Eugenio Cuttica: “Hay un empecinamiento de los argentinos por la decadencia y la autodestrucción”

El artista plástico se radicó en Estados Unidos en 1996. Dice que no entiende por qué se niega la realidad en Argentina y cómo es posible que se naturalicen el aumento de la pobreza y “un 75 por ciento de indigencia”. También critica que “en el país de los alimentos haya hambre”
Eugenio Cuttica: “Hay un empecinamiento de los argentinos por la decadencia y la autodestrucción”

Eugenio Cuttica es uno de los artistas plásticos argentinos más reconocidos en el mundo. Hace 35 años que decidió instalarse en Estados Unidos. Actualmente vive a 70 millas (110 kilómetros) de Nueva York, en una propiedad de 16 hectáreas en Southampton, que cuenta con tres lagos y una amplia superficie en la que piensa construir un museo al aire libre con al apoyo de autoridades estadounidenses. Más allá de sus actividades artísticas, el último domingo sorprendió con fuertes publicaciones en sus redes sociales donde criticaba fuertemente la situación política de Argentina, relataba la situación de los argentinos que no podían volver al país y cómo había utilizado su casa como refugio para muchos compatriotas que necesitaban ayuda. Infobae habló con Cuttica telefónicamente.

Usted se fue del país en 1996, en pleno gobierno de Carlos Menem. ¿Por qué?

Aunque en ese momento a mí me iba muy bien, yo empecé a ver esta insistencia en el fracaso. Vendimos todo y después el tiempo me dio la razón. La pobreza en la Argentina en ese momento era del 6% y ahora está en el 60%. Me preocupa que en el argentino haya una obstinación por negar la realidad. Todos actúan como si no pasara nada. Es un país inmerso en la locura y que cree en los mitos. Esa negación de la realidad me afecta en cada segundo de mi vida. Ahora vivo en un país donde se sostienen los valores. Cuando era niño teníamos un país ligado a la virtud y hoy la Argentina no existe en ese sentido. Cada vez que voy a la Argentina me siento un extranjero. Me crié en una Argentina producto del pensamiento de Alberdi, de Pellegrini, de Sarmiento, que se fue perdiendo.

¿Cómo explica esa degradación que observa en la Argentina?

La degradación abarca lo físico, lo mental y hasta el poder cognitivo de los argentinos. No se puede tolerar que haya un 75 por ciento de indigencia en nuestro país.

¿Le sacaron las ganas de volver, aunque sea de visita?

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Por lo de la pandemia ahora hace casi dos años que no voy. Pero en 2001 viendo lo que pasaba, me encerré en un hotel y me quedé dos días llorando. Porque no podía creer, no podía soportar lo que había ocurrido con la Avenida Corrientes. Esas tertulias en los bares, pasear por las librerías, la cultura, estaba todo destruido. Ahora me hablan mis amigos desde allá de algo parecido. De ese empecinamiento argentino por la decadencia y la autodestrucción. Algunos lo ven como algo gracioso. Realmente no se entiende.

En sus posteos es muy crítico del peronismo...

Cuando me fue mejor estaba Cristina Kirchner en el gobierno. Llegué a Argentina y me preguntaron qué quería. Siempre me trataron de “maestro”. Yo les aclaré que no adhiero a su doctrina y que no pensaba cambiar mi pensamiento por más que me ofrecieran ¿Y sabés que me respondieron? Nosotros odiamos a los que nos chupan las medias, con usted podemos hacer muchas cosas. Siempre me trataron de primera. Tengo mi posición política pero el arte es algo sublime que pasa por encima de las ambiciones políticas. Eso en los niveles altos, lo saben y lo respetan. Pasa por encima de la grieta. Tengo mi pensamiento y los macristas me acusan de peronista y los peronistas, de macrista. Cuando estudiaba Arquitectura siendo muy joven milité en Franja Morada, me gustaba Alfonsín.

Cristina Kirchner compró algunos de sus cuadros. ¿Tuvo oportunidad de hablar con ella?

Hablé en varias ocasiones. Cuando hablamos demostró que sabía todo sobre mí. Ama la pintura y el arte. Me siguió en varias muestras y pidió: “Ayuden a este pintor”. Voy a sintetizarlo en una frase: “La mayoría de la gente se siente orgullosa por el respeto de sus amigos, yo me siento orgulloso por el respeto de todos”.

