El Gobierno nacional analiza bonificar el valor de unos 100.000 pasajes de Aerolíneas Argentinas para atraer a turistas extranjeros. La medida está pensada, en principio, para viajeros de Brasil, Uruguay y Chile y busca reactivar el negocio aerocomercial.
El objetivo principal es que comiencen a ingresar dólares por esta vía ya que el cierre de fronteras frenó una entrada de divisas importante.
En realidad, la administración de Alberto Fernández, se enfrenta con un problema económico y político. La balanza comercial en materia turística es deficitaria, ya que son más los dólares que se van por esta actividad que los que entran.
Desde el Ejecutivo se dejó trascender que, a partir de octubre, se permitiría el ingreso de extranjeros, impulsado por esta necesidad de dólares.
Nada se dijo sobre el aumento de las frecuencias para que los argentinos también puedan volar al exterior con normalidad.
Si bien la lógica indica que los aviones tienen que ir y venir llenos para ser rentables, el manejo del mercado aéreo que está haciendo el Gobierno nacional, en los últimos meses, deja espacio para cualquier medida inesperada.
La apertura del doble flujo aéreo internacional le puede traer más problemas que soluciones, por el desbalance cambiario, por lo que no se descarta que se esté evaluando incrementar la llegada de extranjeros sin ampliar la salida de argentinos, manteniendo algún cupo.
Hay que tener en cuenta que Aerolíneas Argentinas es una empresa ya deficitaria por lo que aumentar el pasivo, en gran parte en pesos, no sería una traba. Es ahí donde entra a jugar el aspecto político.
También hay que recordar que, mientras se habla de permitir la llegada de extranjeros, todavía hay miles de argentinos varados en el exterior que no saben cuándo podrán regresar al país. La excusa fue frenar la llegada de la variante Delta.
Desde el inicio de la pandemia, las decisiones del Gobierno nacional, en cuanto a los vuelos, muestran que no respondieron, exclusivamente, a necesidades sanitarias, sino que estuvieron tamizadas por cuestiones económicas.
Es común ver en las redes sociales o canales de televisión, la imagen satelital de los vuelos online que muestran que, mientras en el resto del planeta hay una gran actividad, sobre la Argentina apenas circulan uno o dos aviones.
Esa curiosidad está reflejada en las últimas estadísticas del movimiento aéreo de julio que elaboró la ANAC.
El mes pasado se transportaron 383.110 personas en vuelos de cabotaje, un 75% menos que igual mes del 2019, cuando viajaron 1.520.579 personas. Medido en vuelos, en julio último, se realizaron 3.387 contra 12.484 de dos años atrás.
Es cierto que el 2019 hubo récord de operaciones por la política de cielos abiertos del gobierno anterior, con fuerte presencia de las empresas low cost, pero el achicamiento del sector va más allá de ese año.
También la caída es fuerte contra el 2015, el último año del gobierno de Cristina de Kirchner. En julio de ese año, viajaron 928.688 personas. La baja con julio pasado es de 64%. En aquel mes se realizaron 9.074 vuelos.
Culpar a la pandemia de este derrumbe aéreo no parece lógico ya que, en la comparación con otros países, la Argentina queda mal parada.
En este caso, los últimos datos disponibles son de junio de cada año.
En ese mes de 2019, en Estados Unidos, 54.610.000 personas realizaron vuelos domésticos, mientras que en junio de este año lo hicieron 44.727.000, una disminución del 18%, respecto a la actividad prepandemia. En Argentina, se pasó de 998.975, en junio 19, a 116.667, hace dos meses. Es decir, una caída del 88%.
Si se toman otros países de la región, la comparación también deja mal parada a la Argentina. En México, la disminución de pasajeros de cabotaje, fue de 17%, respecto al 2019, mientras que en Brasil retrocedió 45%. En Colombia fue de sólo 20%.
Si se comparan los vuelos internacionales, la relación se mantiene negativa para la Argentina. La baja de los vuelos al exterior, entre junio 19 y junio 21, fue de 90%. En ese mismo período, para Estados Unidos fue del 62%, del 13% para México, del 45% para Colombia y para Brasil, el único país que se aproxima a la Argentina, del 86%.
Este cierre aéreo que se dispuso en el país no logró resultados positivos en materia sanitaria ya que, cualquier indicador, muestran a la Argentina entre los peores lugares en el manejo de la pandemia.
A esto se suma que la política aérea de Alberto Fernández provocó un fuerte daño económico para numerosos sectores por la parálisis de la actividad. Una consecuencia difícil de explicar.