Las víctimas

Las víctimas

Celia Elizabeth Romero: "La muerte de mi mamá y no poder despedirme de ella. Estaba tirada en una camilla tapada con una manta, así por tres horas hasta que llegó el servicio y se la llevó. No hay más dolor que éste. ¡Dios, me duele mucho!".

Eduardo Morelli: "Mi viejo, 75años, falleció en septiembre del 2020 de neumonía bilateral por covid. Nunca nos permitieron verlo, estando 20 días internado. Mi vieja con un cáncer a cuestas, falleció en mayo de este año. Tampoco nos dejaron verla. Ni olvido y menos perdón".

Mabi Sotelo: "Mi suegra murió luego de un ACV, sola, diez días internada. Nadie pudo verla. Mi esposo no se recupera, se reprocha cada día. Y no fue su culpa. Indignación".

Pablo Berasategui: "El papá de mi mejor amigo murió de COVID en donde estaba internado. Lo quería banda de gente, sólo pudieron ir tres personas a despedirlo. Ni siquiera pudieron hacer funeral, nada, directo a la fosa. A Meoni le hicieron todo el desfile. Igualdad en Peronia".

Sergio Gasali: "El punto es la salud psíquica de los familiares que no pudimos despedirnos. Yo, de mi madre. Pero al margen, son 100.000 por 5 personas por familia. Son personas que no pudieron hacer el cierre. Nunca superarán el duelo. Enfermaron a una generación. Cualquier psicólogo lo puede explicar".

Mirtha Monteleone: "Seis meses cumpliendo la bendita cuarentena, mamá enfermó. Como 'delincuente' crucé a provincia. La internamos dos veces. Murió sola. Me la entregaron en una caja".

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Cristina Brandan: "Mi vieja falleció el 20 de marzo del 2020 por infarto. Ninguno de sus nietos pudo despedirse. Mi hijo quedó varado en Carlos Paz hasta el 20 de diciembre del 20. Gobierno de genocidas".

Ricardo González: "Había internado a mi mamá en un hogar al lado de casa y la veía todos los días, pero a partir del 19 de marzo no pude verla más. El domingo 26 de abril la vi por última vez por videoconferencia, me tiraba besitos. El jueves 30 de abril murió solita. La vi sólo cuando la llevaban. No la pude despedir".

Juli Ferpe: "Mi tío padrino adorado, mi segundo padre, 80 años. Se contagió en febrero sin estar vacunado. Falleció en un mes. No pudimos visitarlo. Era esencial en mi familia y alguien se robó su vacuna".

Marita: "Mis padres murieron solos en un hospital porque no podíamos verlos. Lo único que pude ver de ellos fue una cajita que me entregaron con sus cenizas, que yo sola con una amiga puede ir a depositar a una iglesia, porque no se permitía más gente".

Rose Nicole: "En agosto se internó de urgencia mi primo por un problema cardíaco, 66 años. Se contagió covid luego de la cirugía y a la semana falleció. Sólo dos de sus hijos pudieron despedirlo, ni sus hermanos, ni ningún otro familiar pudimos despedirlo".

Ale: "San Luis. Madre de 80 e hijo de 53, los vimos por última vez subiendo a la ambulancia. Murieron solos, mal atendidos en una clínica de Pami. Sin despedidas, tomados de la mano. Sin velatorio. Desaparecieron. Imposible procesar sus muertes. Imperdonable".

Cari: "Mi hija de 13 años tuvo un ataque de asma por primera vez en su vida. Salí de madrugada, sola (Santa Fe, capital). Nadie quería recibirla. Fue desesperante, mientras ella no respiraba en cada guardia nos derivaban. Protocolos covid mal organizados y enfermedades generales que no se atienden".

Mati Sacco: "Falleció mi abuelo en julio del año pasado (no covid) y no lo pude despedir. Mientras tanto en la Quinta de Olivos entraban amigos, personal trainers y peluqueros".

Iván: "Mi hermano falleció cuando yo estaba encerrado a mil kilómetros y el vuelo cancelado. Fui con permiso y trámite en mi camioneta a buscar su cuerpo y en la autopista Rosario me quisieron detener y llevar en cana".

María Eugenia Ghirardi: "El 28 de febrero se murió mi vieja, 73 años, sana, sin ninguna comorbilidad. Sólo le faltó la protección de la vacuna".

Balcarce: "Mi madre murió en septiembre 2020 pidiendo ver nietos, hermana y yernos, sin poder lograrlo. Por respeto a tantas familias, guarden silencio funcionarios y militantes. Incumplieron su propio decreto y todavía se victimizan".

Mariel Chen: "Perdí a mi suegro y a mi papá en un lapso de 4 meses, con una beba que ahora va a cumplir 1 año y que disfrutó nada de sus abuelos. A mi papá no lo pude despedir. Siento que lo llevamos al matadero al dejarlo en la clínica de IOMA. Inmundos son, los quiero presos".

