El sindicalismo argentino debe ser una de las estructuras políticas con menos renovación desde el regreso de la democracia, no sólo porque las caras son las mismas a pesar de los años, sino también porque no se termina de adaptar a las demandas de la época, como la inclusión de más mujeres en la dirigencia. Por otro lado, en algunos casos ha llegado a conformar un aparato que suele ser temible si se utiliza con fines contrarios a la ley, ya que se convierte en violentas patotas para defender otros intereses que no son los de los trabajadores. Y, después de esto, hay situaciones que están en franco conflicto con decisiones judiciales.
Es el caso del dirigente de la UOCRA de La Plata, Juan Carlos "Pata" Medina. Detenido en el 2017 bajo varias imputaciones, recibió el beneficio de la prisión domiciliaria. Pero, además, tenía prohibido realizar cualquier tipo de actividad gremial en un sindicato intervenido. Pese a todo, decidió desafiar a la Justicia y encabezar un acto para retomar el control. Es decir, violó la resolución de un tribunal en un claro mensaje de impunidad.
A veces, para tratar de entender la realidad argentina hacen falta subtítulos, como en las películas. Pero, en otros, la señal que su dirigencia busca transmitir es tan clara como brutal. Pasa por arriba de lo que dictan las instituciones que procuran el equilibrio y las garantías entre ciudadanos, así como sus sanciones. En este caso, es la exhibición de cómo se arbitra el poder.
Esa es la foto.