El Gobierno más hermoso del mundo
No tiene sentido ensañarse con el gobierno por algo tan berreta como las fiestitas habiendo motivos tanto más decorosos para reputearlos de arriba abajo como la vacunación o la inflación. Por Alejandro Borensztein
Por mucho que disfrute el gorilaje, ya va siendo hora de terminar con el tema de las fiestitas en Olivos. No tiene sentido ensañarse con el gobierno por algo tan berreta habiendo motivos tanto más decorosos para reputearlos de arriba a abajo como la inflación, la pobreza, la desconfianza generalizada, la huida de los capitales o el plan de vacunación, en el orden que usted prefiera amigo lector.
Además, con una mano en el corazón, deberíamos ser más comprensivos con los protagonistas del inolvidable festejo que, como diría Shakespeare, no fue más que un patético sueño de una noche de invierno. Ante todo, piedad con el prójimo en la dificultad. ¿Quién no ha estado alguna vez en pareja con alguien que te mete en un quilombo grande como una casa? ¿Quién no ha sido la media naranja de alguien que, aún sin querer, casi te arruina la vida? Es más, si tiramos de este hilito argumental podríamos animarnos a una pregunta más cruel: ¿A quién no le ha sucedido alguna vez que su pareja sea considerada por los demás como algo impresentable? Esto es lo que le está pasando a la señora Yáñez, pero que le podría haber pasado a cualquiera. Dejémosla tranquila, ella no tiene la culpa de las cosas que hace el dorima.
Solo por retomar alguno de los asuntos más trascendentes, digamos que el gobierno insiste en presentar el plan de vacunación como una epopeya extraordinaria cuando la realidad indica que no es más que una rascada imperdonable. Hagamos números.
Según el inobjetable ranking global del NY Times, ahora estamos en el puesto 51 del mundo (50 países vacunaron mejor que nosotros) con 90 dosis aplicadas cada 100 habitantes. Después de 10 meses de vacunación, el 61% de los argentinos recibió una dosis y sólo el 29% está completamente vacunado con las dos dosis. Como consuelo digamos que hemos superado a Brasil por dos puntitos (nosotros 90 dosis y ellos 88) pero seguimos siendo humillados por Chile (149 dosis/100 hab) y Uruguay (157 dosis/100 hab). Mientras nosotros solo tenenos vacunados con dos dosis al 29% de la población, los uruguayos tiene al 71%. Para colmo, el 9,5% de los charrúas ya ha recibido la tercera dosis.
Guardemos para el juicio final la declaración del ministro Kreplak: “La tercera dosis es una campaña de venta de algunos laboratorios” y ya podemos ir agregando los nuevos dichos de Vizzotti: “Todavía no es momento de pensar en una tercera dosis”. A decir verdad, lo de Vizzotti guarda cierta lógica: trajeron muy tarde la primera dosis, no llegaron con la segunda, mucho menos le vamos a andar reclamando una tercera.
Más allá de este trágico y remanido asunto, la agenda global nos ofrece otras cuestiones mucho más complejas que las fiestitas de Olivos. En principio, Afganistán.
Por lejano que parezca, lo que allí ocurre influye sobre nuestras vidas más de lo que imaginamos. De todo lo que hemos visto, hay un episodio que pudo haber pasado desapercibido para mucha gente pero no para esta página. La semana pasada, las fuerzas del talibán detuvieron al principal referente del humor político afgano. Lo fusilaron, le cortaron la cabeza y la pasearon por la ciudad. El hombre se llamaba Khasha Zwan. Partiendo de este dato, y antes de salir corriendo a Ezeiza, conectemos algunos episodios locales ocurridos esta semana:
1. Una docente completamente desencajada agrede a los gritos a un par de alumnos que osaban cuestionar al peronismo en la Escuela “María Eva Duarte”, ubicada en Ciudad Evita.
2. El presidente presenta el hecho como un debate enriquecedor que le “abre la cabeza a los alumnos” y justifica los gritos de la docente diciendo que “ella está exaltada porque sabe como es la verdad”.
3. Luis D’Elía, que también defendió a la docente en un tweet, hace un acto público en el que se corta la tobillera electrónica con la que cumplía arresto domiciliario. Lo acompañó en el evento el Juez Juan Ramos Padilla.