Aníbal: "A mi suegro lo internaron el 22 de julio en el hospital Alemán. El 29 murió. Nunca nos dejaron entrar a darle un abrazo o sostenerle la mano. Murió solo, sin que sus hijos y nietos pudieran verlo o confortarlo. Qué impotencia y bronca siento ante tanto abuso de poder".

Aníbal: "El mismo día que el padre de Recondo falleció mi hija de 15 años. No me dejaron ver el cadáver. Me la entregaron a cajón cerrado. Estuvimos 10’ ante el mismo con mi esposa y sus hermanos y en el entierro no teníamos manos suficientes para llevar el cajón. Todo por el protocolo".

Tita Augusta: "Soy del interior de la provincia de Córdoba. Estuve 10 meses sin ver a mi familia ya que vivo en CABA. Diez meses sin que mis hijas vean a sus abuelos, tíos, primos. Mi hija mayor que tiene síndrome de down armaba su mochila para ir a verlos y yo debía decirle que no se podía".

Gus: "Mi suegra murió de cáncer el 16 de julio. Los nueve días internada una sola vez mi marido puedo verla diez minutos, el día que murió. Él sólo pudo entrar a reconocer el cuerpo. Yo la vi a unos metros porque el cochero me entreabrió la puerta de donde la sacaban. Mi cuñado no pudo verla. No hubo velorio".

Miriam: "En el 2020 mi suegra y la hermana de mi suegra estaban solitas en el hospital y solamente sus hijos podían verla de lejos. Hasta que fallecieron. Pensar que mi suegra era la primera en estar con los enfermos de nuestra familia. Y murieron solitas".

María de los Ángeles: "Mi marido falleció de cáncer. No lo vi por una semana. Estaba en terapia hasta que le pedí al médico que me lo dejara ver y pude hacerlo al otro día falleció. No pudimos velarlo. Nos echaban de la sala velatoria como si fuéramos delincuentes siento mucha angustia".

Claudia Forte: "Mi suegra murió en agosto 2020. No dejaron entrar a su único hijo a la provincia de San Juan. Murió sola desangrada en un hospital. No tienen perdón de Dios".

Belu: "Marzo ’21. Suegra en Córdoba se contagia de covid. No le había tocado la vacuna aún. 35 días internada. Día a día, esperando el parte por teléfono. Jamás pudimos hablarle o verla de lejos, falleció sola el 2 de mayo. Juicio político. Su vacuna se la robaron estos malnacidos".

Sandra: "Ni dolor ni alegría compartimos. Padres (Tandil) conocieron nieto (Necochea) a los 3 meses. Sacaron permiso por App, se encontraron en cruce de ruta, límite de partidos. Lo vieron y se volvieron. La policía caminera tomó datos del cuñado que bajó del auto a mostrar el bebé".

Sandra Ablin: "Mi mamá murió (no covid) el 25 de abril de 2020. Al entierro sólo pudimos ir papá, mi hermana y yo. Ni sus nietos ni su yerno".

Fabi: "Mi tía de 80 años no pudo despedir a su único hijo que falleció en abril. Falleció de un infarto y lo pusieron por covid. Ella todavía no puede verlo ni en el cementerio".

Alejandra Bruno: "La última vez que hablé con mi papá fue por zoom. La siguiente vez, lo vi en terapia intensiva. No pude velarlo".

María Lidia Posada: "No pude darle un abrazo a una amiga que murió de cáncer el 27 de mayo del ‘20. Nunca se me ocurrió pensar que estos atorrantes hacían esto".

Liliana Edith Gacic: "Mi madre tuvo acv en junio 2020. No podía ir de Quilmes a Lomas porque paraban a todos. Veinte días después fuimos y en un retén nos trataron muy mal. Llevaba la tomografía, nada sirvió. Llegué a casa con 18.5 de presión. Todavía sin segunda dosis. Son unos perversos degenerados".

Laura Maltes: "Ver a mi vecino saludar a su madre desde planta baja al 2do piso a los gritos. Una locura total. Manga de delincuentes".

Felipa Domini: "Mi suegro falleció en enero. No pudo estar con sus hijos, su esposa ni sus nietos en sus últimas horas. No sabemos qué necesitaba, no pudieron decirle cuánto lo amaban. Le avisaron por teléfono a su esposa. No pudimos reconocer el cuerpo ni velarlo. Fue cremado".

Victoria Michel: "Murió mi suegra. Tuvo un ACV, se estaba recuperando y dijeron que le dio covid. Tres días sin síntomas pero aislada. El cuarto día dijeron que no saturaba bien. La pusieron en respirador y murió en dos horas. Los hijos sólo pudieron seguir la ambulancia hasta el crematorio. Muy triste".

