¿Se debe festejar con 146 muertos sobre las espaldas?
No festejen a los vacunados. Lloren a los muertos
Hablar de festejar en una campaña contra una pandemia significa evaluar resultados, ya que en definitiva son ellos los que marcan el éxito o el fracaso de una política de salud y la afectación que esa pandemia tiene sobre una comunidad, ya que son los mismos vecinos los que sufren o lloran a sus muertos, que son mucho más que un número por el que se alegran los dirigentes, como liviana e irresponsablemente señaló el jueves el presidente Alberto Fernández que se felicitó por tener “sólo” 110.000 muertos y no 250.000 como podrían haber existido.
Sería bueno que le preguntasen a esposos/as, hijos, hijas, padres o hermanas de cada muerto si está feliz porque fallecieron sólo 110.000 y se vacunaron millones de personas.
La respuesta es obvia, no es mérito vacunar a muchos, lo bueno será poder minimizar los resultados; es decir la cifra que importa es la de muertos, y cuando menor sea, mejor. Y en segundo lugar se debe mirar la cifra de contagiados y saber que cuando menos haya será mejor.
Y nos preguntamos: ¿se podría celebrar que después de meses y meses sin vacunas, del robo de vacunas por parte de funcionarios mentirosos, de amantes privilegiadas, de jóvenes militantes, de la falta de segundas dosis de la Sputnik rusa, por fin el gobierno (apurado por la bronca de la gente) decidió dejar de lado las posturas ideológicas pueriles y se animó a aplicar a la ciudadanía las “vacunas del capitalismo” y la campaña se enderezó un poco, pero un poco nomás: mientras está lleno de vecinos mayores de 60 que todavía no tiene la segunda dosis?.
No da, nos parece.
Y como son los resultados los que cuentan, y sin ánimo de culpar a nadie porque no tenemos pruebas ni argumentos para hacerlo, sería muy bueno que las autoridades compararan resultados de nuestro distrito contra resultados de distritos vecinos, se deberían comparar los números, que no mienten y al menos sirven para una estadística, que no es la verdad absoluta, pero se puede acercar. Y yo no soy experto, pero me parece que a Coronel Suárez contra Bahía Blanca, por ejemplo, los números no le sonríen.
Yendo al nudo de la cuestión y haciendo comparaciones (que para algunos serán odiosas) todo indica que a nivel resultados Coronel Suárez está peor posicionada que las ciudades de la región.
No parece un buen antecedente para que el municipio te refriege por la cara que vienen vacunando un montón. No vemos que sea lo correcto
Por eso creemos que se debería ser mucho más prudentes cuando con entusiasmo y una visión casi cegada de la realidad se informa con bombos y platillos la cantidad de vacunas aplicadas. Eso no es un mérito, es la obligación de un gobierno, ¿O qué pretendían… no hacerse cargo? Eso se informa, aplicamos “x” vacunas, no se celebra, es como se dice en las redes: es como felicitar al cajero automático porque nos dio el dinero que pedimos. Es lo esperable, ¿verdad? O para que creen que el pueblo los eligió, ¿para hacer asados en plena pandemia? Lamento decepcionarlos señores, era para que gobiernen bien. Incluido vacunar a la población si se desataba una pandemia.
Un gobernante no es un hincha de tablón que no razona, que solo se deja llevar por su pasión, muchas veces enfermiza.
Un gobernante debe tratar de ser un estadista, y si no le da el cuero (la cabeza más bien), debe ser por lo menos prudente y darse cuenta que ya a la gente no se la engaña tan fácilmente.
Porque la gente sabe mirar los números solita y de allí los duros cuestionamientos que sufre la prensa del municipio de manera diaria.
No podemos estar felices de los resultados. Nos duelen. Hoy el número es 146. Todos tenemos en ese número un familiar, un amigo, un vecino, un compañero de trabajo. Nada para festejar. NADA. Porque no son números, eran personas. PERSONAS.
Por eso pedimos a las autoridades que sean responsables a la hora de informar. No son números, son algo mucho más importante.
¿Importa la cantidad de vacunas aplicadas? SI! Importa, pero no para festejarlo.
Porque cuando un número se transforma en una persona, la hora de jugar a la política está terminada.
Pueda ser que lo entiendan. Aunque quizás ante la gente ya sea tarde.
Las urnas darán el veredicto.