control, reuniones plenas en el Estrellato, ya NO SE INFORMA DURANTE EL FIN DE SEMANA de los nuevos contagios ni nada que tenga que ver con el Covid 19, se minimiza todo lo que tenga que ver con la pandemia. Eso sí, a la Sociedad Rural, enemigos elegidos por el kirchnerismo para su relato epopéyico, se le niega la posibilidad de organizar la exposición comercial e industrial y ni siquiera se buscan alternativas de menor asistencia o controles de otro tipo, privando de su gran fiesta anual a la población. Por lo menos deberían haberse estudiado alternativas.
Y entonces, ¿no hay que cuidarse más? ¿A tirar barbijos y prevenciones?
No, de ninguna manera, la pandemia no ha terminado, pero los suarenses sabemos cómo se manejan estas cosas.
Porque la derrota no fue por la pandemia. No lo fue. Y olvidarla e ignorarla no es la solución.
Porque nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.