¿Cómo se lleva con las autoridades del gobierno argentino ahora? ¿Les comentó lo que piensa sobre el país?

Muchos coleccionistas de arte argentinos son peronistas y tienen bastante dinero. En sus casas lucen mis cuadros. Lo importante es que respetan mi forma de pensar. Yo digo lo que pienso sin miedo. No soy parte de aquellos que por no “ser parte del palo” se callan. No me obligan a ser amigote de ellos. Son Mecenas de las artes, con ellos nos comunicamos a través de lo artístico.

Pero sobre lo que usted considera un fracaso político ¿qué le dicen?

Mientras no se sigan los preceptos al mérito, de la justicia, la seguridad se permanecerá en la decadencia. La crisis no es sólo económica. El problema económico parte de lo cultural, de la miseria espiritual. A nadie le importa el hambre. Yo no puedo tolerar que en el país de los alimentos, exista el hambre. Hemos tocado fondo.

Recientemente hizo publicaciones muy crudas en las redes sociales sobre las situaciones extremas que vivieron muchos argentinos que tuvieron problemas para volver de Nueva York a la Argentina ¿Qué experiencias puede contar?

Tuve muchos llamados de gente que me pidió asesoramiento, ayuda y contención. Mucha clase media a la que vi atemorizada, golpeada, deprimida. Situaciones muy dramáticas. Gente que estuvo un mes acá. Y a la que tuvimos que asesorar, que contener. Llevo tres décadas y media afuera y sé muy bien lo que significa la emigración. Yo sigo teniendo mi corazoncito en la Argentina.

Contó también casos de personas que rogaban por subir a aviones para regresar a la Argentina.

Un gran artista amigo mío, del que no puedo revelar el nombre, me contó que debió arrodillarse en la sala de embarque para que lo dejaran subir a un avión que todavía tenía lugares disponibles. Se tuvo que poner de rodillas porque tres veces le habían cancelado el pasaje y estuvo un día y medio en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy para poder volver. Lloró ante el personal de la aerolínea y finalmente lo dejaron subir. Había lugar. Eso está muy mal.

Usted también habla de Cuba como “centro neurálgico del mal”

Cuando fui a Cuba se me cayeron las vendas de los ojos. Cuando doy conferencias en la Argentina frente a 1.000 personas les pregunto quiénes son pintores. El 90 por ciento levanta la mano. Cuando les pregunto si tienen ideas socializantes, el 90 por ciento también levanta la mano. Les pregunto si fueron a Cuba, y levanta la mano el 10 por ciento y el otro 90 me dice que alguna vez fue a Miami. ¿Cómo puede ser? ¿De Argentina nadie sacó un pasaje en Aerocubana para ir a La Habana y ver cómo se vive, ni siquiera teniendo ideas de izquierda? Yo me hago estas preguntas como artista, quiero hablar de estas cosas. Son incongruencias muy grandes. No pueden hablar del modelo cubano porque no lo conocen.

¿Qué encontró en sus viajes a Cuba?

Caminé La Habana y otras ciudades fuera de los lugares turísticos tradicionales. Ví la Cuba verdadera. Fue tan terrible lo que vimos que hay gente que no me cree cuando se lo cuento. Muchos conocidos que tengo con pensamientos de izquierda, los perdieron cuando vieron tantas atrocidades. Una de las que puedo contar, es cuando vimos a varios hombres vestidos con harapos negros juntando papeles en una playa. Yo me había hecho amigo del guardavidas de esa playa. Cerca había un barril con unos 200 litros de agua. Eran presos políticos, narcotizados, a los que les hacían limpiar los papeles que los turistas tiraban en la playa.

Cuttica, que tiene ahora 64 años y dos hijos que también se dedican al arte, asegura que tiene proyectos en la Argentina para realizar próximamente pero que prefiere no adelantarlos “porque existe una máquina de impedir”. Y afirma que tiene tres premisas: “No adelantar proyectos, no decir que día voy a llegar y tampoco qué día me voy a ir de mi país”.

 

 
 

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