¿Alguien me puede decir qué carajo festeja el gobierno nacional? ¿Hay quien me informe de qué mérito se jacta Kicillof? ¿Cuál es el supuesto mérito que le hace creer a Moccero que la campaña local ha sido exitosa?
La verdad es que nada se ve. La obligación de los gobiernos es vacunar a su gente. Y lo están haciendo poco, mal, con atrasos, con más de 105.000 muertos, con trampas, con mentiras. No veo un solo mérito. Ni uno solo.
¿Celebramos que hasta ahora sólo el 16% tenga la vacunación completa?
Obvio que entiendo a los abuelos/as que se van a vacunar, se comprende que se emocionen, pero da asco ver que estos gobiernos mentirosos e infames quieran transformar dar una vacuna como un acto heroico que pueda ser aprovechado electoralmente.
Es una bajeza absoluta. Es como felicitar al cajero automático cuando nos da plata. Y más vale, si para eso están.
Pero resulta que ahora, para el gobierno municipal, organizar una campaña para vacunar a unos míseros 150 o 200 vecinos por día es más o menos como organizar la estrategia para desembarcar en Normandía el Día D.
Bueno, si no pueden organizar eso váyanse por inútiles. Tampoco organizaron un viaje a la Luna.
Y tampoco da para poner todos los días las fotos del mismo enfermero, que, casualmente, es candidato a concejal por el oficialismo.
La campaña es un desastre: tardía, se robaron vacunas para vacunar amigos, familiares, secretarias jóvenes y lindas, unos 40 años menores que de 60, tienen a millones de argentinos adultos esperando hace más de 90 días la segunda dosis de una vacuna que no sirve para entrar a Europa y que compraron porque era de un país comunista, nada capitalista (ni siquiera saben que Rusia es más capitalista que EE.UU, tal su ignorancia).
Pero no me crean a mí: vayan a las estadísticas y en épocas de Olimpíadas miren el medallero: Argentina figura debajo del puesto 50 en cantidad de vacunas, en porcentaje de vacunados, en cantidad de personas vacunadas con las dos dosis.
También hay otro medallero, el de la economía, que nos ubica como el segundo país del mundo con mayor inflación – algo así como el 50% anual -, uno de los países en los que más cayó la productividad, uno de los que tuvo mayores despidos, donde más empresas se fundieron, donde más empresas emigraron.
La campaña es un desastre, y miles y miles de argentinos/as se murieron por la inoperancia de este gobierno de sinvergüenzas que nos miente desde enero de 2020.
En un país normal Ginés, Vizzotti, Gollan, Cafiero, Alberto Fernández y la monje negra de Cristina estarían presos, quizás por estrago doloso, homicidio preterintencional o alguna otra figura aún peor.
Pero ahora, como para tapar el desastre que han hecho y cambiar de tema, le dan créditos a los apicultores o nos dejan comprar una plancha que podemos terminar de pagar en 2024. Falsa felicidad en Ahora 12, 18 o 30. ¿No se les cae la cara de vergüenza? ¿O se pensaron que dar la vacuna en cuotas es como comprar en cuotas planchas y heladeras?
Porque muchos parece que se olvidan, pero créditos y cuotas es la otra pata del drama de este país: Nos cuentan que nos conviene tomar créditos a 12, 18 o 30 cuotas al 29% porque la inflación es del, es del, es del… 50% anual.
Nos animan a endeudarnos porque se supone que ese endeudamiento tiene como contraprestación un poquito de felicidad pasajera. Deberíamos detenernos a reflexionar un poquito sobre el costo que significa la inflación a cada uno de nosotros. No es un regalo el crédito, no es un regalo la inflación: es un problema.
Con una tasa del 29% y una inflación del 50%, alguien debe pagar ese 21%, pero no lo hace el bolsillo del presidente, sino nosotros mismos, porque ese subsidio sale de los impuestos que nosotros mismos pagamos. Es como una pelota que gira y vuelve al mismo lugar. O como un boomerang. Y la cara la ponemos siempre nosotros. Nunca ellos.
Bueno, si quedó claro lo que escribí, lo que pienso, no me vengan más a mentirme y quererme hacer creer que la campaña de vacunación fue exitosa.
No, todo es un desastre, pésimo, con tremendas fallas, con 5 millones de vacunas escondidas que no se aplican, con muertos que se suman todos los días, tomándonos a los argentinos como conejillos para experimentar con cual vacuna combina la Sputnik y el que la pega, la pega.
Y con 6 millones de argentinos (yo incluido) que esperamos la segunda dosis con plazos ya recontra vencidos.
Basta, tenemos cara, pero tanto tanto no somos.