4. El sindicalista “Pata” Medina reaparece en la escena política pese al fallo judicial que se lo prohíbe.
5. Una banda armada hasta los dientes amenaza en un video con acribillar a jueces y fiscales si se atreven a condenar al querido “Pata”.
6. El ministro Ferraresi, el mismo que se había hecho tomar juramento por un puñado de niños, propuso 8 años de gobierno de Alberto seguido de otros 8 años de gobierno de Kicillof. O sea, gobiernos kirchneristas hasta el 2035. Como Franco o Stroessner.
7. La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta, abordó el tema de las violaciones a los DDHH en Afganistán y declaró que “la salida solo será alcanzada a través de un diálogo político inclusivo”. O sea, un diálogo entre unos tipos barbudos con ametralladoras y unas chicas de 15 años que quieren ir al colegio y les molesta ser lapidadas.
8. El señor Jorge Rachid, asesor sanitario de Kicillof, declaró la semana pasada que el talibán es un movimiento nacional y que “los afganos que tratan de escapar son el cipayaje”.
9. Kicillof mantiene en su cargo a Rachid, por lo que podemos presumir que el gobernador comparte sus opiniones.
10. El legislador correntino Miguel Arias es baleado en un acto partidario.
11. En referencia al atentado contra Arias, Máximo Kirchner dijo el viernes que “el odio de los medios de comunicación es el caldo de cultivo para este tipo de actitudes”.
A este listado de episodios recientes debemos agregar el cambio de posición de Alberto sobre el Memorándum con Irán que pasó de considerarlo “un plan presidencial de encubrimiento a los autores del atentado” (2015) a “un intento de solución al problema” (2020).
Sumemos dos viejos asuntos: la insistencia de Cristina en hacer un “nuevo contrato social” y la frase con la que Máximo se lanzó públicamente a la política el 13 de septiembre de 2014 cuando en el final de la segunda presidencia de Cristina dijo “que la dejen competir a Cristina y sanseacabó”. Todos sabemos que la Constitución, o sea el actual contrato social, impide más de una reelección. Completa esta saga la reciente frase de Cristina sobre los opositores: “Siento que odian a los argentinos y no lo quieren decir” (1/7/2021).
Uniendo todo este combo de cosas y recordando el fusilamiento y posterior degüello del humorista político afgano Khasha Zwan, corresponde ser muy firmes, claros y contundentes a la hora de las definiciones políticas para evitar malos entendidos.
Digámoslo sin eufemismos: el gobierno kirchnerista es buenísimo. A veces puede parecer que no, pero sin dudas es hermoso.
Por supuesto, siempre se puede mejorar como todo en esta vida. Pero si lo mirás bien, te enamorás. Las críticas que uno pudo haber hecho en algún momento de descuido son meras observaciones que deben entenderse como un aporte para mejorar el modelo. Pero si el kirchnerismo piensa que sería mejor mandar a borrar las 616 columnas publicadas aquí hasta hoy, ya mismo le solicitamos a Google que las baje. El cliente siempre tiene razón. Su pregunta no molesta. Su pedido es una orden.
Si Dios quiere y todo sale como esperamos, en las próximas elecciones el gobierno va a ganar y el país se encaminará definitivamente a un destino feliz. La patria será el otro y el amor vencerá, como dicen nuestros líderes Cristina y Máximo, y sus respectivos mayordomos Alberto y Massa.
Sabemos que algunos preferirán votar a otros candidatos. Cipayos hay en todas partes, como en Kabul donde se cuelgan de los aviones para escapar del proyecto popular. Pero no lo lograrán. Como dijo Alberto cuando ganó las elecciones en 2019: “El gobierno ha vuelto a manos de los argentinos”. O como dijo la sabia docente de Ciudad Evita: “¿Te crees que el pueblo es boludo?” Desde esta página seguiremos desenmascarando con el humor a los cipayos opositores que odian al pueblo y se arrodillan ante los poderes concentrados, el imperialismo opresor y los intereses foráneos.
A propósito ¿Saben el último chiste sobre López Murphy?