Ana Nardelli: "Mi madre, 79 años, enfermó de tanto encierro, asustada y deprimida. Murió de tristeza. Sola en Córdoba desde marzo 2020 hasta febrero 2021 que pudimos ir a verla con sus dos nietas, pero ya estaba entregada. Nada pudimos hacer para sacarla de esa depresión y se apagó". #NiOlvidoNiPerdón

Henry Coe: "El 22 de noviembre de 2020 falleció mi viejita (no covid). Sólo 10 personas pudimos despedirla y de a dos por vez. En vida sólo la podía ver de lejos y cada tanto. Esta gente nos roba la vida, los recuerdos. Son genocidas emocionales".

Zoe: "Mi hija con discapacidad motriz sin rehabilitación presencial. Posquirúrgica de marzo a noviembre. Demoró su recuperación y su independencia. Aún no logra los resultados esperados por la cirugía. Y resulta que la casta que interrumpió su rehabilitación estaba de fiesta".

Alicia Borrego: "Transitamos el mismo duelo, mi familia y yo. En el 2020 en el lapso de dos meses partieron mi esposo y mi nuera, solitos, no pudimos despedirlos mientras en la Quinta presidencial hacían lo que querían.

Fernando Cárpena: Mi vieja no se murió de Covid, pero se murió de cuarentena. Tenía 80 y estaba en geriátrico. Venía día por medio a casa y se quedaba un rato largo. Por Covid, no pudo salir más ni permitieron visitas. La veía a través de un plástico, por una ventana. Se dejó morir de tristeza".

Sofi: "Mi esposo, once meses sin atención médica, encerrado en casa por problemas cardíacos. En ese lapso mi suegra murió por ACV. Él no la pudo ver ni despedirse. Invadido por tristeza, murió de un infarto. Quedé sola".

Mia Selene: "El 30 de julio del 20 falleció mi suegro en hospital de conurbano (cirrosis). Quince días agonizó pidiendo ir a su casa, le daban partes médicos sólo por teléfono. Murió sólo, con miedo, sin que los hijos lo pudieran reconfortar. Sin velorio, la culpa que tiene mi esposo porque él lo internó, no tiene nombre. Este duelo es terrible".

Susana Rossi: "Cuatro meses sin ver a mi mamá que se murió sola. Me entregaron una cajita con sus cenizas. ¿Cómo mis hijos y yo nos podemos consolar de ese dolor?"

Hugo Fornillo: "Mi hermano, sano, fuerte, 75 años. Fue contagiado y lo internaron el 6 de marzo sin haber recibido ninguna vacuna. Falleció el 22 de abril. El aviso de vacunación le llegó estando internado y después de fallecido, varias veces más".

Gabriela Agilda: "Mi suegra falleció el sábado 20 de marzo del 2020. Ya no hubo velatorio. El domingo 21 íbamos con mi marido, sin nuestros hijos, hacia Chacarita. Nos detuvo un retén, porque no era 'esencial' la sepultura. El auto de la cochería debió esperarnos. El féretro también".

Cristopher: "El 26 de abril falleció mi viejo. De riesgo y esencial, 64 años. Más de un mes esperando su primera dosis de la vacuna. Se fue en silla de ruedas un jueves. Volvió a mi casa en una cajita, cremado. Se murió sólo, no lo pudimos despedir".

Jorge: "Mi mamá murió por Covid en Formosa, yo vivo en Chaco. Nunca pude volver a verla desde que comenzó la cuarentena. El día de su muerte me despedí a 170 kms. con una foto y encendiendo una vela".

Muriel Zappino: "El último día que vi a mi papá fue el 13 de marzo del 20. El 21 de junio, Día del Padre, comenzó con fiebre. El 23 de junio estaba internado en el Otamendi con covid positivo. EL 12 de julio falleció. No lo vimos. No lo pudimos acompañar. Murió solo. No pudimos despedirlo. Hablame de sororidad".

Tamara Pettinatto: "Sí, fui, por un tema personal que no siento la obligación de explicar".

Santiago Cafiero: "Todas las entradas a Olivos fueron por temas laborales".

Tanto dolor y tanta desidia y cinismo tendrá su homenaje/reclamo el próximo lunes 16 de agosto, desde las 16 horas en la llamada “Marcha de las piedras”, surgida desde las redes sociales. La ciudadanía pide a la ciudadanía que deposite a las puertas de la Quinta de Olivos (o al lugar a designar en cada localidad, en Mendoza será en el Monumento a San Martín, en Plaza San Martín) una piedra en nombre de una de las 107.000 víctimas.
Será la piedra la forma no violenta que tomarán el pesar y el recuerdo de una sociedad que esta vez no está dispuesta a olvidar.


*Todos los testimonios de esta nota fueron dado a través de Twitter por ciudadanos a quienes pregunté si habían pasado una situación similar a la de Gastón Recondo. Quedaron muchos, muchos más. El dolor es infinito.

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